¿Es posible la soberanía alimentaria de Cataluña?
El cambio climático, la guerra en Ucrania y el embudo logístico causado por la pandemia han reabierto el debate sobre una posible crisis alimentaria mundial y la importancia de replantear el modelo de producción de cultivos esenciales para garantizar nuestra soberanía alimentaria.
La soberanía alimentaria hace referencia a la capacidad de un país o de una región para determinar sus propias políticas agrícolas y alimentarias, así como para producir los alimentos básicos para satisfacer las necesidades del conjunto de la población local. No ser soberano alimentariamente significa depender de las importaciones de alimentos y no tener el control suficiente sobre la propia producción alimentaria.
Esta dependencia en las importaciones de alimentos aumenta la vulnerabilidad de un país ante las fluctuaciones del mercado internacional, y el incremento de los precios de los alimentos causado por conflictos geopolíticos o el cambio climático. Además, el enfoque en la producción de cultivos a gran escala para la exportación ha dado lugar a incluso más dependencia y a la pérdida de soberanía alimentaria para muchos países, a pesar de que se ha abaratado el precio final del producto a expensas de incrementar la huella de carbono.
Garantizar las cadenas de suministros
Los efectos colaterales de las sequías en el Norte de África, las heladas en Asia Central, las inundaciones en Pakistán y la guerra en Ucrania son solo algunos de los causantes que explican la alarmante escasez de suministros de alimentos básicos que ya está sufriendo una gran parte de la población mundial.
Según el último informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas, casi 3.100 millones de personas no se pueden permitir una dieta saludable rica en nutrientes básicos. Y no solo estamos hablando de países en vías de desarrollo, la inflación en Europa ha afectado gravemente al poder adquisitivo de la gente, disparando los precios de la cesta de la compra, mientras que los problemas logísticos están obligando muchos países a tomar medidas de urgencia para asegurar la disponibilidad de ciertos alimentos básicos.
Sin ir más lejos, el índice de precios de consumo (IPC) del mes de febrero confirma que los alimentos en Cataluña son un 14,5% más caros que hace un año, con las verduras y legumbres aumentando más de un 18% desde enero. Estas subidas de precios récord han tenido un efecto directo en el importe de más de 200 productos alimentarios.
Además, nuestro territorio está sufriendo la sequía más grave desde el 2008, cuando las reservas de agua de los embalses y cuencas internas cayó hasta el 20%. Una sequía que ha afectado a la cosecha de cereales en todo el Estado español y Francia. El Puerto de Tarragona presenta una ocupación casi total de sus muelles, la mitad de ellos cargados con productos agroalimentarios importados de otros países para suplir esta escasez de cereales.
La baja autosuficiencia alimentaria
En Cataluña se ha perdido mucho territorio agrario desde los años cincuenta, actualmente, poco más del 25% del territorio catalán se dedica al cultivo agrario, la mitad de la media europea, y el 70% de la superficie agrícola es de secano. Esto se traduce en el hecho que Cataluña solo logra un grado de soberanía alimentaria de entre un 40% y un 45%.
La agricultura solo aporta 1.622 millones de euros al PIB de Cataluña (2022), siendo el sector económico con menos impacto en el PIB, y muy lejos de los 187.185 millones que genera el sector de los servicios. Aun así, no deja de ser un sector estratégico para el conjunto de la sociedad, y solo por el hecho de ofrecer la materia prima de los principales alimentos, se convierte en uno de los principales que hay que mantener y desarrollar.
La cuestión, pero, es qué precio estamos dispuestos a pagar para mantener este sector estratégico para nuestra sociedad. La actividad agraria en Cataluña ha disminuido de forma progresiva durante los últimos años, y la Unió de Pagesos frecuentemente avisa que si no pueden competir con los precios de las distribuidoras, muchos de ellos no se podrán ganar a vida y tendrán que cerrar su actividad.
Un cambio de mentalidad
Impulsar el cambio hacia un nuevo sistema alimentario que practique una gestión racional de los recursos no es solo necesario, sino que es imprescindible para avanzar hacia la sostenibilidad de nuestra sociedad mientras hacemos frente a los retos climáticos y geopolíticos en los cuales nos vemos inmersos. Aun así, esto tiene un coste y comporta unos compromisos sociales, culturales y ambientales que la sociedad tendrá que considerar.
Los cultivos tienen que adaptarse al agua disponible, el contrario de lo que se ha hecho hasta ahora, especialmente cuando tenemos en cuenta que está previsto que la temperatura media en Cataluña aumente de 2 a 3 grados en los próximos veinte años, disminuyendo en un 20% la disponibilidad de agua. Esto pasa, en parte, por decidir si queremos alimentar a personas o animales, por ejemplo, en vez de producir maíz por la exportación o para alimentar a los cerdos, podríamos cultivar vegetales que ahora importamos de otras regiones, la cual cosa sí que contribuiría a la soberanía alimentaria.
Por otro lado, es necesario democratizar los medios de producción y la tierra. Recuperar tierras agrícolas para explotaciones familiares, el 50% de las cuales han tenido que ser abandonadas en los últimos 15 años, hasta el punto que el 55% de las tierras agrícolas están en manos de solo cinco familias. Controlar los precios de los alimentos o subvencionar puntualmente los costes de producción puede ayudar a garantizar que se pueda vivir de lo que se produce.
Actualmente, las limitaciones del territorio y del modelo agroalimentario seguramente no permiten una soberanía alimentaria en Cataluña, pero trabajar hacia una mejor autosuficiencia es posible si hay una visión política a largo plazo y si la sociedad está dispuesta a asumir el coste de este cambio de paradigma.
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Hola, crec q no està ben definit el concepte de Sobirania Alimentària.
Es tal com dieu però li falta «poder alimentar-se de forma sana i saludable, sense transgènics ni fertilitzants químics….. I això també és possible a Catalunya, però amb voluntat
Moltes gràcies pel teu comentari, David!!!
Molt bon article.
Merci
Gràcies, Manel! Ens complau que t’hagi agradat.
Gràcies!
Gràcies a tu, Joan, per ser-hi sempre!