Recomprar acciones: ¿buena gestión o manipulación?
Las recompras de acciones por parte de grandes empresas, especialmente de entidades financieras, hace años que están al orden del día. Estas operaciones pueden comportar beneficios estratégicos perfectamente legítimos, pero también se pueden utilizar para maquillar los resultados contables y para manipular el precio de las acciones.
Durante la mayor parte del siglo XX, las recompras de acciones se consideraron ilegales porque se creía que eran una manera de manipular el mercado bursátil. No fue hasta los años 80 cuando las políticas neoliberales permitieron que las recompras de acciones se convirtieran en una de las herramientas de ingeniería financiera más populares.
¿Qué es la recompra de acciones?
La recompra de acciones es una operación financiera según la cual una empresa compra acciones propias y las amortiza o elimina. La situación financiera global de la empresa no cambia, pero al reducir el número de acciones en circulación, aumenta la participación de cada accionista en esta.
Las empresas a menudo argumentan que efectúan esta operación para dar valor a los accionistas, puesto que esta actividad puede incrementar el precio de las acciones. En algunos casos, la recompra de acciones puede servir para evitar que algún accionista o grupo de accionistas adquieran las suficientes participaciones para tomar el control de la empresa.
Otra de las ventajas que la recompra de acciones tiene para los accionistas es que, al contrario que con la remuneración de un dividendo, al tratarse de una retribución indirecta a los accionistas esta operación no tiene implicaciones fiscales, salvo que opten para vender las acciones, y en este caso tributarían si obtuvieran una plusvalía. Por otro lado, mientras que el dividendo constituye un reparto de beneficios pasados, cuando una recompra de acciones se materializa, es en previsión de beneficios futuros.
Posible manipulación del mercado
El problema surge cuando estas recompras se llevan a cabo no por una auténtica mejora de la situación financiera de la empresa, sino para hacer que las acciones parezcan más atractivas para los inversores a corto plazo o para recompensar a los directivos de estas empresas que tienen bonificaciones ligadas al rendimiento de las acciones.
Esta práctica se ha generalizado y ha superado a las remuneraciones de los dividendos, especialmente en los Estados Unidos, donde muchas corporaciones han dado prioridad a los beneficios a corto plazo de los directivos y accionistas por encima de la inversión en el futuro de la empresa. Uno de los ejemplos más claros de las consecuencias negativas que puede tener esta estrategia de negocio es la crisis en que se encuentra sometida la compañía Boeing, donde en una reciente comparecencia en el Senado de los EE. UU. sus directivos fueron acusados de “explotar“ a la empresa para obtener beneficios.
Las entidades financieras han sido uno de los sectores que más ha utilizado esta práctica, especialmente después de la crisis financiera de 2008 y posteriormente que muchas de estas entidades fueran rescatadas con dinero público. Las recompras de acciones de la banca se han financiado utilizando los beneficios acumulados o, en algunos casos, mediante el aumento de la deuda. A menudo, estas operaciones se llevan a cabo en perjuicio del acceso al crédito de empresas y consumidores, de mejorar los servicios a los clientes, de aumentar los salarios a los empleados o gracias a las reducciones de plantilla.
Así mismo, las voces críticas señalan que las recompras de acciones distorsionan la realidad del mercado. Con el pretexto de aumentar el beneficio de los accionistas o atraer a nuevos accionistas, las recompras pueden utilizarse para maquillar los resultados contables de las empresas y aumentar artificialmente el precio de las acciones, que tendrían que reflejar su situación económica real. La necesidad de una firme regulación y transparencia para evitar las malas prácticas es evidente, aun así, el proceso de extracción de valor del capital parece que seguirá enfocado en la obtención de beneficios a corto plazo y en detrimento de una inversión productiva.
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En un contexto económico de gran incertidumbre, inflación y bajos tipos de interés, los fondos de inversión garantizados pueden ser una buena opción para los inversores que quieren diversificar sus ahorros y, a la vez, asegurar cierta rentabilidad de su dinero.
Cómo dice su nombre, los fondos garantizados garantizan de manera total o parcial el capital invertido, así como una rentabilidad prefijada para un periodo de tiempo. Esta rentabilidad va, generalmente, referida a la evolución de un índice bursátil de referencia, como el Ibex-35, y dependerá del hecho que se cumplan determinadas circunstancias previamente establecidas.
Por lo tanto, hay que tener en cuenta que en los fondos que ofrecen las entidades bancarias españolas la garantía de rentabilidad no siempre está asegurada. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) define estos productos como fondos que aseguran que, como mínimo, en una determinada fecha futura se conservará la totalidad o parte de la inversión inicial, y en algún caso también pueden ofrecer cierta rentabilidad asegurada.
A causa del poco riesgo que comportan, estos fondos normalmente proporcionan una baja rentabilidad y, están pensados para aquellos inversores que no quieren preocupaciones con su dinero o inversiones, aun así, constituyen una buena alternativa a los depósitos a plazo fijo.
Tipos de fondos de inversión garantizados
Dentro de los fondos de inversión garantizados podemos encontrar tres categorías diferentes en función de si aseguran o no la totalidad de la inversión inicial. Los fondos garantizados de renta fija prometen a los inversores, a partir de la fecha de vencimiento, la recuperación del capital inicial y también una rentabilidad fija predeterminada. Se trata de unos fondos especialmente pensados para inversores con un horizonte de plazo para las inversiones de entre seis meses y tres años, que valoran una elevada estabilidad para sus inversiones en detrimento de la rentabilidad.
Por otro lado, los fondos garantizados de renta variable solo aseguran la inversión inicial a partir de la fecha de vencimiento. Además, ofrecen la posibilidad de obtener retornos vinculados al comportamiento de varios activos financieros o índices. Sin embargo, el inversor tiene que tener en cuenta que si la evolución no es la esperada, la rentabilidad puede ser nula.
Hay una tercera categoría, los fondos de garantía parcial, que a diferencia de los dos anteriores no aseguran la totalidad de la inversión inicial, sino un porcentaje que suele ser del 90%. Un mayor riesgo que es compensado con la posibilidad de una mayor rentabilidad al vencimiento, también ligada a la evolución de instrumentos de renta variable, divisas u otros activos.
Los bajos tipos de interés han popularizado los fondos garantizados de renta variable o parcial, que ofrecen un buen balance entre seguridad y rentabilidad en comparación con los más conservadores, como los de renta fija, muy seguros pero también con una muy baja rentabilidad. Pero como siempre, antes de hacer una inversión es vital evaluar el riesgo que estamos dispuestos a asumir y definir claramente los objetivos de inversión.
La pregunta, por lo tanto, es: ¿existe algún fondo que genere rentabilidades altas y garantice el 100% de la inversión y de los rendimientos?
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La confiança és l’ingredient fonamental de l’economia moderna. Sense ella, els mercats tendeixen a desplomar-se com un castell de naips. Des d’11Onze, repassem 11 moments de la història en què la histèria s’ha apoderat dels inversors i l’economia ha pagat les conseqüències.
Ja en l’Edat Antiga es poden trobar els primers capítols de pànic financer. Tot i això, ha estat amb el desenvolupament del capitalisme i els sistemes financers moderns quan s’han multiplicat els episodis d’histèria col·lectiva, ja que la confiança ha guanyat pes com la pedra angular de tot l’entramat econòmic.
La realitat de l’economia productiva no canvia radicalment d’un dia per a un altre. No es poden construir ni destruir moltes fàbriques en un breu espai de temps, però un succés puntual pot alterar completament la percepció dels inversors i desencadenar una crisi de grans proporcions.
Mentre tothom vol comprar, els preus no deixen de pujar i l’economia sembla gaudir d’una salut de ferro, però quan, per alguna raó, s’imposa la febre venedora, l’efecte bola de neu pot arrasar qualsevol estructura econòmica. Aquí tens alguns dels moments més paradigmàtics de pànic financer dels últims segles.
Febre de les tulipes
Les tulipes es van fer molt populars als Països Baixos entre finals del segle XVI i principis del XVII. Com són flors de temporada, es va crear un mercat de futurs i l’especulació va fer que els preus es disparessin entre 1636 i 1637, en la considerada com a primera bombolla econòmica de la història capitalista. Al final la bombolla va esclatar, va provocar la ruïna de molts inversors i gairebé va provocar el col·lapse de l’economia holandesa. En el segle següent el fenomen de les bombolles es va reproduir al Regne Unit amb la Companyia de les Mars del Sud i a França amb la Companyia del Mississipí.
Crisi de crèdit de 1772
L’optimisme per la marxa de l’Imperi Britànic va provocar una ràpida expansió del crèdit al Regne Unit. L’eufòria va arribar a un abrupte final el 8 de juny de 1772, quan un banc es va enfonsar a causa de les pèrdues en les seves inversions i un dels seus socis va fugir a França. La notícia es va difondre ràpidament i va desencadenar el pànic bancari a Anglaterra, amb llargues cues als bancs per exigir la retirada dels seus diners. La crisi es va estendre ràpidament a altres parts d’Europa i les colònies britàniques d’Amèrica. Les posteriors dificultats per les quals va travessar la Companyia de les Índies Orientals a causa de l’escassetat d’efectiu va portar al govern britànic a aprovar l’any següent una llei que li concedia el monopoli de la venda de te a Amèrica del Nord. Les protestes acabarien per provocar la independència dels Estats Units.
Pànic de 1873
Va ser el causant de la primera “Gran Depressió”, una denominació que després es va associar a la crisi dels anys trenta del segle XX als Estats Units. A Europa, al col·lapse de la Borsa de Viena li van seguir les fallides de diversos bancs a Àustria i Alemanya. Als Estats Units, l’enfonsament de diverses entitats bancàries va provocar que la Borsa de Nova York interrompés les seves operacions per primera vegada en la seva història. Diversos països a un costat i un altre de l’Atlàntic van patir un prolongat estancament econòmic. La desmonetizació de la plata a Alemanya i als Estats Units, l’augment de les inversions especulatives, la inflació i la Guerra Franco-Prussiana van ser algunes de les causes del desastre.
Recessió de 1914
A mesura que la Primera Guerra Mundial semblava cada vegada més inevitable, l’afany venedor en els mercats globals va anar augmentant. Al final, es va desencadenar el pànic entre els inversors, que tractaven de desfer-se d’accions i bons per acumular or. El mercat borsari dels Estats Units i la Borsa de Londres van haver de tancar el 31 de juliol i no van reobrir fins a diversos mesos després. La crisi es va contagiar a desenes de països i la majoria de borses del món també van haver de tancar en els següents dies i setmanes.
Crac de 1929
Els bojos anys vint van portar al crac de Wall Street l’any 1929 i la Gran Depressió que va venir a continuació. La bonança econòmica havia estimulat l’especulació en la borsa, moltes vegades gràcies a préstecs que es concedien alegrement. Només en les primeres setmanes d’octubre d’aquest any les cotitzacions borsàries van arribar a pujar un 300%. Però el 24 d’octubre, en el que es coneix com el Dijous Negre, la Borsa de Nova York va patir la pitjor devallada de la seva història. Milers d’inversors ho van perdre tot de la nit al dia i el pànic es va generalitzar. Al final, la crisi va travessar fronteres i va provocar una depressió econòmica mundial. Només als Estats Units uns 15 milions de persones es van quedar sense feina en els anys següents.
Crisi del petroli de 1973
L’enviament d’armes a Israel durant la Quarta Guerra Àrab-Israeliana va provocar l’embargament de petroli als Estats Units i els seus aliats per part de l’Organització de Països Exportadors de Petroli (OPEP), integrada majoritàriament per països àrabs. Això va donar lloc a un període d’estagflació en les economies occidentals, caracteritzat per una elevada inflació a causa del repunt dels preus del petroli i l’estancament econòmic. Al Regne Unit es va arribar a racionar el subministrament elèctric.
Dilluns Negre de 1987
Després de cinc anys de febre alcista en les Borses, el 19 d’octubre de 1987 els mercats de valors de tot el món es van enfonsar en un breu espai de temps. La devallada es va iniciar a Hong Kong i la histèria financera es va propagar cap a l’oest a mesura que les Borses europees i nord-americanes anaven obrint. L’índex Dow Jones va perdre més d’un 22% en aquesta jornada. Les turbulències dels següents dies van fer que els descensos en molts mercats borsaris superessin el 20% i a Nova Zelanda es va arribar al 60%.
Crisi asiàtica de 1997
La crisi es va iniciar a Tailàndia i es va estendre ràpidament a altres països com Indonèsia, Malàisia, Singapur, Hong Kong i Corea del Sud. Els fluxos de capital especulatiu davant l’elevat creixement dels anomenats “tigres asiàtics” havia generat un excés de deute en les economies d’aquests països. El fet que el govern tailandès es veiés obligat a abandonar el tipus de canvi fix enfront del dòlar nord-americà al juliol de 1997 va desencadenar una onada de pànic en els mercats financers asiàtics i el retorn de milers de milions de dòlars d’inversió estrangera. El Fons Monetari Internacional va haver de sortir al rescat de les economies més afectades per evitar impagaments.
Bombolla de les ‘puntcom’
Algú es recorda de Terra? Va sortir a Borsa el 17 de novembre de 1999 i el primer dia es va revaloritzar un 184%. Després de revaloritzar-se més d’un 1.000% en un trimestre a principis de l’any 2000, el valor de les accions es va desplomar en la Setmana Santa d’aquell any. Tres anys després, Telefónica va acabar recomprant les accions a menys de la meitat del preu al qual van sortir inicialment. Va ser una de les nombroses empreses ‘puntcom’ que, amb l’eclosió d’Internet a finals dels noranta, van veure com se sobredimensionava el seu valor. Es calcula que només en l’Estat espanyol entre 1999 i 2000 es van llançar més de mil empreses el model de negoci de les quals girava entorn d’Internet. Després de l’esclat de la bombolla l’any 2000, molt poques ‘puntcom’ van acabar sobrevivint.
Crisi financera de 2008-2009
El 15 de setembre de 2008 Lehman Brothers, el quart banc d’inversió més gran del món, es va declarar en fallida. Va ser la constatació d’una situació insostenible que va fer que els mercats immobiliari i financer es desplomessin, també al nostre país. Fins llavors, els bancs d’Estats Units havien estat concedint préstecs a clients de dubtosa solvència i els havien reempaquetat com a productes financers “segurs” que es venien a institucions financeres de tot el món. Mentrestant, aquí vivíem la nostra particular bombolla immobiliària, que semblava no tenir sostre. La festa va acabar amb la crisi financera més greu des de la Gran Depressió i una factura milionària per als contribuents, que van haver de salvar al sector bancari.
Pandèmia de COVID-19
L’aparició de la COVID-19 va inocular la por en els mercats de tot el món en els primers mesos de 2020. El que inicialment semblava ser un problema estrictament xinès, es va convertir en poques setmanes en un malson global, que incloïa dues crisis interdependents: una sanitària i una altra econòmica. En menys d’un any van morir milions de persones i el PIB mundial va caure gairebé un 6%, segons les dades del Banc Mundial.
Tots aquests exemples ens mostren com l’eufòria o el pànic poden condicionar la visió de la realitat econòmica. La història està plena de bombolles i cants de sirena que s’han d’evitar.
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Solo un 13% de los clientes reciben asesoramiento financiero de productos ajustados a sus necesidades y a su situación. Una cifra alarmante que alerta de la vulnerabilidad en que se encuentran muchos consumidores en todo el mundo.
Ir al banco es sinónimo de discursos complejos donde nunca sabes a ciencia cierta si te están vendiendo un buen producto o simplemente te están explicando las características positivas. La falta de información y de transparencia favorece, en muchos clientes, la sensación de sentirse engañados. Según el estudio de Finance Watch, un 87% de los clientes se encuentra en esta situación, y solo el 13% restante contrata productos que comprende y se adaptan a sus requerimientos. A continuación os daremos las claves para reconocer si estáis recibiendo el asesoramiento adecuado.
Primer paso: informar o asesorar
Lo primero que hay que tener claro cuando hablamos de asesoramiento financiero es que la normativa europea MIFID II (2017), creada para proteger al inversor, diferencia claramente las funciones de informar y asesorar.
- Informar lo puede hacer cualquier trabajador del banco, y consiste en presentar al cliente información de los productos de forma clara, precisa y detallada. Cuanta más información tenga el cliente, más capacidad para tomar una buena decisión. Pero remarcamos: solo se limita a presentar información, sin recomendaciones ni opiniones personales.
- Asesorar, por otro lado, requiere valorar la situación del cliente y sus necesidades para aconsejarle el producto más adecuado. El asesoramiento sí que influye en la decisión final del cliente, y, por tanto, solo lo pueden hacer las personas autorizadas y certificadas para esta tarea.
Requerir información precontractual
Tal como especifica el artículo 7 de la Ley 22/2007, cualquier contratación que realizamos en una entidad bancaria conlleva, obligatoriamente, proporcionar al cliente la información precontractual. Se detallará el coste de la contratación de manera clara, las condiciones y los riesgos del contrato que se firmará. Sin esto se considera que el cliente no tiene toda la información a su disposición y, por lo tanto, la contratación puede no ser adecuada.
En España, la mayoría de entidades se han convertido en bancos comerciales, y ha tomado protagonismo la venta cruzada o la venta reactiva, donde se aprovecha la presencia del cliente en la oficina —o incluso por teléfono— para promocionar ciertos productos del banco. Un proceso de venta en que la información escrita pasa a un segundo clave y el asesoramiento, según las cifras del estudio, parece que va más enfocado a los intereses del banco que a las necesidades del cliente.
Entender todo lo que firmamos
En este nuevo escenario, el proceso de contratación suele ser rápido y basándose en recomendaciones. La información precontractual pierde protagonismo y a menudo se pasa directamente a la contratación. Solo un 40% de los clientes consideran que pueden escoger con conocimiento de causa; el resto no comprenden completamente la información que reciben.
Además, los sistemas de firma digital son una dificultad añadida para los clientes, que a menudo firman en una pantalla sin ni siquiera haber accedido al documento precontractual. Es justamente en este punto, en la comprensión de los productos, donde hay que prestar más atención como consumidores y, como recomendaría cualquier jurista, no firmar ningún producto del que no conozcamos y entendamos todas las características.
Asesoramiento en línea, una dificultad añadida
Encontrar asesoramiento personalizado en línea es prácticamente imposible, ya que muchos bancos simplemente ofrecen una plataforma que facilita las contrataciones por parte de los clientes. No hay asesoramiento, pero sí que se orienta la decisión del cliente a partir de acciones tan simples como la presentación de la información.
De entrada, se presenta la información básica, muy concisa, que contribuye a la venta irracional. Se destacan aquellos datos clave que nos harán hacer clic para tener, por ejemplo, un préstamo instantáneo a unas condiciones irresistibles. Una vez captado el interés, aparece la información precontractual y contractual, en un documento largo y denso donde se explican las condiciones reales de aquel producto y la implicación del consumidor.
La diferencia es evidente: cuatro datos para tomar la decisión y múltiples páginas para detallar el contrato que llevan al consumidor a firmar sin leerlo, quedándose con los datos iniciales, y con el riesgo que ello supone.
La falta de asesoramiento financiero, o la falta de independencia de este, pueden ser consideradas malas prácticas si condicionan la decisión final del cliente. Conocer esta información será la base para identificar estas posibles situaciones y comprender que, en cualquier contratación, la última palabra la tiene que tener el cliente.
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La aceleración de la digitalización ha sido uno de los retos más importantes por las pymes durante la pandemia. Los datos dicen que un 70% de las empresas en España se han digitalizado durante la pandemia según la consultora IPG. Esto quiere decir que 7 de cada 10 han abierto una tienda en línea.
Si bien a muchas pymes ya hace años que la digitalización les ronda por la cabeza y era uno de los temas pendientes, la pandemia ha acelerado y ha hecho que en tiempo récord muchas empresas estén en línea y, gracias a ello, seguramente no han tenido que cerrar las puertas. Se considera pyme una empresa de menos de 250 trabajadores y la facturación de la cual no supera los 5 millones de euros.
El coste de la digitalización
Cuando una pyme busca por Internet la manera de digitalizarse, probablemente le saldrán muchas ofertas y a precios muy económicos de empresas que se dedican a este mundo. Incluso podrá comprar un dominio, lo que le supondrá un gasto menor, ya que por 10 € al año se puede tener uno. También podrá encontrar muchas páginas que le facilitarán plantillas y, si lo acompaña con imágenes, podrá llegar a hacer, por sí sola, una página web.
Pero, como dice el dicho: zapatero a tus zapatos.
Son muchos los elementos a tener en cuenta a la hora de hacer un comercio electrónico. Depende del negocio que se tenga, si se dispone de un catálogo extenso, si se trabaja en el ámbito internacional, o si se tienen novedades constantemente. Lo más aconsejable a la hora de digitalizar el negocio es contratar una agencia que ayude a poner en marcha este gran proyecto. Son muchas cosas las que se tienen que tener presentes, y disponer de un buen e-commerce, que funcione perfectamente y que no tenga errores, será la clave del éxito.
Cosas a tener en cuenta
Antes de poner en marcha una tienda en línea, se debe tener en cuenta:
- Hacer un análisis de la competencia: navegar por Internet (mirar webs y redes sociales).
- Hacer un análisis de la misma empresa: identificar el propio e-commerce. Decidir si se puede hacer con la gente interna de la empresa o si se necesita ayuda externa, como es el caso de una agencia especializada en páginas web.
- Tener en cuenta el tiempo estipulado necesario para hacer una página web, ya que siempre puede surgir algún imprevisto. Por ello, no hay que comunicar la fecha de salida del negocio en las redes hasta que no esté asegurado al 100%.
- Una vez que la página web ya esté en marcha, se tiene que actualizar constantemente.
- Hay que ser muy rápido: cuando un usuario pregunte sobre algún producto o servicio, se debe contestar lo antes posible porque, si no, existe el riesgo de que tal vez lo acabe comprando en otro lugar.
La pandemia ha cambiado los hábitos de consumo, y también ha dejado claro que, si se quiere mantener el negocio, se debe tener un sitio en línea para que los posibles clientes puedan encontrar y ver el que se ofrece.
Estamos en la era de la omnicanalidad, y hay que tener la capacidad de satisfacer tanto a un cliente que compra en la tienda física, como al que compra en línea, como al que lo hace a través de una llamada o a través de un correo electrónico, o, incluso, a través de las redes sociales del negocio.
El pasado
Hace años, era impensable pensar que una empresa, por el hecho de tener una página web, podría conseguir clientes. Hasta entonces, la técnica para conseguir compradores, normalmente era exclusivamente mediante un equipo comercial que, junto con una estrategia de marketing, hacían el que se denomina “puerta fría”, es decir, vender el producto o servicio desde cero. Esta tarea comercial, en muchas ocasiones, podía durar semanas o meses.
El presente
Hoy en día, cuando se abre un negocio, aunque se ofrezcan servicios, hay que tener una página web donde los posibles clientes puedan ver qué se ofrece, que se ha hecho, el equipo que forma la empresa, y una cosa esencial, la filosofía de empresa que se tiene (la misión y la visión). Con solo esta información, el posible cliente puede hacerse una idea de quién se es.
Aparentemente, puede parecer mucho más fácil llegar al cliente a través de una página web que haciéndolo con un equipo comercial, pero no es exactamente así. Tener una página web no lo es todo. Las redes sociales son otra herramienta que se tiene que tener muy presente en la sociedad de hoy en día que está permanentemente conectada.
Durante la pandemia, las empresas han tenido que digitalizar sus negocios. Esta ha sido la única manera de obtener ingresos. Los datos nos dicen que 7 de cada 10 empresas que antes del confinamiento no tenían un e-commerce han tenido que subirse al carro de la digitalización si no querían cerrar el negocio. El sector de la alimentación, la moda, la electrónica, la belleza y los productos del hogar son los que más se han podido beneficiar de haber dado este paso.
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Sembla obvi, però, per aprendre a administrar els nostres diners, és primordial, primer, que ens els hàgim guanyat. Aconseguir diversificar els nostres guanys és una estratègia que ens pot blindar enfront d’una possible recessió o d’un imprevist. A 11Onze recopilem tres consells bàsics per fer-ho.
En moments d’incertesa és clau saber respondre a: com estalviar, com fer créixer els estalvis i com controlar les despeses. Difícilment serem experts a trobar respostes per totes tres preguntes alhora, però, si entenem els conceptes que s’amaguen rere cadascuna d’elles, tenim moltes més possibilitats de gestionar els nostres diners adequadament. No només aprendrem a cobrir les necessitats bàsiques, sinó que sabrem gaudir-ne i tindrem molt clar quan hem de prescindir d’aquelles que no ho són tant com ens pensàvem.
Estalvi: almenys un 10% dels ingressos
Sovint es diu que l’estalvi és la base principal de l’èxit financer. Tenir diners estalviats és el que ens dona la capacitat de respondre a situacions imprevistes —bé sigui una incapacitat per malaltia o càrrecs inesperats—, començar un negoci o tornar a estudiar. Però és important no confondre l’estalvi amb la inversió: mentre que el primer ens dona tranquil·litat, fins i tot en moments de crisi econòmica global, la inversió pot fer que els nostres estalvis es multipliquin, però també pot ser una font de maldecaps i la causa que perdem la nostra liquiditat.
Un dilema que ens podem trobar és si liquidar el deute o estalviar. Tot dependrà del tipus d’interès que tingui aquest deute. En casos d’interessos alts, com poden ser els de les targetes de crèdit, és generalment preferible deixar aquest deute a zero abans de plantejar-se l’estalvi. Però, en casos en què l’interès del deute sigui baix, com pot passar amb una hipoteca o, fins i tot, un crèdit personal, és raonable estalviar i alhora liquidar el deute lentament.
Creixement lent, risc baix, i a la inversa
Un compte d’estalvi ha estat la manera més tradicional que creixin els nostres diners, sobretot per a la gent més conservadora i poc aficionada al risc. Però, amb interessos relativament baixos i una inflació que ens visita molt més sovint del que seria desitjable, altres formes d’inversió van guanyant terreny, especialment davant d’una clientela cada dia més erudita en temes financers i amb un poder adquisitiu relativament superior a les generacions precedents.
En aquest punt, l’oferta de productes d’inversió és extensa i variada, amb diferents nivells de risc. Cadascú ha de ser conscient dels seus coneixements financers i, sobretot, de la quantitat de diners que s’està disposat a arriscar i perdre, especialment si l’expectativa de creixement és elevada i a curt termini. Cal tenir en compte que un gestor d’inversió pot ser una molt bona opció a l’hora d’escollir un producte financer que millori la rendibilitat dels nostres estalvis d’una manera substancial.
Despeses: necessitat vs. desig
Evidentment, no estalviarem tot el que guanyem, però hem de distingir entre dos tipus de despeses:
- Despeses de primera necessitat. Aquí hi comptem les despeses en el que és bàsic que necessitem per viure, com poden ser el menjar, l’allotjament, els subministraments d’electricitat, l’aigua, el transport públic, entre d’altres.
- Desitjos i productes més superflus. Per eliminació, hi incloem tot el que no és estrictament necessari. Hi trobaríem les compres impulsives, articles de luxe, viatges de lleure, etc.
Fer aquesta distinció no implica que no puguem gastar diners en coses que desitgem, però que no necessàriament ens calen. El desig i les accions que no tenen una finalitat merament pràctica són part de la condició humana. Això és un fet. Per tant, també ens hem de permetre aquestes despeses, sempre que ens adherim a un pressupost preestablert, bé sigui setmanal o mensual.
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El miedo a una recesión en los Estados Unidos, generada después de publicarse unos datos de ocupación y actividad industrial peores de lo que se esperaba, ha creado un efecto contagio que, junto con los malos resultados de algunas empresas tecnológicas y la subida de los tipos de interés en Japón, ha provocado fuertes pérdidas en las bolsas mundiales.
El índice Nikkei de Tokio se había desplomado un 12,40%, su peor caída desde el “crash” de 1987, contagiando a otros mercados asiáticos. El lunes también se hundía Wall Street: el Dow Jones de Industriales, el S&P 500, y el Nasdaq, hasta afectar las bolsas europeas que cerraban la sesión del día en números rojos. Por su parte, el IBEX sufría pérdidas de más de un 2% de su valor, su peor sesión desde marzo del 2023.
La volatilidad de las bolsas durante el mes de agosto no es ninguna novedad, cuando los volúmenes de negociación y los creadores de mercado están bajo mínimos, pero esta inestabilidad en los mercados no se veía desde el comienzo de la pandemia sanitaria. ¿Qué estaba pasando en las bolsas mundiales?
A la sombra de una recesión
Por un lado, el viernes todas las miradas estaban puestas en los Estados Unidos después de que presentó unos datos que mostraban que en julio se habían creado menos puestos de trabajo de los previstos y que la tasa de paro había subido. Unas cifras que ponían en entredicho la fortaleza de la primera economía mundial y avivaban el miedo de los inversores a que la Reserva Federal mantuviera las tasas de interés hasta septiembre.
En los últimos meses, la economía estadounidense ha mostrado señales claras de ralentización, la cual cosa había llevado a muchos inversores a esperar que la Reserva Federal recortaría los tipos de interés por primera vez desde que empezó la crisis inflacionista. La lectura de los mercados es que la Fed ha hecho tarde a la hora de contener la inflación, lo cual puede llevar al país a una recesión.
En este contexto, ya se habla de la posibilidad de un recorte urgente de los tipos de interés por parte de la Fed, después de que el banco central estadounidense dejara pasar la oportunidad de relajar su política monetaria la semana pasada, una acción que solo puede llevar a cabo fuera de las reuniones programadas en casos extremos.
Por la otra, el índice Nasdaq recogía importantes caídas de empresas tecnológicas como Amazon, Apple, Intel, Google, Meta, Microsoft, o Nvidia, que con el lunes negro perdían en conjunto unos quinientos veinte mil millones de dólares en capitalización bursátil. La peor parte se lo llevaba el fabricante de chips Nvidia (6%), seguida de Apple (3%).
La subida de tipos en el Japón
La volatilidad y el desplome del índice de referencia en el Japón, tanto los mercados de acciones y como el de bonos japoneses se pararon, empezó la semana pasada, cuando el Banco del Japón subió los tipos de interés por segunda vez este año y anunció planes para reducir sus compras de bonos.
El consejo del banco central había decidido poner fin en una etapa de tipos negativos y situar el precio del dinero entre el 0% y el 0,1%, para hacer frente a la presión inflacionista. Esto ha supuesto un cambio en la política monetaria del Japón, donde el crecimiento económico ha estado débil durante años y donde el banco central anteriormente se había negado a subir los tipos por miedo que pudiera provocar una recesión.
Parece que los peores augurios que algunos expertos sostenían hace unas semanas, que cualquier inestabilidad en el país con la deuda más grande en relación con el tamaño y la producción de su economía podría desencadenar una reacción en cadena en los mercados financieros globales, no iban muy desencaminados.
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Cuando pides información para valorar si haces una inversión el primer paso es firmar un documento certificándote como inversor cualificado. Este documento no te obliga a hacer ninguna inversión, pero es un requisito legal para que te informen.
Es muy recomendable no hacer nunca ninguna inversión sin entenderla. Hacemos inversiones con la intención de obtener beneficios, pero todas las inversiones implican un riesgo. A veces el riesgo puede ser perder el capital, a veces no conseguir ganancias o hay que, incluso, pueden poner en riesgo el patrimonio, si es que lo usamos como garantía de la inversión. Sea cómo sea, antes de realizar una inversión es esencial firmar un documento declarando ser conocedores de este riesgo y de nuestras competencias como inversores.
11Onze Recomienda el Financia Litigios
En el caso de 11Onze Recomienda, el hecho de que el proveedor que ofrece Financia Litigios sea británico obliga a cumplir con la normativa del Reino Unido. Por lo tanto, antes de que el proveedor pueda facilitar todos los detalles del producto hay que rellenar lo que se conoce como un documento de Self-Certified Sophisticated Investor. En castellano viene a ser un inversor cualificado autocertificado, es el concepto que el organismo regulador responsable de supervisar los servicios financieros en el Reino Unido, la Financial Conduct Authority (FCA), por sus siglas en inglés, define como un inversor que cumple determinados criterios de conocimiento y experiencia en asuntos financieros.
En otras palabras, es la manera en la que el inversor le comunica a la empresa o plataforma de inversión que sabe qué hace y que se siente cómodo siendo informado de los riesgos que comporta la inversión. Se trata de un requisito que tienen que cumplir los inversores en ciertos productos o servicios de inversión ofrecidos desde el Reino Unido, para que la empresa comercializadora tenga la garantía de que su cliente entiende la operación.
¿A qué te obliga la autocertificación?
Firmar el documento autocertificándote como inversor no te obliga a nada. Solo autoriza a la empresa comercializadora a darte información sobre un producto de inversión sofisticado. Esto permite a los clientes acceder a ciertos tipos de inversiones que no están disponibles para el público en general, como por ejemplo acciones de empresas privadas y otros valores que no cotizan en bolsa. Así mismo, ayuda a proteger los inversores menos experimentados de hacer inversiones potencialmente arriesgadas que quizás no entienden del todo y a tomar decisiones más informadas.
Pero rellenarlo no significa que acabes haciendo la inversión. En cualquier inversión, una vez tengas la información tienes que analizarla, hacer todas las preguntas que necesites, comprender los riesgos (si hay) y decidir si merece la pena. En el caso de Financia Litigios, la empresa proveedora está supervisada por 11Onze para garantizar la calidad y la transparencia en la gestión. Así mismo, la comunidad 11Onze puede hacer cualquier sugerencia que crea oportuna. Fue a petición de la comunidad que 11Onze Recomienda renegoció las condiciones de Financia Litigios, simplificándolas.
Invertir o no invertir
Todas las inversiones requieren inversores, pero no todos los inversores son iguales. Invertir puede ser una decisión compleja, sobre todo para los principiantes, por lo tanto, antes de hacer una inversión es importante conocer nuestro perfil de inversor y si tenemos los conocimientos básicos para invertir en un producto determinado. Tenemos que adaptar las inversiones a nuestras posibilidades y entender siempre qué estamos haciendo con nuestro dinero. En una época de bajos rendimientos de los depósitos bancarios y de alta inflación, es necesario aprender a invertir de manera segura para no perder poder adquisitivo. En 11Onze intentamos que nuestra comunidad pueda hacerlo con el mínimo riesgo posible, por eso 11Onze Recomienda a su comunidad Financia Litigios.
Si quieres descubrir como conseguir ganancias por tus ahorros con un producto de justicia social, 11Onze Recomienda Financia Litigios.
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Cuando uno habla de justicia en las empresas, en breve sale nuestro alter ego legalista, y nos decimos, bien convencidos, de que nosotros cumplimos todas y cada una de las leyes. Consideramos que cumpliendo las leyes no se necesitaba más valoración moral, de si las leyes están bien o debería haber una actualización. La implementación de la justicia no se puede dejar en manos de los expertos en ética o de los abogados. No podemos simplificar la valoración de que es justo concretando con que es legal. Practicar la ética necesita educar el juicio práctico
Hace relativamente poco un jurista importante comentaba que si tuviéramos que esperar a cambiar la legalidad con el permiso de aquellos que ganan con las leyes actuales, aún existiría la esclavitud. Y nada más cierto. De hecho, en las empresas, las leyes son un mínimo irrenunciable, pero la justicia, y sobre todo, el hecho de producir resultados justos en el reparto de recursos, responsabilidades, recompensas y reconocimientos, parece que va más allá de estos mínimos legales. La tarea de dirigir empresas incluye valorar si los sistemas empresariales que reparten los recursos tangibles o intangibles son los adecuados. Esta valoración la aparta del cumplimiento de la legalidad, y más aún de la neutralidad. Se debe tomar una decisión que escapa de consideraciones meramente técnicas, haciendo necesaria la valoración de las consecuencias que resultan de la decisión, y si estas consecuencias son buenas o no para todos.
La ley no es suficiente, hay que ir un paso más allá
Utilizar una pretendida técnica neutra (o ley positiva) lleva a obviar que no es neutra. Hacemos ver que utilizamos una ciencia económica pretendidamente libre de valoraciones morales. Y alimentamos con ella los contenidos técnicos de muchos programas de directivos. Esto, después, se acaba implementando en la empresa. Pensamos que la ley (técnica) ya es suficiente, y vamos más allá, delegamos los aspectos morales a los expertos en ética. Y lo justificamos con una tesis de separación que considera que los hechos se pueden observar sin valorarlos. Se desprecia como poco científico cualquier juicio de valor, y se hace con argumentos del tipo, “estamos hablando de cosas factuales, estamos hablando de ciencia, de cosas objetivas”. Esta neutralidad con la que se quieren valorar las decisiones es imposible. La tesis de separación convendría descartarla, más que por inútil, por falsa. La implementación de las valoraciones morales se hace necesaria, siendo los criterios de justicia un aspecto necesario para discriminar criterios a utilizar en las decisiones.
Las leyes económicas no van solas, como la ley de la gravedad, sino que son fenómenos que actúan sobre las personas, que tienen voluntad, motivación y que aprenden para bien o mal. Utilizar las leyes económicas que pretende que las personas ni se motivan, ni tienen voluntad, ni aprenden, perpetúa, el statu quo, o la empeora. Decidir qué criterios deben prevalecer a la hora de tomar una decisión, discernir entre opciones y ser capaces de prever las consecuencias que las decisiones tienen sobre los demás. La función de las empresas para algunos economistas es solo crear beneficios, cuanto más mejor. Pero no hay ninguna ley determinista que pueda forzar esta función. De hecho, observando la realidad, hacer que las empresas solo tienen la función social de tener beneficios, no nos ha llevado demasiado lejos, y, por lo tanto, parece justo proponer otros. Hacer que su función sea la de generar justicia y hacer que la justicia sea intermediaria por el bien común se hace del todo necesario. Las empresas deben encontrar su utilidad y su función social. Si terminan enfocándose al bien común, promocionando la justicia entre todos los grupos de interés, encontrarán muchos más adeptos que los actuales, y realizarán una función mejor.
Empresas de personas para personas
Otro factor importante a tener en cuenta y que a menudo pasa desapercibido, es que la empresa es como una comunidad de personas que participa de una comunidad más amplia, donde las personas se pueden desarrollar en ella y encontrar un sentido. Esto permite aportar una legitimación más amplia y auténtica a la actividad empresarial y ayuda a entender la misma existencia de las empresas, su sentido. Verlas como una herramienta para que tres se hagan ricos, tiene un sentido pequeño, que ahora mismo comienza a ser muy ridículo para mucha gente. ¿Y cómo pueden distinguir unas empresas que contribuyen al bien común de las que no? Una manera sencilla es mirar su misión, y sobre todo la implementación: los hechos. Los hechos hablan mucho más que las palabras.
Ver si las empresas dicen que resuelven y resuelven necesidades reales con sus productos y servicios (contribuyen a un bien común social), y ver de qué manera lo hacen, es decir, cómo utilizan los recursos y cómo tratan las personas (bien común interno), se hace del todo imprescindible si queremos tener un tejido empresarial que también ayude a cambiar conciencias. La contribución al bien común es lo que hace que las empresas puedan tener sentido y desplegar todo su potencial.
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El precio del oro tiene tendencia al alza cuando aumentan los riesgos geopolíticos. Pero, ¿qué relevancia tiene esto en relación con unas elecciones presidenciales en los Estados Unidos? ¿Podría una victoria de Donald Trump disparar todavía más el precio de una onza de oro que sigue marcando máximos históricos?
Las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 5 de noviembre en los Estados Unidos están alimentando la especulación entre los inversores sobre cómo puede evolucionar el precio del oro en los días y semanas posteriores a los comicios. Según un nuevo informe del Consejo Mundial del Oro (WGC), el alto riesgo geopolítico puede animar a los inversores a buscar el oro como cobertura.
Aunque, históricamente, el oro tiende a rendir por debajo de su media a largo plazo en el periodo próximo a las elecciones presidenciales de los EE. UU., por norma general, las elecciones estadounidenses no se han considerado un riesgo geopolítico. Este año, pero, Juan Carlos Artigas, responsable mundial de investigación del Consejo Mundial del Oro, avisa que estas elecciones “se producirán en un entorno en el cual los electorados, tanto en los Estados Unidos como el resto del mundo, están cada vez más polarizados y el riesgo geopolítico es significativamente elevado.”
El análisis hecho por el WGC sugiere que, “si bien la demanda de lingotes y monedas de oro en los EE. UU. parece aumentar, de media, durante las presidencias demócratas, no pasa lo mismo con otros segmentos de la demanda de inversión”. Y apunta al hecho que “la afiliación partidista no tiene un impacto consistente en el precio durante las elecciones estadounidenses. En cambio, las políticas económicas, tanto nacionales como exteriores, de cualquier presidente son más relevantes para el comportamiento de los activos financieros, incluido el oro.”
¿Es apolítico el oro?
Según el estudio, se puede observar que hay dos tendencias opuestas: El oro parece tener una tendencia al alza seis meses antes de la elección de un presidente republicano y se mantiene estable en el periodo posterior a las elecciones. Por el contrario, baja de precio antes de la elección de un presidente demócrata y se sitúa justo por debajo de su media a largo plazo en los seis meses posteriores a las elecciones.
Dicho esto, el WGC sostiene que estos resultados no son estadísticamente significativos, puesto que existe una variabilidad apreciable y que hay pocos ejemplos por cada uno de los casos analizados. Por lo tanto, el precio del oro posiblemente responde más a políticas específicas que no a la afiliación partidista del presidente electo.
En este contexto, las políticas de recortes fiscales, aranceles y menos regulación que promueve la candidatura de Donald Trump se consideran inflacionistas en Wall Street y la Reserva Federal se podría ver obligada a subir de nuevo los tipos de interés. Un escenario que pondría al oro en “en una posición idónea para repuntar”, afirmaba Gregory Shearer, analista de JPMorgan Chase.
Esta percepción de que el oro ofrece la mejor cobertura para una cartera de inversiones en caso de que Donald Trump retome la Casa Blanca parece confirmarse en la última encuesta realizada por Bloomberg. “Entre los 480 encuestados, los partidarios del metal precioso como valor refugio en caso de reelección de Trump superaron, dos a uno, a los que eligieron el dólar estadounidense”, explicaba la agencia de noticias.
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