El reto de descarbonizar la aviación comercial
Ante la creciente presión para reducir las emisiones de CO₂, el sector de la aviación comercial está explorando la viabilidad de utilizar combustibles más sostenibles. A pesar de que todavía quedan algunos retos para superar, el SAF (Sustainable Aviation Fuel) y el hidrógeno verde se presentan como posibles soluciones para descarbonizar el transporte aéreo.
Si bien en los últimos 30 años el sector de la aviación ha conseguido reducir su huella de carbono en un 50%, todavía representa el 2,5% de las emisiones globales de CO₂, el 13,9% de las emisiones del transporte de mercancías, y depende predominantemente de los combustibles de aviación convencionales.
En el marco europeo de conseguir ser el primer continente climáticamente neutro para 2050, lograr este hito pasará necesariamente por un sector industrial que avance en el desarrollo de tecnologías punteras para disponer de combustibles más limpios, impulsando la propulsión de motores de aviación híbridos y gestionando eficientemente el tráfico aéreo.
A diferencia de lo que se ha visto en la industria del automóvil, el sector de la aviación no se puede electrificar tan fácilmente. La propulsión eléctrica con baterías solo es factible aplicarla en pequeñas aeronaves o aviones regionales que realizan recorridos cortos y llevan cargas de menor envergadura, al menos en un futuro próximo.
En este sentido, Abel Jiménez, ingeniero jefe del fabricante de motores ITP Aero, apunta que “como mínimo durante las próximas dos décadas, la principal forma de propulsión de los aviones seguirá siendo el motor de combustión”. Por lo tanto, la transición hacia una aeronáutica neutra en carbono requerirá la adopción de alternativas más viables e inmediatas basadas en la capacidad tecnológica actual.
Combustible de aviación sostenible (SAF)
El SAF (Sustainable Aviation Fuel) puede ser utilizado en los motores de aviones convencionales sin necesitar grandes modificaciones técnicas. Se trata de un combustible producido a partir de residuos orgánicos, como por ejemplo aceite de cocina usado, residuos agrícolas o restos de la industria agroalimentaria. Sus defensores argumentan que puede reducir las emisiones de CO₂ hasta un 80% en comparación con el queroseno tradicional.
Sin embargo, producir y distribuir SAF no es una tarea sencilla. Por un lado, la oferta de la materia prima necesaria es cada vez más escasa, por el otro, recolectar aceite de miles de cocinas y transportar el combustible desde las refinerías a miles de aeropuertos es caro, laborioso y requiere mucho tiempo.
Además, con el objetivo de mantener la sostenibilidad de este combustible, los fabricantes de SAF no pueden competir con la producción normal de alimentos mediante el uso de tierras agrícolas de primera necesidad, el uso de agua o de materias primeras que no sean residuos.
Esto encarece el producto final, que actualmente es de dos a dos veces y media más caro que el combustible de aviación convencional. Ampliar este proceso para abaratar costes implica la creación de nuevas cadenas de suministro y hacerlo de manera sostenible tampoco es fácil.
Así pues, estamos lejos de tener la capacidad de producir y distribuir SAF de manera sostenible en grandes cantidades. Actualmente, este combustible solo representa una ínfima parte de las necesidades totales del sector aéreo y, aunque, según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional, este año su producción se triplicará respecto a los niveles de 2023, tan solo cubrirá un 0,53% de la demanda de combustible de aviación.
Hidrógeno, una tecnología prometedora
Muchos analistas de la industria de la aviación creen que el uso del hidrógeno verde o hidrógeno producido con energías renovables es el camino a seguir. La ventaja principal del hidrógeno es que no emite CO₂ durante su combustión; el producto final es agua. Esto lo convierte en una tecnología ideal para lograr la neutralidad climática.
Puede ser utilizado como combustible en motores de combustión o en células de combustible que generan electricidad para alimentar motores eléctricos. Empresas como Airbus, Rolls-Royce, Safran y MTU han anunciado planes para desarrollar aviones comerciales impulsados por hidrógeno que podrían estar en operación hacia el 2035.
David Álvaro Granero, Engineering Senior Site Rep (ESSR) en Airbus, indicó que están trabajando para ofrecer un 100% de capacidad SAF en sus aviones antes del 2030 y, en cuanto al hidrógeno, están valorando tres opciones: la combustión directa del hidrógeno líquido con turbohélice o turbofán, las pilas de combustible de hidrógeno para conseguir una propulsión eléctrica y una arquitectura híbrida combinando las dos opciones.
El hidrógeno producido con energías renovables no es tan asequible como el queroseno, pero no es tan caro como lo SAF y sería mucho más fácil escalar su producción. No obstante, como combustible de aviación, también presenta algunas desventajas, como su baja densidad aparente y la dificultad de almacenarlo y transportarlo a causa de su inflamabilidad y riesgo de explosión. Lo cual requerirá que los aeropuertos efectúen grandes inversiones para construir toda una nueva infraestructura para su almacenamiento y distribución.
En última instancia, queda claro que, para ser efectivas, el conjunto de soluciones que se adopten para descarbonizar la industria de la aviación requerirán la colaboración de todos los actores del sector a nivel global.
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¿Cuánto contamina el transporte de mercancías?
5min lecturaEl transporte de mercancías sigue en auge, impulsado...
Després d’una reducció temporal provocada per la pandèmia, la petjada de carboni torna a créixer i el canvi climàtic s’accelera. Individus, empreses i reguladors poden contribuir a minorar l’emissió de gasos d’efecte d’hivernacle. Vegem com està evolucionant i quines mesures contribuirien a mitigar-la.
Només les necessitats energètiques de l’activitat humana van generar 36.000 milions de tones de diòxid de carboni (CO₂) el 2021, segons l’Agència Internacional de l’Energia. Una referència per a assimilar la magnitud d’aquesta xifra? Pensa que tota la població mundial posada en una balança no arribaria als 400 milions de tones. És a dir, el CO₂ que emetem en només un any multiplica per cent el pes de tota la humanitat.
El diòxid de carboni és el gas d’efecte hivernacle més abundant i que més ha contribuït a l’escalfament global en les últimes dècades. Les emissions directes i indirectes d’aquest gas, juntament amb el metà, l’òxid de nitrogen, l’hexafluorur de sofre, els hidrofluorocarburs i els perfluorocarburs, conformen el que es coneix com a “petjada de carboni”. Es tracta d’un indicador ambiental encunyat als anys noranta per a mesurar la contribució de l’activitat humana a l’escalfament del planeta.
La realitat és que estem molt lluny dels objectius marcats per a aturar el canvi climàtic. Els científics adverteixen que les emissions netes de CO₂ haurien de reduir-se a zero d’ara el 2050 si volem evitar les seves conseqüències catastròfiques. L’augment de temperatura global porta aparellats fenòmens meteorològics extrems i una pujada del nivell del mar a causa del desglaç.
Emergència climàtica
L’ONU estima que des de 1990 les emissions de diòxid de carboni s’han incrementat gairebé un 50 %. De fet, l’Organització Meteorològica Mundial apunta que els nivells actuals de CO₂ a l’atmosfera són similars als de fa tres milions d’anys, quan la temperatura mitjana de la Terra era 3 °C més elevada i el nivell del mar se situava molt per sobre de l’actual.
Per això, és lògic que un dels Objectius de Desenvolupament Sostenible establerts per l’ONU incideixi en la necessitat d’aturar el canvi climàtic. La fórmula demana prendre mesures que en els pròxims anys ens portin a una economia baixa en diòxid de carboni.
De fet, la immensa majoria de països del món van signar el 2015 l’Acord de París, un tractat internacional que pretén limitar l’escalfament global. Així i tot, la nostra petjada de carboni ha continuat creixent. Les emissions de gasos d’efecte hivernacle només es van reduir el 2020. I la raó va ser l’aturada econòmica que va provocar la pandèmia.
L’informe Climate Transparecy Report calcula que les emissions dels països del G-20, responsables del 75% dels gasos d’efecte hivernacle, van tornar a créixer un quatre per cent el 2022. La Xina, l’Índia, Indonèsia i l’Argentina ja estan en nivells superiors als de 2019.
Per zones geogràfiques, la Xina, els Estats Units, la Unió Europea i l’Índia sumen més de la meitat dels gasos emesos a l’última dècada. Quant a activitats, les que produeixen més CO₂ són la generació d’energia i calor (40%), el transport de béns i persones (20%) i l’activitat industrial (20%).
Calcula la teva petjada de carboni personal
La quantitat de gasos d’efecte hivernacle que genera cada individu a la seva vida quotidiana en desplaçar-se, alimentar-se i consumir recursos es coneix com a petjada de carboni personal. Per a evitar un augment de temperatura global superior als 2 °C, The Nature Conservancy, una ONG mediambiental, calcula que hauríem de reduir-la a la meitat abans de 2050.
Existeixen nombroses eines per a calcular la petjada de carboni personal. En concret, la calculadora de l’ONU té en compte aspectes com les característiques de la nostra llar, el consum d’energia, el tipus de transport que utilitzem diàriament, la quantitat de vols que realitzem, els nostres hàbits alimentaris i quant reciclem.
Algunes mesures per a reduir la nostra petjada de carboni personal són apostar per un consum responsable, moure’s de forma més sostenible, moderar la despesa energètica i rebaixar la quantitat de residus que generem.
El pes de les empreses
Bastant superior a la petjada de carboni personal és la que deixen les empreses en processos com la fabricació o el transport de mercaderies. És el que es coneix com a petjada de carboni corporativa. D’aquí la importància d’incidir en aquest apartat per a reduir l’escalfament global.
Les companyies poden reduir el seu impacte mediambiental millorant la seva eficiència energètica o incrementant el percentatge d’energia renovable que consumeixen. També poden recórrer a eines de compensació, com la inversió en projectes mediambientals, el pagament d’impostos verds o la compra de drets d’emissió de CO₂.
Una tendència a l’alça
Milers d’empreses ja publiquen la seva petjada de carboni, però no totes la calculen igual. La major part de les grans multinacionals obvien les emissions indirectes, aquelles que formen part de la seva cadena de valor, però que no depenen directament d’elles.
Un exemple paradigmàtic és el d’Amazon. La pressió d’activistes i inversors va portar a aquest gegant del comerç en línia a fer pública la seva petjada de carboni per primera vegada l’any passat. No obstant això, s’acaba de conèixer que en el seu informe només comptabilitzava una petita part de les emissions generades amb les seves vendes.
A diferència d’altres comerços, Amazon només comptabilitzava l’impacte mediambiental total dels productes propis, que suposen únicament l’1% de les seves vendes. La companyia no assumeix les emissions generades per l’ús d’un producte d’una altra marca una vegada que els seus repartidors el lliuren al client.
Un incentiu per a la sostenibilitat
El gran impacte de l’activitat empresarial en el medi ambient ha fet que cada vegada més veus reclamin l’obligatorietat per a les companyies de publicar la seva petjada de carboni als informes anuals.
Tant és així que la Securities and Exchange Commission, el regulador borsari dels Estats Units, acaba de proposar que les empreses cotitzades en aquest país hagin de revelar les seves emissions de gasos d’efecte d’hivernacle. I, molt important també, que ho facin seguint uns mateixos criteris.
Segons molts experts, obligar les empreses a publicar la seva petjada de carboni pot contribuir decisivament a escurçar el camí cap a una economia lliure d’emissions contaminants. Cada cop més inversors valoren les qüestions mediambientals en les seves decisions d’inversió.
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Els mercats de carboni combaten la pol·lució
4min lecturaSegons Greenpeace, el canvi climàtic és el mal del nostre...
Aunque las autoridades sanitarias insisten en que el agua del grifo es totalmente salubre, numerosas voces advierten sobre la falta de controles exhaustivos. Metales pesados, compuestos orgánicos volátiles, pesticidas, herbicidas, productos farmacéuticos y microplásticos suponen un riesgo para nuestra salud.
En diciembre de 2020, el Parlamento Europeo aprobaba la Directiva del agua potable para mejorar la calidad del agua del grifo y reducir el consumo de agua embotellada. Esta directiva preveía la imposición de unos límites más estrictos para algunos contaminantes como el plomo. También planteaba la elaboración de una lista con las sustancias o compuestos que inquietan a la opinión pública y la comunidad científica para su supervisión.
Sin embargo, lo cierto es que, casi un año y medio después, la Comisión Europea sigue sin haber elaborado esa lista, donde debían figurar productos farmacéuticos, disruptores endocrinos y microplásticos que pueden dañar nuestra salud.
A día de hoy todavía es difícil encontrar agua corriente incolora, inodora e insípida. En la mayoría de los casos, el agua del grifo incorpora múltiples sustancias, desde el cloro utilizado para potabilizarla, que puede dar al agua un característico mal sabor, hasta otras más nocivas, como metales pesados, compuestos orgánicos volátiles, pesticidas, herbicidas, productos farmacéuticos, microplásticos, bacterias y virus.
Los controles rutinarios solo comprueban los niveles de aquellos elementos contaminantes que ya están legislados, pero son una pequeña parte. Por ejemplo, el proyecto Outbiotics, que se desarrolla en Cataluña, Aragón, Navarra, País Vasco y el sur de Francia, ha encontrado antibióticos como amoxicilina, ciprofloxacina, enrofloxacina, azitromicina, sulfadiazina, sulfametoxazol y trimetoprima en aguas naturales prepotables.
Estudios como el publicado por la prestigiosa revista ‘Environmental Health’ dejan clara la necesidad de reducir las sustancias perfluoroalquiladas presentes en el agua del grifo de todo el mundo para mejorar nuestra salud, ya que se les considera disruptores endocrinos.
Los persistentes metales pesados
La actividad industrial y minera libera metales tóxicos como plomo, mercurio, cadmio, arsénico y cromo, que pueden llegar a acuíferos y ríos, contaminando el suelo y acumulándose en plantas y tejidos orgánicos. La exposición a estos elementos está relacionada con problemas de salud como diversos tipos de cáncer, daños en el riñón y retrasos en el desarrollo.
El plomo también puede infiltrarse en el agua potable por la corrosión de las tuberías de servicio, los grifos de latón cromado y los elementos fijos con soldaduras de plomo.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) determinó que el nivel máximo de este metal pesado en el agua potable debería ser cero, “ya que el plomo es un metal tóxico que puede dañar la salud humana, incluso en niveles de baja exposición”, además de poder “bioacumularse en el cuerpo con el tiempo”.
Los niños son especialmente vulnerables a este metal, puesto que lo absorben más fácilmente que los adultos y su eliminación renal es menos efectiva. El plomo puede afectar a su desarrollo cerebral, reducir su capacidad de concentración y afectar a su rendimiento académico.
La invasión de los microplásticos
Un estudio realizado por la organización periodística Orb Media en colaboración con investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York y la Universidad de Minnesota muestra que los microplásticos llegaron ya hace años al agua corriente de todo el mundo.
El 83% de las muestras de agua potable recogidas en los cinco continentes durante la década pasada ya contenían microplásticos. Estados Unidos presentaba la tasa más alta de contaminación y, aunque la de Europa era la más baja, seguía siendo muy elevada (72%). La media de fibras plásticas encontradas en cada 500 ml de agua oscilaba entre 4,8 en Estados Unidos y 1,9 en Europa.
Plaguicidas sin control
Un reciente informe de Ecologistas en Acción denuncia el escaso control de sustancias químicas sospechosas de poder contaminar las aguas de consumo humano. Es el caso de muchos plaguicidas, herbicidas y biocidas.
El azufre, que es el más usado en el campo, no se ha buscado en ninguno de los análisis de agua realizados por los municipios españoles en los últimos años. Y lo mismo sucede con sustancias tan comunes en agricultura y ganadería como metam sodio (solo consta una búsqueda en 2019), oxicloruro de cobre, aceite de paradina, hidróxido de cobre y propamocarb.
Además, el informe critica la falta de obligación legal en la realización de análisis completos en poblaciones pequeñas y su poca fiabilidad por la ausencia de límites cuantificados y la no acreditación de los laboratorios contratados. Esta organización ha constatado la ausencia de controles completos incluso en municipios declarados por las propias comunidades autónomas como vulnerables a nitratos.
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Un cop s’acaben les festes nadalenques, és hora de posar ordre a tanta decoració. Sovint l’avet, el pessebre o el tió són els objectes més preuats de la casa, però també els més difícils de reutilitzar i reciclar. A 11Onze et donem quatre consells per endreçar per Nadal de la manera més sostenible.
L’avet, les garlandes, les boles, els llums de colors, els paraments de taula… Abans de posar-nos a recollir tots els guarniments nadalencs, hem de tenir clara una cosa: com més sostenible sigui el material que fem servir, millor. Les vaixelles? De ceràmica! Les estovalles? De fil! Les garlandes i les boles? De paper i de vidre! L’avet? Natural! I el pessebre? El pessebre és per tota la vida.
- Cada cosa al seu lloc, i quan toca. Sembla una obvietat, però el primer consell per fer endreça de casa, amb tant guarniment i tanta teca, és conèixer bé perquè serveix cada contenidor de residu. Ho repassem: el verd és el per al vidre, el blau per al paper i el cartó, el groc per als envasos plàstics i metàl·lics, el marró per a la brossa orgànica i el gris per a la deixalla sobrant. I recorda, l’oli també es pot reciclar! Si tens dubtes, sempre pots consultar la pàgina web de l’Agència de Residus de Catalunya. A més, aquestes festes també hem de procurar no baixar les deixalles en dies festius, no sigui que la festa de brossa ens la trobem a la vorera l’endemà.
- No desaprofitis menjar. Els experts asseguren que cada any es malgasten fins a 1.300 tones d’aliment a tot el món. El desaprofitament dels aliments és una de les xacres ecològiques i econòmiques més grans que ha d’afrontar la nostra societat global. Per això, si després de tanta celebració et sobra menjar, potser és una bona idea recórrer a la cuina d’aprofitament. Si realment et sobra menjar sense estrenar, pots preguntar al Banc dels Aliments més proper o alguna entitat social del barri.
- Recull l’avet. Els avets, sempre que siguin naturals, i per això és recomanable que així sigui, es poden reciclar cada any. La majoria de municipis de Catalunya posen a l’abast de la ciutadania punts de reciclatge d’avets. S’instal·len l’endemà de Reis. A Barcelona estan oberts les 24 hores del dia, i n’hi ha a cada districte. Consulta la web del teu municipi per saber on estan ubicats aquests centres neuràlgics del reciclatge nadalenc.
- Reutilitza tant com puguis. Els paraments de Nadal, les garlandes, les boles i tota la resta de decoració nadalenca, inclosos els estimats pessebres, s’han de poder reutilitzar any rere any. Per això, és una bona idea incentivar compres de qualitat i que tots els guarniments siguin un petit tresor familiar que passa de generació en generació.
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Los residuos plásticos forman ya ingentes islas en el mar y han llegado incluso a lo más profundo del océano. Estos vertidos suponen una tragedia ecológica que algunas iniciativas pretenden mitigar. La salud de nuestros mares y de la propia humanidad está en juego.
La ONU estima que en 2050 los océanos contendrán más plástico que peces. Y es que cada año acaban en el mar diez millones de toneladas de residuos plásticos de todo tipo, como por ejemplo, el envase del agua embotellada.
Esto ha generado la formación de grandes “islas” de plástico en el agua. Para hacerse una idea de la magnitud del problema, basta decir que la mayor de estas islas se sitúa en el Pacífico y triplica la extensión de Francia.
Las consecuencias son dramáticas para el planeta porque muchos animales marinos ingieren este plástico y más de un millón acaban muriendo cada año por su culpa.
Los microplásticos, aquellas piezas con un tamaño inferior a los 5 milímetros, incluso pueden llegar a nuestro organismo a través de los peces que comemos. Las consecuencias van desde el estrés oxidativo de nuestras células hasta el deterioro del ADN.
Tres iniciativas de éxito
Por ello, desde la sociedad civil cada vez surgen más iniciativas para reducir la cantidad de plástico que acaba en los océanos, dañando la vida marina, contribuyendo al cambio climático y ensuciando un bien esencial como es el agua.
Un ejemplo es el programa Water Heroes FC, impulsado por Xylem y el Manchester City. Este proyecto, en el que participa Pep Guardiola, intenta concienciar al público sobre los problemas del agua y promueve acciones para mitigarlos. Una de sus iniciativas, “Plogging with Pep”, anima al público a recoger basura mientras camina, corre o realiza cualquier otro deporte al aire libre.
Otro caso de éxito son las Ocean Initiatives, de la Surfrider Foundation Europe. Con 25 años de historia, este programa de voluntariado moviliza cada año a 40.000 participantes en 40 países, que se organizan para retirar basura de playas y vías fluviales.
Un tercer ejemplo es el proyecto Ocean Cleanup, fundado hace una década por un joven de tan solo 20 años. En este caso se trata de estructuras flotantes que aprovechan las corrientes para recoger la basura de ríos y océanos. Su ambicioso objetivo es eliminar el 90 por ciento del plástico flotante en 2040.
Se trata de tres ejemplos de cómo se puede contribuir a contener la basura marina y mitigar la contaminación de los océanos. No hay que olvidar que suponen el 97 por ciento del agua del planeta.
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Llueva, nieve o haga sol, el suministro del agua que consumen más del 80% de los catalanes sigue en manos de empresas total o parcialmente privadas. A pesar de los esfuerzos por recuperar la gestión pública de este servicio, las multinacionales del sector se resisten a perder un negocio millonario.
A través de la empresa pública ONAIGUA, el consejo comarcal de Osona asumió en abril del año pasado la gestión del suministro de agua en esa comarca, con lo que da servicio a 11.400 puntos de consumo y llega a más de 25.000 habitantes. Se convirtió en el primer consejo comarcal en tomar una medida de este calado.
Podríamos decir que se trata de una anomalía del mercado, ya que el suministro del agua en Cataluña está mayoritariamente en manos privadas. Un reducido número de empresas privadas administran y se lucran de este bien preciado en nuestro país gracias a concesiones muchas veces cuestionadas. Y eso que en el mundo la gestión pública surte al 90% de la población y Naciones Unidas reconoce el agua como un derecho humano.
Según los datos de la plataforma Agua es vida, más del 80% de los catalanes obtienen el agua a través de un servicio total o parcialmente privatizado, mientras que los que la reciben por medio de una empresa pública no representan ni el 20% de la población. Este desequilibrio se explica por el dominio del modelo privado en los municipios con un mayor volumen de población, que son los más rentables.
Presión para municipalizar un servicio básico
Ante esta realidad, existe una creciente presión para recuperar la gestión pública de este servicio. La Asociación de Municipios y Entidades por el Agua Pública (AMAP) ya cuenta con 68 miembros y representa al 47% de la población de Cataluña. Recientemente, publicaba un informe con propuestas de reformas legislativas para cambiar esta situación.
Seis municipios, la Asociación de Micropueblos de Cataluña y una nueva empresa pública, se sumaron a esta entidad en 2022. De los nuevos municipios, solo Mieres (La Garrotxa), Collbató (Baix Llobregat) i Torroella de Montgrí (Baix Empordà) gestionan directamente el agua. Castelló d’Empúries está en proceso de remunicipalizar el servicio, mientras que Manlleu y Sitges todavía están atadas a concesiones por más de una década con Sorea y Agbar. En cuanto a la Asociación de Micropueblos de Cataluña, hay que tener en cuenta que el 70% de los municipios de menos de mil habitantes ya gestionan directamente el suministro de agua.
Casi un monopolio
Aunque las empresas privadas que gestionan el agua en Cataluña se presentan con distintos nombres según el municipio, la mayoría pertenecen al grupo Agbar, que está valorado en unos 3.000 millones de euros.
Este grupo controla totalmente la empresa Sorea y posee casi el 80% de la Companyia d’Aigües de Sabadell (CASSA), el 68% de Aigües de Rigat (Igualada) y el 49% de la Empresa Municipal Aigües de Tarragona (Ematsa). Además, tiene alrededor del 35% de Mina Pública de Terrassa y el 31% de Girona SA.
Sus beneficios no solo provienen de la venta de agua, que el año pasado pretendía encarecer un 7,4% en Barcelona. También a través de la subcontratación de servicios a sus filiales. Esto permite que en la Ciudad Condal, por ejemplo, el coste de los contadores de agua para el usuario final acabe más que triplicando el coste original. Hablamos de unos 17 millones de euros de beneficio adicional al año.
Estrategia de judicialización
Ante un negocio de este tamaño no resulta extraño que Agbar lleve a los tribunales cualquier iniciativa encaminada a recuperar la gestión pública del suministro de agua, como detalla el portal ctxt. Solo en Barcelona, esta multinacional y sus entidades afines han presentado una cuarentena de acciones judiciales.
Su estrategia de empantanar judicialmente estos procesos para dilatarlos o diluirlos le ha llevado incluso a poner un contencioso contra un simple convenio entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Área Metropolitana para el intercambio de información entre instituciones.
Uno de los casos más sonados tiene que ver con la consulta que el Ayuntamiento de Barcelona quería impulsar para conocer la opinión de la ciudadanía sobre una eventual gestión pública del agua. Diversas entidades, entre las que se encontraba Agbar, interpusieron recursos. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) suspendió el reglamento de participación ciudadana en la parte relativa a las consultas e impidió que la iniciativa saliera adelante.
El caso que afecta a un mayor número de municipios es el que Agbar impulsó contra varios consistorios del Área Metropolitana de Barcelona. Inicialmente, una sentencia del TSJC en 2016 anuló la concesión a Aigües de Barcelona del suministro de agua en varios municipios del cinturón metropolitano, con la que la empresa se aseguraba el servicio a casi tres millones de habitantes durante 35 años y unos ingresos de 3.500 millones de euros. El tribunal veía “motivos de anulación por vicios en el proceso de contratación” cuando se constituyó la empresa mixta en la que participaba Agbar. Sin embargo, el Tribunal Supremo revocó esta sentencia en 2019 al considerar que el procedimiento empleado por la Administración para adjudicar el servicio sin concurso público estaba avalado por la Ley de contratos del sector público.
Prácticas turbias
Como denunciaba Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Barcelona, las turbias prácticas de Agbar para conseguir concesiones la han llevado a estar imputada en tres macrocausas judiciales (Pokémon, Púnica y Petrum), además de ser expulsada en 2017 de la gestión del agua en Girona tras demostrarse su vinculación con la trama del 3%.
Los informes de esta última causa constataban que, durante más de dos décadas, los gerundenses pagaron más de 1 millón de euros de sobrecoste por el servicio de agua. Además, la Agencia Tributaria advertía que los directivos de la empresa habían cargado gastos personales a la sociedad y concluyó que Girona SA había cobrado centenares de miles de euros por servicios no prestados.
Como explicamos en el artículo “Los servicios públicos, cada vez más privatizados”, la privatización de servicios esenciales avanza de forma implacable en Europa desde los años ochenta. Y eso está teniendo un precio incuestionable para el conjunto de la ciudadanía. El agente de 11Onze Jordi Coll apunta que este proceso ha supuesto someter la prestación de estos servicios “a la lógica de criterios de mercado y, por lo tanto, de los beneficios privados”.
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L’última edició de Statistical Review of World Energy 2024 fa una anàlisi exhaustiva de l’estat actual del sector energètic global, proporcionant dades clau sobre la producció, el consum i les emissions, així com del progrés en la transició energètica cap a un model més sostenible.
2023 va ser l’any més càlid des que es tenen registres i l’impacte del canvi climàtic es va deixar notar en tots els continents. L’últim Informe de Riscos Globals 2024 del Fòrum Econòmic Mundial constata que els esdeveniments meteorològics extrems, la pèrdua de biodiversitat, el col·lapse dels ecosistemes i l’escassetat de recursos naturals suposen el risc més gran per la humanitat durant la pròxima dècada. La causa principal és la crema de combustibles fòssils, que ha anat augmentant a mesura que ho ha fet la població humana.
En aquest context, l’Statistical Review of World Energy 2024 és un informe elaborat per l’Energy Institute que ofereix una visió detallada de la producció i el consum mundial d’hidrocarburs i d’energies renovables, així com de les emissions de diòxid de carboni i sobre el progrés en la transició cap a un model energètic menys depenent dels combustibles fòssils, impulsat per una explotació cada vegada més competitiva de l’energia eòlica i solar.
L’anàlisi feta per l’Energy Institute confirma que el consum mundial d’energia primària durant el 2023 va augmentar un 2% respecte a l’any anterior, assolint un nou rècord per segon any consecutiu, amb els països no pertanyents a l’OCDE dominant tant la quota com les taxes de creixement anual. Es van observar màxims històrics en el consum de combustibles fòssils i emissions, però també en la generació d’energies renovables.
Aquest augment del consum energètic reflecteix l’expansió econòmica, especialment en regions en vies de desenvolupament com l’Àsia, on països com la Xina i l’Índia continuen depenent dels combustibles fòssils, que continuen sent la base del seu desenvolupament per alimentar el creixement industrial.
L’increment del consum energètic va venir acompanyat d’un augment del 2,1% en les emissions de diòxid de carboni, superant per primera vegada els 40.000 milions de tones mètriques de CO₂. La crema en torxa i els processos industrials van ser els principals causants de l’augment rècord d’emissions.
L’impuls de les renovables
La bona notícia és que les energies renovables van créixer a un ritme sis vegades superior al de l’energia primària total, representant el 14,6% del consum total. Això no obstant, els combustibles fòssils continuen dominant, constituint el 81,5% del consum d’energia primària.
La producció d’electricitat va créixer un 2,5%, amb una contribució de les energies renovables al 30% de la producció total. L’energia eòlica i solar van representar el 74% de tota la nova capacitat de generació elèctrica instal·lada, experimentant un creixement sense precedents gràcies a les importants addicions des de la Xina i Europa. En l’àmbit regional, l’Amèrica Central i del Sud van registrar la contribució més gran al creixement d’energies renovables, amb un 72%.
Amb més de 115 GW, les noves instal·lacions de producció d’energia eòlica van protagonitzar un any rècord. Gairebé el 66% d’aquesta nova capacitat afegida correspon a la Xina, que equival a la de Nord-amèrica i Europa juntes, tot i que Europa té la proporció més gran d’energia eòlica marina (12%). Quant a l’energia solar, va representar el 75% (346 GW) de la capacitat afegida, sent la Xina responsable del voltant d’una quarta part del creixement.
Tot i això, l’informe conclou que, si es volen complir els objectius climàtics i reduir les emissions de carboni, cal accelerar la transició cap a fonts d’energia més netes, al mateix temps que reconeix la diversitat de reptes en les diferents regions, reconeixent els marcats contrastos entre els hemisferis nord i sud.
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Les dades són clares: el moment d’actuar si volem aturar el canvi climàtic és ara, segons un informe de l’ONU. Per a aconseguir-ho, caldria reduir les emissions de gasos d’efecte hivernacle a gairebé la meitat d’aquí a 2030 i que fossin nul·les a meitat de segle. En cas contrari, la batalla estarà perduda.
Les emissions de gasos d’efecte hivernacle van arribar en la dècada passada a màxims històrics. Tot i que el ritme de creixement ha disminuït, l’informe “Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change” adverteix que només serà possible limitar l’escalfament global a 1,5 °C si es produeix una reducció immediata i profunda de les emissions.
Per a això, són necessàries grans transicions en el sector energètic, segons aquest informe, elaborat pel Grup Intergovernamental d’Experts sobre el Canvi Climàtic (IPCC), que depèn de l’ONU. Aquestes passen per una reducció substancial de l’ús de combustibles fòssils, una electrificació generalitzada, una major eficiència energètica i l’ús de combustibles alternatius com l’hidrogen.
Cal tenir en compte que entre 2010 i 2019, per exemple, el preu de l’energia solar i les bateries de liti va baixar un 85 % i el de l’energia eòlica un 55 %, la qual cosa ha permès l’expansió d’aquestes fonts d’energia alternativa.
“Estem en una cruïlla”, afirmava Hoesung Lee, president de l’IPCC, després de la publicació de l’informe. Lee veu factible aturar el canvi climàtic si existeix la voluntat política: “Les decisions que prenguem ara poden assegurar un futur habitable. Disposem de les eines i els coneixements necessaris per a limitar l’escalfament”.
Anys crítics per davant
El problema del canvi climàtic és que ens estem quedant sense temps. Segons l’informe, per a limitar l’escalfament a uns 1,5 °C, és necessari que les emissions mundials de gasos d’efecte hivernacle comencin a baixar a partir de 2025, en tan sols tres anys, i es redueixin a gairebé la meitat pel 2030. A més, les emissions netes de diòxid de carboni a nivell mundial haurien de baixar a zero a principis de la dècada de 2050.
“Comptar amb les polítiques, la infraestructura i la tecnologia adequades per a permetre canvis en els nostres estils de vida i comportaments pot suposar una reducció del 40-70 % de les emissions de gasos d’efecte hivernacle per al 2050”, explicava Priyadarshi Shukla, un dels autors de l’estudi.
A més, Shukla indicava que “si prenem les mesures necessàries per a limitar l’escalfament a 2 °C o menys, el Producte Interior Brut (PIB) mundial seria només uns pocs punts percentuals menor al 2050 que si mantenim les polítiques actuals”.
Múltiples mesures possibles
Segons l’informe, la reducció de les emissions a les zones urbanes pot aconseguir-se mitjançant un menor consum d’energia (amb ciutats més compactes i peatonals), l’electrificació del transport en combinació amb fonts d’energia de baixes emissions i una major captació de CO₂ gràcies als espais verds. Un dels líders de la recerca, Jim Skea, destacava en particular la importància de l’eficiència energètica dels edificis per a reduir les emissions urbanes.
A més, algunes solucions fins i tot poden ajudar a limitar els impactes associats al canvi climàtic. Per exemple, les xarxes de parcs, els aiguamolls i l’agricultura urbana poden reduir el risc d’inundacions i els efectes de les illes de calor.
La reducció de les emissions en la indústria, que suposen una quarta part del total, requerirà nous processos de producció, generació d’energia elèctrica de baixes o nul·les emissions, hidrogen i, quan sigui necessari, la captura i l’emmagatzematge de carboni, segons l’informe. També un ús més eficient dels materials i la reducció de residus.
En el cas de materials bàsics com l’acer, els materials de construcció i els productes químics, l’informe adverteix que ja s’estan assajant processos de producció amb emissions de gasos d’efecte hivernacle baixos o nuls.
L’informe mostra que, si bé els fluxos financers són entre tres i sis vegades inferiors als necessaris per a limitar l’escalfament per sota dels 2 °C al 2030, hi ha suficient capital i liquiditat a nivell mundial per a aconseguir la inversió requerida. Per això, reclama senyals clars a governs i institucions internacionals, així com una major coordinació.
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Com és possible que contamini una cosa que no existeix físicament? El cert és que les criptomonedes requereixen gran quantitat d’energia per a les granges de minat. De fet, si el bitcoin fos un país, se situaria entre els 30 principals consumidors d’electricitat del món, com explica l’agent d’11Onze Aitor Canudas.
Tan sols uns dies després de la primera transacció de bitcoins, que es va realitzar al gener de 2009, el pioner de la criptografia Hal Finney mostrava a Twitter la seva preocupació sobre les emissions de CO₂ que generaria aquesta criptomoneda. I no anava errat.
Un estudi de la Universitat de Cambridge calcula que la xarxa bitcoin consumeix més de 121 TWh d’energia anualment, la qual cosa vol dir que, si fos un país, se situaria “entre els 30 principals consumidors mundials d’electricitat”, segons Canudas. De fet, per a que ens fem una idea de la magnitud de les dades, l’agent d’11Onze indica que aquesta criptomoneda gairebé consumeix tanta electricitat com Suècia i genera més emissions de CO₂ que Las Vegas.
La raó és que els processos necessaris per a les operacions de les criptomonedes requereixen una gran quantitat d’equips informàtics, les “granges de minat” i, per tant, una enorme quantitat d’energia. “Aquest conjunt de processos informàtics necessaris per validar les transaccions i generar nous blocs representa un 0,2 % del consum mundial d’electricitat”, especifica Aitor Canudas.
El problema és especialment greu en el cas del bitcoin, ja que, com advertia recentment Bill Gates, aquesta criptomoneda és la que consumeix més electricitat per transacció. D’aquí que, segons estimacions del Massachusetts Institute of Technology (MIT), l’ús dels bitcoins generi una petjada de carboni cada any d’entre 22 i 22,9 megatones.
L’origen brut d’una energia neta
Si bé normalment veiem l’electricitat com una energia neta, això depèn bàsicament del seu origen. Sobretot a Àsia, i especialment a la Xina, gran part de l’electricitat generada prové de la combustió de carbó, que resulta molt contaminant. Per això, el fet que un altíssim percentatge de les granges de minat se situïn en aquesta regió per aconseguir els preus de l’electricitat més assequibles multiplica la petjada de carboni.
De cara a preservar el medi ambient, Aitor Canudas assenyala la necessitat d’augmentar el percentatge d’energies renovables en l’electricitat que s’utilitza “per crear els nous blocs i fer les transaccions del bitcoin”. Una altra alternativa que apunta l’agent d’11Onze seria recórrer a criptomonedes alternatives, com el cardano, “que en teoria contaminen menys que el bitcoin”.
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Los acontecimientos meteorológicos extremos suponen el riesgo más grande para la humanidad durante la próxima década, según constata el último Informe de Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial. Aun así, la desinformación y la incertidumbre económica representan las principales preocupaciones a corto plazo.
El informe anual sobre Riesgos Globales elaborado por el Foro Económico Mundial analiza los principales retos a que se enfrenta el mundo a dos y diez años vista. Así mismo, examina posibles cooperaciones y diferentes enfoques para hacer frente a estos riesgos mundiales.
En la elaboración del informe de 2024 se han encuestado 1.490 expertos del mundo académico, la empresa, la administración, la comunidad internacional y la sociedad civil. Como complemento a estos datos, se ha añadido la Encuesta de Opinión Ejecutiva (EOS) hecha a 11.000 líderes empresariales en 113 economías, para identificar los riesgos que suponen la amenaza más grave para cada país.
Se analizan un total de 34 riesgos globales, entre los cuales se encuentran factores de carácter tecnológico y económico, así como riesgos sociales y geopolíticos. Como riesgo global se entiende la posibilidad que se produzca un acontecimiento o condición que afectaría negativamente una proporción significativa del PIB mundial, la población o los recursos naturales.
Los principales riesgos globales están vinculados al cambio climático
Los cambios relacionados con la emergencia climática, como por ejemplo los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad, el colapso de los ecosistemas o la escasez de recursos naturales, representan la amenaza más grande por la humanidad en los próximos diez años.
Dos tercios de los encuestados están preocupados por los acontecimientos meteorológicos extremos durante la próxima década, un factor que también ocupa el segundo lugar en cuanto a riesgo en los próximos dos años. En este caso, 5 de los 10 principales riesgos globales están relacionados con el medio ambiente y el cambio climático.
Entre los responsables de organizaciones de la sociedad civil, Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional, avisaba que “a menos que tomemos medidas urgentes, la amenaza solo se intensificará y nos acercará a infligir daños irreversibles a la sociedad y a los ecosistemas”. De hecho, hay estudios que muestran que en la década de 2030 podrían producirse cambios potencialmente irreversibles en el planeta si las temperaturas continúan aumentando.
Aumenta el riesgo de desinformación y polarización social
La desinformación, incluida la generada por la inteligencia artificial, y la polarización social y política ocupan el segundo y tercer lugar en el ranking de preocupaciones. Las sociedades polarizadas son más propensas a fiarse de información (verdadera o falsa) que confirme sus sesgos. A corto plazo, la desinformación puede afectar a 4.000 millones de personas que votarán en 60 países durante 2024.
Al informe se avisa que los mismos gobiernos estarán cada vez más en condiciones de determinar qué relato es considerado como “la verdad”, lo cual podría permitir a los partidos políticos monopolizar el discurso público y suprimir las voces discrepantes. Por lo tanto, se prevé que la desinformación continúe siendo utilizada por actores nacionales y extranjeros para ampliar las divisiones sociopolíticas.
En este contexto, la polarización social emerge como uno de los principales riesgos que están interconectados con la recesión económica y la falta de oportunidades. Además, las tensiones geopolíticas y los conflictos armados están afectando gravemente a la subsistencia de millones de personas, e incrementan la posibilidad que estalle una guerra de consecuencias globales.
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