La Unión Europea no puede comer tanques
Los agricultores europeos están en pie de guerra. El aumento de costes, la supresión de subsidios, las nuevas medidas medioambientales y los recortes para financiar la guerra en Ucrania, estrangulan a un sector esencial para la soberanía alimentaria del continente que se ha convertido en la cabeza de turco de los eurócratas.
Después de ver las imágenes de media Alemania bloqueada por la avalancha de tractores dirigiéndose hacia la puerta de Brandeburgo, alguien podría pensar que quien siembra vientos, recoge tempestades. Y es que la clase política europea hace tiempo que fomenta la discordia contra el sector agrario y solo era una cuestión de tiempo que un día u otro pagara las consecuencias.
Estas protestas son las últimas de una serie de manifestaciones de agricultores que se han producido en todo Europa. Anteriormente, se han podido ver manifestaciones similares en los Países Bajos, Bélgica, Francia, España y otros estados europeos, donde los agricultores también han salido a la calle para expresar su malestar por los efectos de las reformas medioambientales previstas y los elevados costes de producción.
El casus belli de la revuelta agraria alemana
Aunque es tentador agrupar todas las manifestaciones bajo un denominador común, estas se han desencadenado principalmente por situaciones nacionales específicas. El sector agrario alemán se opone a los recortes propuestos en las subvenciones a los combustibles utilizados en la agricultura. Una política de austeridad que el Gobierno alemán argumenta que se hizo necesaria después de que un veredicto del Tribunal Constitucional prohibiera a la coalición de gobierno el traspaso de 60.000 millones de euros de crédito para paliar los efectos de la pandemia en la lucha contra el cambio climático.
Con los recortes se querían eliminar las ventajas fiscales existentes para el diésel y la exención del impuesto de circulación para los vehículos agrícolas y forestales. Esto habría permitido en el Gobierno federal registrar casi 1.000 millones de euros en ingresos adicionales a restar del montante oficial que tiene que ahorrar durante el ejercicio del 2024 -pendiente todavía de aprobación parlamentaria- de unos 17.000 millones de euros sobre un presupuesto de 450.000 millones.
Esto pasa en el contexto de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia. Un conflicto bélico instigado y perpetuado por los Estados Unidos y sus estados clientelares en Europa, que ha sido devastador para la economía y el sector industrial alemán. Aun así, Berlín se ha comprometido aportar más de 17.100 millones de euros en ayuda militar a Ucrania desde el 24 de enero de 2022, la misma cantidad que tendría que ahorrar con recortes durante el 2024.
Pero está claro, estos miles de millones de euros en «ayuda» militar se reciclan hacia la industria armamentística alemana que, como la de los Estados Unidos, está haciendo el agosto con esta guerra, cortesía de los contribuyentes y campesinos que sufren los recortes porque no hay dinero y de los ucranianos que sirven de carne de cañón de los intereses corporativos que hay detrás de estos conflictos. Como no se cansa de repetir el presidente Biden para evitar que se cierre el grifo, el dinero que se destina a “Ucrania” es una buena inversión.
Objetivos climáticos vs. soberanía alimentaria
A pesar de que se han perdido más de 5 millones de explotaciones agrarias desde el 2005, un descenso del 37%, Europa es en general autosuficiente en la mayoría de alimentos. No obstante, las ayudas a los agricultores que proporciona la Política Agrícola Común son esenciales al asegurar la continuidad de granjas y cultivos en la UE. Especialmente, desde el incremento de costes causado por la crisis sanitaria, el embudo logístico y la guerra en Ucrania.
Los eurócratas de Bruselas ven con nerviosismo la revuelta agraria en el continente. La Unión Europea se ha fijado el objetivo global de conseguir emisiones cero en 2050 y a sus funcionarios les preocupa el retroceso que esta avalancha de protestas puede provocar en los ambiciosos objetivos climáticos plasmados por la Comisión Europea.
Según Greenpeace, el sistema actual, que empuja a los agricultores a gestionar grandes explotaciones intensivamente industrializadas, está roto y protestar para que las cosas sigan igual no servirá de nada. En cualquier caso, la situación de abandono político en que se encuentra el mundo rural es claramente insostenible y la transición hacia un modelo más sostenible tiene que garantizar mucho más que la mera supervivencia del sector.
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El 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático para concienciar sobre uno de los principales desafíos que afronta la humanidad. Se estima que las actividades humanas han provocado el aumento de 1 °C en la temperatura del planeta respecto a la era preindustrial. Y el calentamiento global podría alcanzar 1,5 °C adicionales entre 2030 y 2052 si no se toman medidas drásticas.
El calentamiento global provocado por la acción humana se está intensificando. Se calcula que la temperatura de la Tierra había aumentado 0,08 °C por década desde 1880, aunque el ritmo desde 1981 se ha doblado. La temperatura está subiendo actualmente a un ritmo de casi 0,2 °C cada década, aunque en regiones como el Ártico el ritmo es hasta dos o tres veces mayor. Y lo peor es que podría subir 1,5 ºC más entre 2030 y 2052, según un informe de la ONU.
La mayor parte del calentamiento se ha producido en los últimos 40 años. De hecho, los nueve años comprendidos entre 2013 y 2021 se encuentran entre los diez años más cálidos desde que se tienen registros, según las mediciones de la Administración estadounidense. Y se estima que 2016 y 2020 han sido los más cálidos de la historia.
En busca de responsables
Fenómenos naturales como la actividad volcánica o las variaciones en la órbita de la Tierra influyen en el calentamiento global, pero los cambios observados en el clima del planeta desde mediados del siglo XX se deben fundamentalmente a la actividad humana.
La causa principal es la quema de combustibles fósiles, que ha ido aumentando a medida que lo ha hecho la población humana. Su combustión genera gases de efecto invernadero que atrapan los rayos del Sol en la atmósfera terrestre, elevando la temperatura media de la superficie de la Tierra.
Los gases que más contribuyen al problema son el dióxido de carbono, los clorofluorocarbonos, el vapor de agua, el metano y el óxido nitroso. Sus concentraciones en la atmósfera están en los niveles más altos de los últimos dos millones de años.
Los bloques de hielo extraídos de Groenlandia, la Antártida y algunos glaciares revelan que el ritmo de calentamiento actual es diez veces superior al que se produjo inmediatamente después de la última glaciación. El dióxido de carbono procedente de las actividades humanas está aumentando unas 250 veces más rápido que el procedente de fuentes naturales.
No todos los países contribuyen por igual al calentamiento global: los 100 países que menos emiten generan el 3 % de las emisiones totales, mientras que los diez con mayores emisiones generan el 68 %.
El impacto en los océanos
El nivel global del mar ha aumentado unos 20 centímetros en el último siglo. Sin embargo, el ritmo de las dos últimas décadas casi dobla el del siglo pasado y se acelera ligeramente cada año. No es de extrañar. Según la NASA, Groenlandia perdió una media de 279.000 millones de toneladas de hielo al año entre 1993 y 2019, mientras que la Antártida perdió unos 148.000 millones de toneladas al año.
Además, se estima que, desde el comienzo de la Revolución Industrial, la acidez de las aguas superficiales del océano ha aumentado un 30 % por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono. El océano ha absorbido entre el 20 % y el 30 % de las emisiones generadas por la humanidad en las últimas décadas y los 100 metros superiores muestran un calentamiento de más de 0,3 ºC desde 1969.
Efectos persistentes
Una mala noticia es que el calentamiento provocado por las emisiones de origen humano desde el periodo preindustrial hasta el presente persistirá durante siglos o milenios y seguirá provocando nuevos cambios a largo plazo en el clima.
De todas formas, los riesgos futuros relacionados con el clima dependerán del ritmo, el pico y la duración del calentamiento. En conjunto, serán mayores si el calentamiento global supera los 1,5 °C en las próximas décadas. Y, por desgracia, se prevé que el calentamiento global alcance unos 3,2 ºC a finales de siglo.
Aunque cada vez más países se están comprometiendo a lograr un nivel de emisiones de gases de efecto invernadero cero para 2050, es necesario que la mitad de estas reducciones se produzcan antes de 2030 para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 ºC. De hecho, la producción de combustibles fósiles debería disminuir aproximadamente un 6 % al año entre 2020 y 2030.
El calentamiento global ya está provocando cambios en los patrones meteorológicos y supone una grave amenaza por los fenómenos extremos que desencadena: intensas sequías, graves incendios, tormentas catastróficas y una seria disminución de la biodiversidad.
Podemos pagar la factura del cambio energético ahora o pagar la del cambio climático en las próximas décadas.
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Cada vez se va estableciendo un consenso más general en nuestra sociedad que acepta que el crecimiento económico tiene que respetar unas normas de sostenibilidad y que debate cómo aunar ecología y economía.
El crecimiento económico, como pilar del sistema capitalista, se ha asociado a menudo a la condición urbana, al crecimiento de las ciudades y a la ampliación, sin muchas limitaciones, de sus áreas metropolitanas. Y tanto los servicios como las infraestructuras que hacen falta han ido extendiéndose, modificando el territorio y, como consecuencia, han dejado al margen el entorno natural y las consecuencias de su alteración.
Ahora es evidente que esto ha provocado una emergencia ecológica y muchas conciencias han cambiado. Se añade a esta visión que la economía no puede olvidarse de la naturaleza, una idea cada vez más asumida. Fuera del entramado más puramente urbano es, seguramente, donde más pasos se hacen en esta dirección, movidos por la sensibilidad de la conservación del paisaje y del patrimonio natural.
Siguiendo este objetivo de protección y valoración del patrimonio, el mundo local creó las Cartas del paisaje. Desde 2006 el Decreto 343 de la Generalitat desarrolla la Ley 8/2005 para la protección, gestión y ordenación del paisaje, a pesar de que algunas comarcas como el Alt Penedès ya disponían de la suya propia desde 2002.
El ensamblaje sostenible de la economía
La promoción de aquellos sectores que se adaptan mejor a la naturaleza y el territorio, como por ejemplo, el vitivinícola, son una de las apuestas más frecuentes. Un tipo de industria que encaja agricultura y turismo, aportando beneficios en la comarca por al menos dos vías y potenciando el paisaje. Algunos estudios demuestran que las ventas aumentan cuando el comprador las asocia a un entorno.
Sin embargo, mantener esta sostenibilidad, a veces, no es tan sencillo. La primera cuestión es relativa al turismo, del cual hemos hablado, y de la protección del paisaje como un escenario exclusivo para su masificación. Esto puede incidir, de hecho, en la comodidad y el día a día de los propios habitantes. En segundo término, podríamos volver a todo aquello que requiere la industria, que finalmente dará trabajo y aportará ganancias en forma de impuestos, como por ejemplo, la creación de polígonos.
Una cuestión de movilidad y energía
Las infraestructuras para la movilidad y el transporte, por un lado, y la generación de la energía que hace falta para moverlo todo, por otro, son quizás los dos factores donde la economía encuentra más dificultades para ser sostenible. El mundo local ha respondido con mucha cautela y preocupación a los planes, cada vez más inminentes, de la creación de parques eólicos o fotovoltaicos que, si bien parecen encaminarse a la generación de una energía más limpia, también podrían chocar de pleno con la conservación del paisaje.
Uno de los argumentos del territorio es que si las zonas urbanas son las grandes consumidoras de energía, deberían ser ellas las que recibiesen el impacto de generarlas (y se han hecho propuestas, como cubrir los techos de las zonas industriales con placas solares). Ahora bien, la paralización de las decisiones por este debate – en Cataluña sólo se ha instalado un molino de viento generador en doce años-, no detiene lo que pueden hacer otros, ya que hay quien piensa que se pierden oportunidades. Recientemente, por ejemplo, se presentó un proyecto de parque eólico en Aragón para nutrir de energía renovable a nuestro país.
Pero las grandes ciudades tienen más debates abiertos entre crecer o garantizar unos mínimos ecológicos y, como hemos comentado, el transporte es fundamental. Recientemente, ha vuelto a primera línea la propuesta de ampliación del aeropuerto del Prat, un proyecto que desde un sector empresarial se considera patriótico, imprescindible para situar a Barcelona y Cataluña como un punto atractivo y accesible para los negocios, mientras que muchos ciudadanos y colectivos lo ven del todo insostenible, pidiendo una discusión mucho más profunda sobre cómo y cuánto queremos crecer. Seguramente esta última es la clave del debate que debemos afrontar pronto.
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Després d’una reducció temporal provocada per la pandèmia, la petjada de carboni torna a créixer i el canvi climàtic s’accelera. Individus, empreses i reguladors poden contribuir a minorar l’emissió de gasos d’efecte d’hivernacle. Vegem com està evolucionant i quines mesures contribuirien a mitigar-la.
Només les necessitats energètiques de l’activitat humana van generar 36.000 milions de tones de diòxid de carboni (CO₂) el 2021, segons l’Agència Internacional de l’Energia. Una referència per a assimilar la magnitud d’aquesta xifra? Pensa que tota la població mundial posada en una balança no arribaria als 400 milions de tones. És a dir, el CO₂ que emetem en només un any multiplica per cent el pes de tota la humanitat.
El diòxid de carboni és el gas d’efecte hivernacle més abundant i que més ha contribuït a l’escalfament global en les últimes dècades. Les emissions directes i indirectes d’aquest gas, juntament amb el metà, l’òxid de nitrogen, l’hexafluorur de sofre, els hidrofluorocarburs i els perfluorocarburs, conformen el que es coneix com a “petjada de carboni”. Es tracta d’un indicador ambiental encunyat als anys noranta per a mesurar la contribució de l’activitat humana a l’escalfament del planeta.
La realitat és que estem molt lluny dels objectius marcats per a aturar el canvi climàtic. Els científics adverteixen que les emissions netes de CO₂ haurien de reduir-se a zero d’ara el 2050 si volem evitar les seves conseqüències catastròfiques. L’augment de temperatura global porta aparellats fenòmens meteorològics extrems i una pujada del nivell del mar a causa del desglaç.
Emergència climàtica
L’ONU estima que des de 1990 les emissions de diòxid de carboni s’han incrementat gairebé un 50 %. De fet, l’Organització Meteorològica Mundial apunta que els nivells actuals de CO₂ a l’atmosfera són similars als de fa tres milions d’anys, quan la temperatura mitjana de la Terra era 3 °C més elevada i el nivell del mar se situava molt per sobre de l’actual.
Per això, és lògic que un dels Objectius de Desenvolupament Sostenible establerts per l’ONU incideixi en la necessitat d’aturar el canvi climàtic. La fórmula demana prendre mesures que en els pròxims anys ens portin a una economia baixa en diòxid de carboni.
De fet, la immensa majoria de països del món van signar el 2015 l’Acord de París, un tractat internacional que pretén limitar l’escalfament global. Així i tot, la nostra petjada de carboni ha continuat creixent. Les emissions de gasos d’efecte hivernacle només es van reduir el 2020. I la raó va ser l’aturada econòmica que va provocar la pandèmia.
L’informe Climate Transparecy Report calcula que les emissions dels països del G-20, responsables del 75% dels gasos d’efecte hivernacle, van tornar a créixer un quatre per cent el 2022. La Xina, l’Índia, Indonèsia i l’Argentina ja estan en nivells superiors als de 2019.
Per zones geogràfiques, la Xina, els Estats Units, la Unió Europea i l’Índia sumen més de la meitat dels gasos emesos a l’última dècada. Quant a activitats, les que produeixen més CO₂ són la generació d’energia i calor (40%), el transport de béns i persones (20%) i l’activitat industrial (20%).
Calcula la teva petjada de carboni personal
La quantitat de gasos d’efecte hivernacle que genera cada individu a la seva vida quotidiana en desplaçar-se, alimentar-se i consumir recursos es coneix com a petjada de carboni personal. Per a evitar un augment de temperatura global superior als 2 °C, The Nature Conservancy, una ONG mediambiental, calcula que hauríem de reduir-la a la meitat abans de 2050.
Existeixen nombroses eines per a calcular la petjada de carboni personal. En concret, la calculadora de l’ONU té en compte aspectes com les característiques de la nostra llar, el consum d’energia, el tipus de transport que utilitzem diàriament, la quantitat de vols que realitzem, els nostres hàbits alimentaris i quant reciclem.
Algunes mesures per a reduir la nostra petjada de carboni personal són apostar per un consum responsable, moure’s de forma més sostenible, moderar la despesa energètica i rebaixar la quantitat de residus que generem.
El pes de les empreses
Bastant superior a la petjada de carboni personal és la que deixen les empreses en processos com la fabricació o el transport de mercaderies. És el que es coneix com a petjada de carboni corporativa. D’aquí la importància d’incidir en aquest apartat per a reduir l’escalfament global.
Les companyies poden reduir el seu impacte mediambiental millorant la seva eficiència energètica o incrementant el percentatge d’energia renovable que consumeixen. També poden recórrer a eines de compensació, com la inversió en projectes mediambientals, el pagament d’impostos verds o la compra de drets d’emissió de CO₂.
Una tendència a l’alça
Milers d’empreses ja publiquen la seva petjada de carboni, però no totes la calculen igual. La major part de les grans multinacionals obvien les emissions indirectes, aquelles que formen part de la seva cadena de valor, però que no depenen directament d’elles.
Un exemple paradigmàtic és el d’Amazon. La pressió d’activistes i inversors va portar a aquest gegant del comerç en línia a fer pública la seva petjada de carboni per primera vegada l’any passat. No obstant això, s’acaba de conèixer que en el seu informe només comptabilitzava una petita part de les emissions generades amb les seves vendes.
A diferència d’altres comerços, Amazon només comptabilitzava l’impacte mediambiental total dels productes propis, que suposen únicament l’1% de les seves vendes. La companyia no assumeix les emissions generades per l’ús d’un producte d’una altra marca una vegada que els seus repartidors el lliuren al client.
Un incentiu per a la sostenibilitat
El gran impacte de l’activitat empresarial en el medi ambient ha fet que cada vegada més veus reclamin l’obligatorietat per a les companyies de publicar la seva petjada de carboni als informes anuals.
Tant és així que la Securities and Exchange Commission, el regulador borsari dels Estats Units, acaba de proposar que les empreses cotitzades en aquest país hagin de revelar les seves emissions de gasos d’efecte d’hivernacle. I, molt important també, que ho facin seguint uns mateixos criteris.
Segons molts experts, obligar les empreses a publicar la seva petjada de carboni pot contribuir decisivament a escurçar el camí cap a una economia lliure d’emissions contaminants. Cada cop més inversors valoren les qüestions mediambientals en les seves decisions d’inversió.
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La escalada de precios generalizada también afecta la transición energética, concretamente en el aumento del coste de los materiales y minerales utilizados en las tecnologías verdes. Marifé Fariñas, del equipo de Back Office de 11Onze, nos explica cómo la revolución verde está haciendo aumentar el precio de las materias primas.
No, la revolución verde no es la causa de la elevada inflación, pero sí que es verdad que una parte de la escalada de precios es atribuible a la transición energética. Cómo explica Fariñas, “la revolución verde ha aumentado el precio de las materias primas, algunas hasta un 90%”. Este aumento de precios directamente relacionado con los materiales y minerales utilizados en favor de energías renovables se conoce como ‘greenflation’, o inflación verde.
Este fenómeno no deja de ser una paradoja que forzosamente acompaña el esfuerzo para luchar contra el cambio climático, “huir de los combustibles fósiles aumenta la demanda de las energías renovables, pero esta demanda hace subir el precio de los materiales que componen estos productos”, apunta Fariñas.
A pesar de que una reducción de la demanda de estas materias primas no puede ser la solución si queremos lograr los objetivos de transición energética, las economías de escala, más financiación para proyectos verdes, y sobre todo, reducir el coste de esta financiación, pueden compensar parte de los efectos de la inflación verde.
Hacer estos cambios implica incrementar la producción, pero como dice la agente de Back Office, “a pesar de que esto supone unos costes de producción, los expertos no creen que será una amenaza para la viabilidad de la energía verde”.
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L’increment d’esdeveniments climàtics extrems suposa un repte per als governs i la població. Quines són les conseqüències econòmiques del canvi climàtic? Com ens podem preparar per als desastres naturals que afecten el nostre territori? En parlem amb Gemma Vallet, directora d’11Onze District i Carolina Rafales, de l’equip de producte.
Es preveu que l’estiu d’aquest any sigui un dels més calorosos de la sèrie històrica, es tracta d’una previsió que sembla repetir-se any rere any. Una entrada d’estiu marcada per un temps inestable i tempestes. Cada vegada més sovint, els meteoròlegs avisen que ve una nova DANA (depressió aïllada a nivells alts), més coneguda com a gota freda, que pot provocar precipitacions intenses durant hores o dies.
Els efectes del canvi climàtic són cada cop més palpables i no ens queda més remei que adaptar-nos i prendre les mesures necessàries per pal·liar els efectes econòmics i socials que acompanyen aquests esdeveniments climàtics extrems. Com explica Carolina Rafales, “Aquests fenòmens meteorològics poden presentar tempestes violentes i pedregades, per això cal estar preparats”.
Com fer front a una DANA
Aquest fenomen meteorològic es caracteritza per les precipitacions torrencials, sovint violentes i acompanyades de forts vents, que poden produir inundacions. El fet que aquestes precipitacions es produeixin en poc temps i en zones molt localitzades fa que puguin causar d’anys a les infraestructures i edificis perquè es fa difícil canalitzar tanta quantitat d’aigua.
Si la regió on vivim pot ser afectada per una gota freda “és essencial estar informats del desenvolupament de la tempesta i evitar sortir de casa a peu o en cotxe”, apunta Rafales.
Així mateix, ens recorda que “cal assegurar-se que les canonades i desaigües de casa nostra estan lliures d’obstruccions”.
De la mateixa manera, no estaria de més preparar-nos per si marxés la llum, un dels efectes negatius que sovint acompanyen aquestes tempestes. Rafales ens aconsella tenir sempre els mòbils ben carregats, o bateries externes auxiliars. En casos d’inundacions extremes haurem d’abandonar l’àrea afectada i buscar refugi en una zona alta, per la qual cosa és aconsellable tenir reparat un kit d’emergències que inclogui roba de recanvi, llanternes, una ràdio, una farmaciola i provisions.
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Podem canviar el món? Quina és la nostra capacitat real d’impacte sobre l’entorn que ens envolta? Lara de Castro, HR Business Partner d’11Onze, explica què és el consum conscient i com podem contribuir a la sostenibilitat del planeta amb les nostres decisions de compra quotidianes.
Sovint subestimem l’impacte que els nostres actes individuals tenen sobre l’entorn que ens envolta. Però totes les accions, per petites que siguin, contribueixen a modelar el món. Lara de Castro ho deixa clar al següent vídeo amb un exemple molt evident.
Com ella mateixa adverteix, hi ha moltes persones que pensen que un acte individual sovint “és massa feble” per a tenir un impacte significatiu en l’entorn, “però no és així”. Cada acció compta i té conseqüències que es poden acumular a les de la resta de la comunitat. La realitat és que “les nostres decisions més quotidianes són rellevants, per petites que siguin”. En aquest sentit, és molt evident el paper que juguen totes les decisions de compra si som consumidors conscients.
Què és el consum conscient?
Els consumidors conscients són persones que escullen els productes i els serveis amb criteris que van “més enllà de la relació qualitat-preu”, ja que inclouen l’impacte ambiental i social com un element decisori en els seus hàbits de compra. Una conseqüència és l’aposta pel comerç de proximitat, que “és una manera de donar suport als productors locals i evitar l’impacte econòmic i ambiental del transport”, com explica Lara de Castro.
Un altre exemple de consum conscient el trobem en l’aigua. Si volem reduir la contaminació al planeta, podem substituir el consum d’aigua embotellada, “amb totes les conseqüències que sabem que té el plàstic”, per aigua de l’aixeta tractada amb filtres sostenibles.
Com indica Lara de Castro al final del vídeo, si tots som més conscients “en els petits detalls de la vida quotidiana” la realitat és que “sí que podem canviar el món”. La decisió és nostra.
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No somos suficientemente conscientes del poder que tenemos como consumidores para incidir en la economía. Pero nos lo tenemos que empezar a creer: la ciudadanía puede cambiar el mercado y hacer que el comercio de proximidad y sostenible sea todavía más importante.
La pandemia nos ha hecho redescubrir la importancia de la comunidad y de la proximidad. Las restricciones en la movilidad nos han hecho dar cuenta que depender de productos que vienen de la otra punta del mundo no tiene ningún sentido. De hecho, todavía estamos sufriendo retrasos en los suministros y el comercio de productos por culpa del confinamiento global que hemos vivido y de los líos geopolíticos, que no se detienen nunca.
Cuando hablamos de productos de proximidad, a menudo solo pensamos en los productos alimentarios, pero también hay que pensar en los servicios: la telefonía, la atención sanitaria, la energía, las finanzas… Todos estos servicios los acostumbran a ofrecer grandes corporaciones que tienen sus sedes fuera de Cataluña y, por lo tanto, no invierten sus beneficios en la ciudadanía de Cataluña.
En cambio, si contratamos los servicios en compañías, empresas o cooperativas de Cataluña, los beneficios que se obtienen sí que se invierten en nuestra comunidad, y también contribuyen a dar trabajo a miles y miles de personas.
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En un momento en el que el planeta nos pide responsabilidad y sentido común, el consumo también ha entrado en una nueva etapa. Comprar nuevos productos ya no es la única opción. Cada vez más personas apuestan por alargar la vida útil de todo lo que ya existe, y esto ha dado lugar a una tendencia que no solo ha venido para quedarse, sino que está cambiando la cultura del consumo: lo recommerce.
El concepto es sencillo pero potente: vender y comprar productos de segunda mano a través de plataformas digitales. ¿El objetivo? Reducir residuos, reutilizar lo que todavía es útil, y evitar la sobreproducción que alimenta el modelo de consumo tradicional. Es la versión práctica de las tres famosas R de la economía circular: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Este cambio de hábitos, que hasta hace unos años se consideraba minoritario o alternativo, se ha extendido con fuerza entre aquellos consumidores que quieren ahorrar dinero y al mismo tiempo tener un impacto positivo en el medio ambiente. Y para ello, ha nacido un ecosistema digital de plataformas que facilitan la compraventa de objetos de segunda mano de una forma rápida, segura y asequible. A continuación destacamos:
- Una de las grandes impulsoras de esta revolución es Back Market, una plataforma especializada en tecnología reacondicionada. Smartphones, ordenadores portátiles, cámaras, pequeños electrodomésticos… todo pasa por manos profesionales que aseguran su correcto funcionamiento antes de ponerlo a la venta. Además, la propia plataforma actúa como garantía, ofreciendo un servicio de posventa riguroso y ágil. Es una forma inteligente de comprar tecnología de última generación a precios mucho más asequibles y sin generar más desperdicios electrónicos.
- Para quienes quieren vender lo que ya no utilizan —o encontrar gangas en productos de todo tipo—, Wallapop sigue siendo una de las opciones más populares. Esta app ha sabido posicionarse como una especie de mercado de segunda mano digital, donde la proximidad y el trato directo entre compradores y vendedores facilita su logística. Desde muebles hasta material deportivo, pasando por videojuegos o ropa infantil, es una ventana abierta al consumo responsable y práctico.
- Otra plataforma a tener en cuenta es Letgo, que se diferencia por incorporar tecnología de inteligencia artificial. Esta funcionalidad permite reconocer los objetos a partir de una imagen, categorizarlos automáticamente y agilizar su publicación. El resultado es una experiencia de usuario muy fluida y eficiente, especialmente útil para quien desea vender sin complicaciones.
- En el ámbito de la movilidad, Coches.net se ha convertido en un referente. Esta app no solo permite comprar y vender coches de segunda mano, sino también vehículos nuevos, de kilómetro cero, autocaravanas o furgonetas. El valor añadido es la garantía que ofrecen muchos de los vendedores profesionales de la plataforma, lo que genera confianza y reduce riesgos en una operación tan sensible como es la compra de un vehículo.
- La ropa, uno de los grandes focos de consumo masivo y contaminación, tiene también sus plataformas específicas. Vinted es una comunidad de compraventa de moda que funciona como una red social: las personas venden su ropa con fotos o vídeos, y pueden seguirse mutuamente. Es una manera fresca y divertida de dar una segunda vida a prendas que ya no utilizamos, ya la vez renovar el armario sin caer en la espiral del consumo impulsado por la moda rápida.
- No podemos olvidar a Milanuncios, un clásico de los anuncios clasificados que ha sabido adaptarse al mundo digital. Con una oferta muy variada que va más allá de los objetos —trabajo, vivienda, servicios—, sigue siendo una plataforma muy útil para todo tipo de transacciones, especialmente en entornos más rurales o para personas que buscan opciones más tradicionales.
- Y si hablamos de nichos específicos, una app como Bkie demuestra hasta dónde puede llegar la personalización dentro del recommerce. Dedicada exclusivamente a la compraventa de bicicletas y equipamiento ciclista, ha creado una comunidad propia, fiel y activa. Con el ciclismo en auge, esta app ha sabido captar las necesidades de un colectivo exigente que busca calidad, buen precio y confianza entre usuarios.
Esta nueva forma de consumir no solo tiene beneficios ambientales y económicos. También cambia la relación que tenemos con los objetos, nos hace más conscientes de su valor y educa en una cultura del consumo más madura, menos basada en la novedad y más en el uso responsable.
Comprar de segunda mano, hoy, ya no es sinónimo de necesidad, sino conciencia. Y el recommerce es una herramienta poderosa para hacer realidad ese cambio. A través de estas apps, podemos comprar mejor, vender lo que no utilizamos y contribuir activamente a una economía más sostenible, humana y eficiente. Así que la próxima vez que pienses en comprar algo nuevo, pregúntate antes: ¿realmente lo necesito nuevo? Quizás la respuesta te sorprenda… y el planeta te lo agradecerá.
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Todos somos conscientes de la necesidad de reducir el consumo de plástico para mitigar su impacto sobre el planeta. Por eso es importante que seamos proactivos al introducir pequeños cambios en nuestros hábitos que permitan eliminar o hacer un mejor uso de los plásticos.
Los enormes problemas medioambientales causados por los plásticos de un solo uso están muy documentados. Cada año tiramos millones de toneladas de residuos plásticos en los mares y océanos, que acaban formando, literalmente, extensas islas de basura no biodegradable que se acumulan gracias a las corrientes marinas.
Los gobiernos, las corporaciones y las grandes marcas de supermercados están implementando cambios para reducir su consumo y mitigar el impacto ambiental de los desechos plásticos generados. Aun así, nosotros podemos aprovechar el poder que tenemos como consumidores para espolear un cambio de paradigma que no puede esperar más.
Así pues, proponemos cinco opciones que podemos incluir en nuestra rutina habitual para reducir fácilmente la cantidad de plástico que utilizamos.
Utiliza bolsas de tela
A pesar de que la prohibición de la entrega gratuita de bolsas de plástico entró en vigor en Cataluña el marzo del 2017 y que a partir del 1 de enero del 2021 se establecía la prohibición de la entrega de las bolsas de plástico ligeras que se ofrecen a los consumidores, todavía usamos bolsas que, si bien son compostables, contienen una gran cantidad de plástico. Llevar bolsas de tela, una cesta o un carro de la compra nos ahorra un consumo innecesario de plástico.
Compra alimentos a granel
La compra a granel elimina envases innecesarios y promueve un consumo responsable porque nos permite llevarnos de la tienda únicamente aquello que consumiremos. Nuestras bolsas y envases, preferiblemente de vidrio, se pueden reutilizar muchas veces.
Usa detergentes ecológicos
Algunos de los ingredientes más comunes en los detergentes convencionales pueden ser altamente perjudiciales para el medio ambiente. Afortunadamente, hay productos de limpieza elaborados con criterios ecológicos, como las tiras de detergente biodegradables de Natulim, que no generan residuos medioambientales y evitan el uso del plástico en su envasado.
Elimina los productos de un solo uso
Los envases y productos desechables, como pueden ser los cubiertos, platos, vasos, pajitas y maquinillas de afeitar de plástico, pueden ser prácticos, pero crean grandes cantidades de residuos que podríamos evitar fácilmente sustituyéndolos por productos hechos de vidrio, metal u otros materiales.
Evita o recicla las cápsulas de café
Es evidente que comprar café molido y hacerlo con una cafetera tradicional resulta mucho más ecológico que consumir cápsulas de café. Dicho esto, no todo el mundo tiene el tiempo o la paciencia para hacer un café como los de siempre una vez acostumbrados a las cápsulas monodosis. Por suerte, algunos fabricantes de cápsulas ofrecen planes de reciclaje para aprovechar este residuo y darle una segunda vida.
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