SWIFT: uso y abuso de una combinación alfanumérica

El conflicto en Ucrania es el último ejemplo que ha puesto de manifiesto la creciente importancia de las sanciones económicas como instrumentos de coacción en las relaciones geopolíticas internacionales. Analizamos como el SWIFT, un protocolo de comunicación entre bancos, se ha convertido en una arma estratégica de Occidente.

 

El origen de las telecomunicaciones entre las redes bancarias globales se remonta a mediados del siglo XIX, cuando el recientemente desarrollado telégrafo eléctrico permitió unas comunicaciones más ágiles entre mercados bursátiles. El telégrafo establecía un sistema de negociación continuo, de casi tiempo real, que reducía las diferencias entre los precios de los valores de mercados separados por grandes distancias geográficas.

El año 1872, la Western Union usó su red telegráfica existente para lanzar el primer servicio de transferencias electrónicas que fue ampliamente utilizado. Un remitente pagaba dinero a una oficina telegráfica, y el operador transmitía un mensaje para permitir la transferencia de dinero a otra oficina, que mediante contraseñas y libros de códigos era verificada para que los fondos fueran librados a un destinatario.

A principios del siglo XX el telégrafo fue lentamente sustituido por las máquinas de teletipo o télex, un sistema desarrollado por Alemania que aprovechaba las líneas telegráficas y permitía a los usuarios escribir un mensaje en algún lugar e imprimirlo en el otro lado del mundo. A pesar de que el télex proporcionó al sector bancario una plataforma básica para los negocios, y un medio operativo a través del cual podían empezar a expandirse, la necesidad de asegurarse que los mensajes fueran seguros y precisos añadía mucha complejidad al sistema, que pronto se vio incapaz de asumir la presión de un mundo financiero cada vez más globalizado.

A medida que el incremento de transacciones hizo evidente que los límites de este sistema de comunicación suponían una restricción para la expansión del negocio bancario, los bancos, especialmente los europeos, decidieron explorar otras opciones. Una decisión espoleada por un subsidiario del banco americano, el First National City Bank (FNCB), que quería obligar los otros bancos a usar su sistema de télex patentado. Un ultimátum que horrorizó los bancos europeos, que veían como se pasaba de un sistema basado en la cooperación entre rivales a un monopolio a manos del socio americano.

Los bancos de 15 países crearon una empresa privada, SWIFT, las siglas en inglés de Society for Worldwide Interbank Telecommunication o Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales, con sede en Bruselas, y dirigida como una empresa cooperativa global. SWIFT simplificó los procedimientos y minimizó los errores usando un formato estandarizado de mensajería que fue adoptado globalmente.

Redes de comunicación y la coerción estatal

El tira y afloja entre el nuevo y viejo continente por el control de un sistema global de comunicaciones interbancarias puso de manifiesto un fenómeno que ya se había visto con la aparición del telégrafo durante la época colonial. Mientras que estos sistemas de comunicación no se crearon pensando en la geopolítica, era inevitable que los grandes actores de la economía global los utilizaran como herramientas para controlar, espiar y castigar otros estados que compiten por los mismos intereses.

Un hecho que no deja de ser irónico en el caso de SWIFT, creado por Europa para mantener su soberanía respecto de los Estados Unidos, pero que finalmente ha estado incapaz de resistirse a obedecer las órdenes de Washington, incluso cuando van en contra de intereses europeos, como pasó cuando el presidente Donald Trump abandonó unilateralmente el acuerdo nuclear con Irán.

Los politólogos Henry Farrell i Abraham Newman lo definen como interdependencia armada, “weaponized interdependence”. En cuanto al SWIFT, explican: “En este mundo, las redes que permiten la interdependencia global ya no sirven como medios neutrales de transmisión de información o dinero. Por el contrario, se están convirtiendo en las herramientas de proyección de poder de los grandes estados”.

El uso de sanciones por parte del gobierno americano, contra enemigos y aliados, puramente por intereses económicos y geopolíticos, no empezó con la administración del presidente Donald Trump, pero es cierto que Trump hizo una expansión sin precedentes de las medidas económicas punitivas para promover la agenda de su administración. Un abuso de una posición de privilegio que inicialmente da buenos resultados, pero que es contraproducente a largo plazo cuando otros estados cuestionan las alianzas con los Estados Unidos, y buscan alternativas a las herramientas monetarias ligadas al poder hegemónico de este país.

Sistemas alternativos y las criptomonedas

Las últimas sanciones económicas a Rusia, y la exclusión de algunos de sus bancos del sistema SWIFT, siguen la misma tendencia de los últimos años, y no hacen más que consolidar los esfuerzos por parte de China, Rusia, e incluso la Unión Europea, para buscar sistemas alternativos que puedan blindar sus economías. Un nuevo golpe al sistema que podría desencadenar una reacción de cambio en cadena.

El 2017, Rusia puso en funcionamiento el Financial Messaging System of the Bank of Russia (SPFS), equivalente al SWIFT, y el 2015, China lanzó un sistema parecido llamado The Cross-Border Interbank Payment System (CIPS). Dos sistemas alternativos que todavía quedan lejos de poder sustituir totalmente al SWIFT, pero que cuando menos ayudan a reducir la efectividad de las posibles sanciones impuestas a bancos de estos dos países para dejarlos fuera del protocolo de comunicación interbancaria establecido por los bancos occidentales.

Por otro lado, la revolución de las criptomonedas basadas en las cadenas de bloques son otra herramienta que países como Corea del Norte e Irán ya han utilizado para eludir sanciones económicas, y la exclusión de sus bancos del ecosistema del SWIFT. El rublo digital es solo una de las varias herramientas digitales mediante las cuales el gobierno ruso puede impulsar el comercio bilateral con países aliados, tal como ya ha hecho China con el yuan digital.

No obstante, es indudable que el uso de sanciones económicas tendrán un impacto significativo en la economía de Rusia, y en menor medida en la de la Unión Europea. Aun así, también es evidente que el abuso de esta herramienta de persuasión o castigo está reduciendo su efectividad y promoviendo la creación de sistemas alternativos, que en última instancia son inevitables en un escenario geopolítico global multipolar, que ya no se conforma en estar sometido a las imposiciones e intereses de un solo país.

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Fue a finales del siglo XI cuando el feudalismo finalmente se impondría. Los señores feudales, nobles o miembros de la Iglesia, obligarían los campesinos a entregar un excedente sobre su trabajo, castrando sus libertades y forzando el endeudamiento de una gran parte de la población. Oriol Garcia Farré, agente de 11Onze e historiador, nos lo explica.

 

Se trataba de un sistema político, económico, jurídico y social establecido durante la Edad Media por todo el continente Europeo. Los reinos se dividían en pequeños territorios que tenían cierta independencia, los cuales eran administrados por los nuevos señores feudales, laicos y eclesiásticos, que proporcionaban ‘protección’ a los campesinos adscritos a la tierra, a cambio de tributos y trabajo.

Al menos esta era la retórica oficial, como explica Garcia, “la mayoría de la documentación existente sobre el proceso de feudalización solo explica lo que a los señores o a los eclesiásticos les interesó documentar”, y continúa, “tened presente que en esta documentación quedarán al margen amplios sectores de la sociedad, como por ejemplo los campesinos”.

Obligatoriedad de generar un excedente

Con la imposición del feudalismo, la producción agrícola y ganadera se convirtió en el pilar de la economía. La explotación sistemática de los campesinos a través del cobro de tributos, sin los cuales “no habría sido nunca posible la construcción de castillos, torres, monasterios o las portaladas románicas”, apunta Garcia, dará paso a la necesidad de “demandar y ligar nuevas tierras para labrar”.

Así pues, se produjo una intensificación de la agricultura espoleada por la coerción de los señores feudales ejercida sobre las comunidades de campesinos libres, “que durante todo este proceso de feudalización fueron forzados a abandonar su economía de subsistencia, con la única finalidad de generar un excedente”, afirma Garcia.

 

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Solo uno de cada tres ciudadanos adultos europeos tiene conocimientos financieros mínimos, según un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Esto significa que la mayoría de las personas no tienen los conocimientos necesarios para gestionar eficazmente su dinero.

 

La educación financiera es una competencia necesaria esencial en el día a día de la ciudadanía. Es complicado tomar las decisiones acertadas en la gestión del hogar, la planificación del ahorro, la solicitud de un crédito o la contratación de una hipoteca si no tenemos unos conocimientos financieros mínimos.

En este contexto, y en pleno debate sobre los malos resultados académicos de los alumnos catalanes de cuarto de ESO en las pruebas PISA, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentaba un informe devastador sobre la educación financiera en Europa. Según el cual, solo el 34% de los adultos europeos tienen conocimientos mínimos en educación financiera. Por lo tanto, una gran parte de la ciudadanía no tiene la capacidad necesaria para gestionar sus finanzas de una manera eficaz.

De hecho, tan solo los ciudadanos irlandeses y alemanes logran el umbral mínimo de conocimientos financieros de 70 puntos sobre 100. Unos resultados preocupantes dadas las presiones que sufren los presupuestos de los hogares en el contexto económico actual, cosa que aumenta el riesgo de endeudamiento y otras situaciones económicas desfavorables.

Cultura financiera bajo mínimos

Mientras que un 84% de los adultos de los 39 países participantes en el estudio entienden la definición de inflación, solo el 63% saben aplicar el concepto de valor temporal del dinero a sus propios ahorros. Concretamente, cómo la inflación impacta el valor temporal del dinero al reducir el poder adquisitivo del dinero a lo largo del tiempo.

Además, a pesar de que los resultados muestran que alrededor del 77% de los adultos entienden la relación entre riesgo y recompensa, únicamente el 42% de los encuestados entre todos los países pueden responder correctamente a una pregunta sobre el interés compuesto (interés que se va sumando en el capital inicial y sobre el cual se van generando nuevos intereses). Incluso entre los adultos que tienen contratados productos de ahorro en estos países, solo el 46% entienden este concepto del interés compuesto.

La OCDE también avisa que la propagación de los servicios financieros digitales, que se aceleró durante la pandemia, hace más necesario que nunca de dotar a las personas de los conocimientos y habilidades adecuados para utilizar estos productos y servicios de manera segura. Por otro lado, la introducción de las monedas digitales y otros criptoactivos en el ecosistema económico, compuerta una mayor incidencia y complejidad de los fraudes y las estafas financieras, que también ponen de relieve la necesidad de reforzar los conocimientos financieros de los adultos para evitar el cibercrimen.

Plan de educación financiera de 11Onze

Empoderar a la ciudadanía a través de la educación financiera ha estado en el corazón de 11Onze desde sus inicios. Ampliar los conocimientos sobre economía y finanzas de nuestra comunidad, poniendo a su alcance todas las herramientas necesarias, es uno de los pilares fundacionales de la primera fintech comunitaria de Cataluña.

Desde el lanzamiento de 11Onze Escola, un proyecto que ofrece sesiones formativas sobre el mundo de las fintechs para que centros educativos, empresas y colegios profesionales de todo el país puedan formar a sus alumnos en materia económica y financiera, disponemos de una plataforma única que permite complementar el currículum escolar educando a los jóvenes en cuestiones monetarias y que pone a su alcance herramientas para la creación de riqueza.

Con el mismo propósito de formar a nuestra comunidad, se impulsan las lecciones de la sección Aprender, que ofrece contenidos como la serie El Diner, las Formacions 11Onze hechas por los mismos trabajadores o nuestros Cursos cortos. Además, en el apartado Descobreix de 11Onze TV también encontraréis piezas de nuestros agentes sobre temas de interés para nuestro día a día. Porque desde un buen principio teníamos claro que sin una buena formación financiera difícilmente seremos una sociedad libre que pueda decidir su futuro.

 

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La teoría evolutiva es mucho más compleja que una reducción a simples competencias individuales. El caso es que, a partir de la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin, se llegó a la conclusión de que las jerarquías sociales existentes dentro de las sociedades contemporáneas eran el resultado de una “selección natural” o de la “supervivencia del más apto”. Aun así, la selectiva aplicación de conceptos biológicos en un marco social y antropológico puede ser muy lesiva por la humanidad.

 

A finales del siglo XIX, el naturalista y filósofo inglés Herbert Spencer impulsó la aplicación de los conceptos biológicos de la “selección natural” y de la “supervivencia del más fuerte” en el campo de las Ciencias Sociales. De este modo, Spencer inventó el concepto de “darwinismo social”, el cual suponía una aplicación tergiversada e intencionada de la teoría evolutiva de Darwin.

El concepto hizo mucho furor dentro de los círculos académicos, como por ejemplo en la escuela económica neoclásica o marginalista, representada por los economistas Jevons, Menger, Walras, Pareto o Marshall. Esta corriente de pensamiento económico se centró principalmente a explicar los comportamientos individuales y el intercambio de bienes y servicios, abandonando los grandes temas clásicos referentes a la generación de riqueza y su distribución, las cuales habían ocupado los análisis económicos desde medios del XVII.

Aun así, no es por casualidad que este concepto tuviera gran aceptación —sobre todo entre el alta sociedad europea— dado que apareció justo en el momento en que las antiguas monarquías europeas se transformaban en los modernos Estados actuales, adoptaban el capitalismo como el único sistema socioeconómico y abandonaban el mercantilismo para siempre.

De este modo, los Estados occidentales —incluyendo los emergentes Estados Unidos— empezaron a dar gran importancia a la competencia entre individuos —entiéndase aquí también entre empresas, territorios o países— dentro del siempre defendido libre mercado y a justificar el porqué existen actores fuertes que ven aumentar su riqueza y su poder, en contraposición de los agentes considerados débiles que ven disminuir su riqueza y su poder, ¡si es que alguna vez tuvieron!

Por lo tanto, el “darwinismo social” solo significaría la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes. Desde entonces, el concepto ha acontecido muy popular entre las sociedades occidentales, el cual ha sido ampliamente divulgado en los círculos académicos y sociales, dado que ha proporcionado a las sociedades occidentales una justificación seudocientífica de sus posiciones privilegiadas en todo el mundo. Además, ha permitido continuar justificando racionalmente su pasado colonizador de América, África y Asia. E incluso, les ha permitido justificar la misoginia.

Los Estados occidentales —incluyendo los emergentes Estados Unidos— justifican el porqué existen actores fuertes que ven aumentar su riqueza y su poder, en contraposición de los considerados agentes débiles que ven disminuir su riqueza y su poder.

Naturalmente, ¡existen otras opciones!

A las antípodas de Spencer encontramos al geógrafo y zoólogo ruso Piotr Kropotkin quien, a finales del XIX, aportará una mirada totalmente opuesta al “darwinismo social”. Para Kropotkin, la cooperación es el factor clave en la evolución humana, mientras que la competencia acontece una cuestión paralela.

A través de su libro “El apoyo mutuo: un factor en la evolución”, Kropotkin desgrana como la cooperación y la ayuda recíproca son prácticas comunes y esenciales dentro de la naturaleza. Si los humanos renunciamos a la solidaridad y la sustituimos por la codicia, será cuando aparecerá la estratificación social, se justificará el absolutismo y se acabará endulzando el fascismo. Este último estado no lo pudo observar Piotr Kropotkin, pero, en cambio, sí que lo pudo describir magníficamente George Orwell en su conocida fábula de “La revuelta de los animales”.

De este modo, solo una moral basada en la libertad, la solidaridad y la justicia podrá superar nuestros instintos destructivos, los cuales también forman parte de la naturaleza humana. Por lo tanto, será de vital importancia que la ciencia sea el cimiento de la ética, obligándola a rehuir de cualquier principio que sacralice el poder. Y también será importando el estudio constante de las estructuras sociales, las cuales nos permitirán producir el conocimiento necesario para cubrir las necesidades humanas, base para el desarrollo de una sociedad libre.

Aquellos que piensen que “la libertad es hacer todo aquello que uno quiere”, ¡son tontos! Hegel afirmaba que “la libertad es conciencia de la necesidad” y Montesquieu, muy bellamente decía que “la libertad es poder hacer aquello que tenemos que hacer”. Después hay los farsantes que dicen que “la libertad es no tener límites”. ¿Y dónde encuentra esto? Quizás en la geometría, donde solo hay el punto y la recta o las curvas regulares. No, la vida es pura exigencia con límites. Una libertad que no sea con responsabilidad es un fraude —afirma el filósofo español Antonio Escohotado en su obra “Los enemigos del comercio. Una historia moral de la propiedad”.

Por lo tanto, el apoyo mutuo es el término que describe la cooperación, la reciprocidad y el trabajo en equipo, el cual compuerta o implica un beneficio mutuo para las personas que cooperan o que están involucradas. Existen infinidad de ejemplos de mutualismo dentro del reino animal y vegetal, como por ejemplo el trabajo colaborativo que hacen las hormigas a la hora de recoger los alimentos para el invierno; o la estrategia tan eficaz de las plantas, que aprovechan la interacción con los insectos y pájaros para polinizar. Más de ciento setenta mil especies acaban contribuyendo al 35 % de la producción global de cultivos alimentarios.

Ciertamente, la naturaleza está llena de ejemplos y Kropotkin aporta infinidad de argumentos para demostrar que los humanos somos interdependientes. De hecho, esta es la clave de nuestro éxito como especie dentro de la evolución humana, hasta el punto de que las primeras sociedades humanas practicaron esta estrategia cuando era una cuestión de supervivencia.

La idea del individuo socialmente independiente es un mito que ha sido ampliamente promovido por los Estados occidentales —sobre todo en el mundo anglosajón— y por las grandes corporaciones multinacionales, las cuales han proyectado infinidad de modelos triunfantes de hombres y de mujeres hechos a sí mismos. La clara visualización de sus triunfos ha permitido al sistema modelarnos a partir del concepto de Spencer. De alguna manera, se ha conseguido convertirnos en consumidores atomizados y fácilmente controlables, dado que desde que somos pequeños se nos educa para acontecer personas individuales, autosuficientes, independientes, posesores de propiedades o portadores de smartphones que, a pesar de que nos facilitan la conexión entre nosotros, paradójicamente nos abocan al aislamiento. Sin saberlo, llevamos incrustado el darwinismo social dentro de nuestros cerebros.

La idea del individuo socialmente independiente es un mito el cual ha sido ampliamente promovido por los Estados occidentales —sobre todo en el mundo anglosajón— y por las grandes corporaciones multinacionales, las cuales han proyectado infinidad de modelos triunfantes de hombres y de mujeres hechos a sí mismos.

Nuevas maneras por viejas estrategias

Célebre es la frase de Voltaire cuando dice que “la civilización no suprime la barbarie, sino que la perfecciona.” Aunque parezca extraña, la frase continúa siendo actual. La esclavitud ha existido siempre y siempre existirá, solo que el mundo contemporáneo ha suavizado los métodos. ¿Cuáles son los dos aspectos que un ser humano defendería con su vida? Sus hijos y un lugar donde permanecer.

Y actualmente, ¿cuáles son los dos mecanismos que nos subyugan al sistema? Pues, formar una familia y adquirir una vivienda. La habilidad del sistema rae en el hecho de que ha sido capaz de crear negocios rentables alrededor de estos dos principios. Es por eso que se ha fomentado el deseo de la propiedad privada y la formación de la familia ideal como entidad de consumo, al mismo tiempo que se han ido congelando los salarios, han subido los precios de las viviendas y han ido aumentando el coste de la vida. De este modo, se ha conseguido una población de dependientes y convencidos por gran parte de sus vidas. Estos son quien se endeudará y se someterá ante un trabajo precario o de una ley injusta a fin de mantener estos estándares que impone el sistema. Es por eso que está en nuestras manos decir ¡no más!

El mutualismo en Cataluña

En Cataluña, existen infinidad de ejemplos de mutualismo, los cuales tienen su origen en los gremios y las cofradías de la edad media. Desde finales del siglo XIX, las mutuas, las cooperativas o las asociaciones han acontecido uno de los rasgos distintivos de la sociedad catalana. ¡Solo hay que ver la recaudación de la Maratón de TV3 año tras año! La riqueza de su tejido asociativo muestra una gran diversidad de entidades que vertebran nuestro país, que van desde asociaciones de ocio y deporte, de mutuas o aseguradoras de salud, de previsión social, a cooperativas agrarias, pasando por asociaciones culturales o vecinales hasta llegar a las organizaciones políticas, las cajas de ahorro o la banca comunitaria.

La banca comunitaria se sustenta sobre el principio del mutualismo, el cual se basa en las tendencias asociativas de los seres humanos para conseguir satisfacer sus necesidades a través de la cooperación voluntaria y pacífica, la ayuda mutua y la solidaridad en un modelo donde los productores intercambian libremente productos y servicios.

Desde el primer momento explicamos que 11Onze es una fincom. Una plataforma fintech donde la comunidad puede educarse financieramente, consumir contenidos y acceder a un abanico de productos financieros en continuo crecimiento: desde la cuenta de El Canut puedes hacer tu gestión bancaria, comprar de oro, criptos y pronto acceder a préstamos.

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Celler Recaredo, Corpinnat, es troba al nucli antic de Sant Sadurní d’Anoia. És l’única cava que continua fent tot el procés de vinificació al cor de la vila i ho fa des de principis del segle XX. Tot el que es fa Recaredo es fa des de la consciència.

 

Ton Mata, tercera generació del celler Recaredo, fa 25 anys que va decidir formar part del negoci familiar. Després d’haver estudiat enginyeria aeronàutica, quan va tornar a casa va tenir una llarga conversa amb el seu pare i va decidir estudiar enginyeria tècnica agrícola i entrar a formar part de l’empresa familiar. Ha estat director tècnic, director general i, ara, és conseller delegat. Juntament amb dos cosins més gestionen l’empresa sota la direcció d’una persona externa de la família.

 

Fer el que t’agrada fer

La història del celler és curiosa, atès que tot el Corpinnat que surt de l’empresa és fruit de les collites pròpies. “Nosaltres venim d’una família que no tenia vinyes —explica Ton Mata—. El meu avi, quan va començar, no tenia ni una sola vinya i en aquests moments tenim 80 hectàrees en propietat, de les quals surt la producció de Recaredo 100 %, Corpinnat”. Per fer la producció de vi tranquil, necessiten comprar raïm.

L’avi de Ton Mata era fill d’una família d’artesans de la ceràmica que feia les típiques peces per a la construcció. “La meva besàvia va enviar l’avi, quan era molt jovenet, a treballar a unes caves. I aquí és on va començar tot”, explica. Allà, l’avi va aprendre l’ofici de la segona fermentació, de tot el que passa a dins l’ampolla (criança, pupitre, segona fermentació, desgorjament) “i es converteix en un expert en l’art del desgorjament manual”. “Llavors es planta per a ell sol i, de mica en mica, transforma la bòbila familiar en unes caves”, amplia. De fet, el celler encara conserva una part de l’antiga bòbila.

“L’avi —explica Ton Mata— s’adona que, si vol fer un bon vi, necessita una bona vinya. I és així com comencem la integració vertical, però en comptes de fer-ho de la vinya cap endavant, ho fem enrere”. La tercera generació està recollint els fruits de la feina feta per l’avi. Ton Mata diu que aquesta herència els permet fer “un camí de somni”: “Fer el que realment ens agrada i volem fer. Procurem ser lliures, de no tenir cap lligam, és a dir, que no sigui el mercat qui ens marqui el camí. Afortunadament, fins ara, hem trobat la complicitat de persones que els hi ha agradat el que fem”.

El ‘terroir’ que acull les vinyes

Ton Mata explica que el celler s’ha anat transformant i ha passat de l’agricultura tradicional a l’agricultura ecològica i, després, a l’agricultura biodinàmica. “Aquest procés ens ha fet més forts en les nostres conviccions, que són: fer escumosos només brut nature, fer vins que realment siguin capaços de representar un paisatge, un territori, amb totes les conseqüències i no només de bla, bla, bla; fer criances molt més llargues…”.

Recaredo té una producció de 280.000 ampolles. Exporta fora de l’Estat espanyol un 15%, a l’Estat un altre 15% i el seu mercat principal és Catalunya, amb un 70%. Ton Mata considera que són un celler petit. Tot i que mira el sector amb preocupació, considera positiu el naixement de noves empreses que des de la vinya treuen al mercat els seus productes. Creu que el sector vitivinícola penedesenc ha de ser atomitzat, si es vol mantenir el prestigi de la zona. “És interessant que hi hagi empreses petites, cadascuna amb el seu estil i la seva personalitat. És bo per mantenir l’equilibri”, argumenta.

Es manifesta preocupat, però, pel territori, el paisatge i l’entorn. “Està tan amenaçat que em fa patir. Corpinnat anem a contracorrent. És molt difícil fer vins que representin un paisatge si no tens paisatge de qualitat. Les amenaces d’infraestructures com la MAT, polígons com Can Vies i, sobretot, les deixalles que deixem a terra com són els herbicides o els insecticides… Està clar que no ajuden a mantenir un paisatge de qualitat. Aquest tipus d’agricultura no té futur i no és sostenible. Impedeix fer vins que representin un paisatge perquè el que fa és destrossar aquest paisatge i els vins acaben ensenyant aquest paisatge destrossat”, lamenta.

Per a Ton Mata practicar agricultura biodinàmica fa que els seus vins reflecteixin el terra on han estat cultivats, el ‘terroir’. “Oferim un escumós que representa la transparència: d’una collita, una anyada, un ‘terroir’, unes persones i un equip. Un brut nature és el que dona la transparència més gran, i amb aquesta obsessió de representar el ‘terroir’ t’adones que el paisatge soterrat està molt malmès”, explica.

 

Preservar el paisatge

Per a Mata, practicar l’agricultura biodinàmica vol dir treballar per preservar el paisatge, treballar amb la natura i no contra la natura. “Nosaltres vam implantar la part més racional de la biodinàmica l’any 2006. Ens hem anat obrint a la biodinàmica, no només a la part racional i biològica, sinó també a la part més filosòfica i més de consciència, la d’estar més atent al que fas i per què ho fas. Això és un repte, perquè, quan manes una feina, aquesta no ha de ser només d’execució mecànica, sinó que ha d’implicar una consciència de com s’està fent i per què s’està fent així”, detalla. Per a Mata, treballar des de la consciència té una conseqüència sobre el resultat del vi. 

Recaredo forma part del grup Corpinnat (marca col·lectiva de la Unió Europea) juntament amb deu cellers més. El seu compromís amb el territori queda reflectit en els principis d’aquesta marca.

 

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Como ya había sucedido con la resolución de pasados conflictos bélicos, el encuentro entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad alemana de Potsdam el verano de 1945 volvió a dividir al mundo en dos bloques. Las grandes potencias occidentales pusieron en práctica un nuevo modelo económico que les permitiría imponer su preeminencia por encima de otros países.

 

Dos modelos políticos, sociales y económicos —en principio antagónicos— que durante décadas se enfrentarían varias veces en pequeños conflictos armados, de baja intensidad y que acontecerían la gran palanca de crecimiento económico para el mundo occidental.

Pero la Conferencia de Potsdam también constató que el capitalismo industrial —iniciado a finales del siglo XVIII— era un modelo económico agotado. Los más de sesenta millones de muertes a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, obligaba a las antiguas monarquías europeas —ahora evolucionadas a democracias occidentales— a adoptar formas mucho más sibilinas de conseguir sus objetivos económicos. Por lo tanto, la nueva estrategia extractiva tenía que ser menos catastrófica y más efectiva. Por este motivo, el nuevo modelo económico que se irá desplegando progresivamente ya no implicará tener que ocupar un territorio físicamente, sino que será suficiente controlar las élites locales.

Con esta nueva estrategia, los Estados Unidos, como grandes vencedores y sustentados por una potente maquinaria militar, serán capaces de desplazar el centro económico mundial —de Europa a Norteamérica— por medio de la imposición de su moneda, la presión financiera ejercida por sus bancos, y con la creación de una dependencia tecnológica a escala global. Por lo tanto, la implantación de sus más que conocidas multinacionales —Amazon, Nike, Coca-Cola, Pepsi, Apple, McDonald, Disney o HP, entre otras— les permitirá conquistar directamente o indirectamente a la casi totalidad del mundo. El entretenimiento, principalmente el cine y los grandes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos, la Super Bowl o Mundiales de Fútbol, serán las verdaderas armas de subyugación mental y material que posibilitarán extender el sueño norteamericano a todo el mundo.

Los Estados Unidos serán capaces de desplazar el centro económico mundial —de Europa a Norteamérica— por medio de la imposición de su moneda, la presión financiera ejercida por sus bancos, y con la creación de una dependencia tecnológica a escala global.

La paz social, base de la nueva eficiencia económica

Todo empezó la primavera del 1951 en Montreal, cuando representantes de diferentes agencias de inteligencia occidentales se reunieron en secreto con profesores universitarios de psiquiatría en el hotel Ritz-Carlton de la ciudad canadiense. Del resultado de aquella reunión se sabe, por documentos desclasificados, que el ejército norteamericano invirtió una gran cantidad de dinero en la Universidad McGill de Montreal para investigar sobre el aislamiento sensorial.

La investigación fue iniciada por el Dr. Donald Olding Hebb, quien acabaría abandonando el proyecto al darse cuenta de la magnitud de la tragedia, y finalizada por el Dr. Donald Ewen Cameron, el cual la llevaría hasta un nivel superior. Cameron llegó a experimentar con un gran número de pacientes que fueron sometidos a una multitud de sesiones de electrochoques, combinadas con curas de sueño y una constante repetición de mensajes grabados hasta la extenuación mental.

El estudio constató que el aislamiento sensorial no deja de ser una manera de generar una monotonía extrema que acababa provocando una reducción de la capacidad de pensamiento crítico a través de la confusión de la mente del individuo. Por lo tanto, cuando una persona no es capaz de razonar… ¡Mal asunto!

Los resultados de todos estos experimentos permitirán a las agencias de inteligencia occidental diseñar mecanismos de control sobre su propia población con el objetivo de garantizar la estabilidad social dentro de las democracias. En consecuencia, se repetirá hasta la saciedad la idea de libertad de expresión, libertad de prensa y el derecho a la propiedad privada, base fundamental del libre mercado. Y a fin de garantizar la eficiencia económica, se hará de la competencia un instrumento para impulsar el crecimiento económico, constando con la premisa que “si la empresa del lado tiene mejores productos y más ventas que yo, como consecuencia, tendré que desarrollar mejores ideas para ser mejor que mi competencia.”

Y otra cuestión no menor en cuanto a los estudios sobre el aislamiento sensorial, es que permitirán a las agencias de inteligencia occidentales elaborar manuales de interrogatorio —como el famoso manual KUBARK del ejército de los EE. UU. y de la CIA— los cuales se pondrán en práctica contra los disidentes del sistema, tanto internos como externos, a los postulados occidentales.

La gestión del miedo

El avance tecnológico que supuso la Segunda Guerra Mundial llevaría la humanidad a salir al espacio exterior —a la Luna y más allá— pero también supuso el desarrollo de la bomba atómica como arma de destrucción global. Esta será empleada como instrumento de presión política que todavía hoy persiste.

Los cinco países principales que fabrican armas en el mundo —Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— son los que tienen nuestra paz a su cargo. Hacen el negocio de la guerra, pero venden la paz, sobre todo a través de los medios de información al servicio de los poderes hegemónicos occidentales que hacen un examen de democracia a cada país. Son grandes medios de comunicación que confunden la libertad de expresión con la libertad de presión y deciden quién es un dictador o un golpista, que curiosamente tiene la “mala costumbre” de hacer votar a la gente para saber qué piensan sobre aquella política u otra cuestión que los pueda afectar. Y aquellos medios que no siguen estas directrices son clausurados o llevados a los confines del sistema. ¡Los medios muestran una realidad que muchas veces no existe a fin de sugestionar, incomunicarnos y enfrentarnos entre nosotros!

Países como los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— son los que tienen nuestra paz a su cargo. Hacen el negocio de la guerra, pero venden la paz, sobre todo a través de los grandes medios de información al servicio de los poderes hegemónicos occidentales que hacen un examen de democracia a cada país.

La terapia de choque económico

Como todo el mundo sabe, el crac del 1929 en Wall Street desencadenó la Gran Depresión de los años treinta. Hasta el 1932, unos 5.096 bancos se declararon en suspensión de pagos. Su derrumbamiento arrastró muchas empresas a la quiebra, las cuales veían como se acumulaban los stocks de mercancías, y comportó un importante descenso de los precios, especialmente en el sector agrario. Finalmente, el descenso de la actividad económica provocó un aumento desbocado de la desocupación.

Influenciado por el economista John M. Keynes, el recientemente proclamado presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt, puso en marcha un importante programa de ocupación pública para que la gente pudiera volver a trabajar: la política conocida como New Deal. Pero no será hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando finalizará la depresión, gracias en gran parte a la implantación del famoso plan Marshall, el cual generalizará el modelo regulador e intervencionista de Keynes a la mayoría de los territorios occidentales.

Contrario a los postulados de Keynes, encontramos ya a finales de los años cuarenta del siglo XX, un reducido grupo de intelectuales —conocidos con el nombre de la Sociedad Mont Pelerin y dirigidos por el economista austríaco Friedrich August von Hayek— los cuales estaban convencidos de que si los gobiernos dejaban de prestar servicios y de regular los mercados, los problemas de la economía mundial se resolverían solos. Uno de sus máximos representantes y profesor de economía en la Universidad de Chicago, Milton Friedman, creía que a través de una terapia de choque económico impulsaría a las sociedades a aceptar un capitalismo más puro y desregulado.

Ciertamente, las tesis de la doctrina del choque se han acabado imponiendo en todo el mundo en diferentes procesos. Estas medidas radicales han triunfado no tanto de la mano de la libertad y la democracia, como de su imposición gracias a choques, crisis y estados de emergencia. Por lo tanto, lejos de endulzar el papel de los Estados Unidos a la hora de convertirse en un país hegemónico a escala mundial, su capacidad de controlar el mundo se debe a las sanciones, restricciones, bloqueos, congelaciones, confiscaciones o la intervención militar.

Y por encima de todo, ha sido esencial el papel que ha jugado la creación de una burocracia internacional específica, generada estrictamente por no depender de las Naciones Unidas y, por lo tanto, por estar exenta de cualquier control directo que pueda molestar a la comunidad internacional. Estos organismos supranacionales —Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio y Fondo Monetario Internacional— han ejecutado milimétricamente todas estas terapias de choque económico en todo el mundo, combinando la presión política con la extorsión. ¡Y no faltan ejemplos!

En Milton Friedman creía que a través de una terapia de choque económico impulsaría a las sociedades a aceptar un capitalismo más puro y desregulado.

Un sistema necesitado de gánsteres económicos

En 2004, el norteamericano John Perkins —un antiguo trabajador de la consultora americana CHA Consulting, Inc.— publicó un interesante libro titulado Confessions of an Economic Hit Man”, en el cual explica con todo tipo de detalles como participó en diferentes procesos de colonización económica de los países del Tercer Mundo, especialmente en el continente sudamericano, durante los años ochenta.

Perkins, como economista en jefe de CHA Consulting, tenía la tarea de identificar países con recursos naturales que interesaban a los clientes —mayoritariamente corporaciones— que representaba su consultora.

Una vez identificados, la siguiente fase consistía en enviar un “pequeño ejército de chacales” hacia el país en cuestión para prometerles que, con la venta de sus recursos, el país lograría el estándar occidental, en cuanto a bienestar social y estabilidad económica. Y finalmente, se obligaba al país a solicitar un gran préstamo —a través del Banco Mundial u otras organizaciones vinculadas— justificado ante la opinión pública como parte del acuerdo y por el hecho de no disponer ni de la tecnología ni de la infraestructura necesaria para extraer, producir o manufacturar el recurso natural.

Pero esta cantidad de dinero no llegaba nunca al país en cuestión, puesto que salía del Banco Mundial —con sede a Washington— y se desviaba a una cuenta en Houston, Texas o San Francisco, donde curiosamente el titular era una empresa que trabajaba para la consultora, y que estaba especializada en la construcción de la infraestructura necesaria para extraer, producir o manufacturar el recurso natural.

Por lo tanto, el dinero servía para pagar los gastos de las obras —centrales eléctricas, carreteras, parques industriales, puertos— que al final solo generaban grandes beneficios para las empresas adjudicatarias. Cierto es que, en menor grado, también acababan enriqueciendo a una minoría local que poseían las industrias básicas o los establecimientos comerciales, pero en detrimento de la mayoría. Por lo tanto, al final del proceso todos los recursos económicos del país destinados a la sanidad, educación u otros servicios públicos servían para pagar aquellos préstamos. Tal como explica John Perkins, el hecho de conocer ‘a prioiri’ la incapacidad del país para devolver los préstamos era una parte importante para ejecutar el plan.

De este modo, el sistema ha permitido que corporaciones occidentales u organismos supranacionales —Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio y Fondo Monetario Internacional— acaben creando un tipo de imperio paralelo que controla amplias zonas del planeta: las llamadas “zonas de influencia”. Es por este motivo, que las democracias occidentales tienen la capacidad de decir a uno de estos países “influenciados voluntariamente” que si no puede pagar sus préstamos, siempre puede venderse la explotación de sus recursos… eso sí, sin la obligación de un compromiso social o medioambiental; o que tiene que permitir la construcción de una base militar en su territorio, o que tiene que votar contra determinados países considerados “enemigos” al siguiente encuentro de las Naciones Unidas.

Cuando el presidente de uno de estos países no acepta, la mayor parte de las veces se acaba interviniendo o derrocando el gobierno. El proceso se inicia con una fuerte campaña de desprestigio nacional e internacional, se crean noticias falsas de todo tipo para condicionar la opinión pública y, al final —en favor de la democracia—, se ejecuta el golpe de estado totalmente justificado. Y si la cosa no sale bien, se le acababa asesinando. La historia contemporánea está llena de ejemplos: Mossadeq en Irán (1953), Ngô Đình Diệm en el Vietnam (1955), Lumumba en el Congo (1960) o Allende en Chile (1973). Y más recientemente, las presiones de todo tipo que han tenido que soportar Lula da Silva para frenar la deforestación de la Amazonia brasileña, Maduro para nacionalizar el petróleo venezolano o Petro por la descarbonización de la economía Colombiana.

La economía de la muerte

En 2009, en plena recesión global, el psicólogo inglés Oliver James publicó el libro “The Selfish Capitalist”, el cual concluye que detrás de las enfermedades mentales de la sociedad occidental actual, se esconde el capitalismo practicado los últimos cincuenta años. Simplificando mucho, la tesis del libro expone como la economía neoliberal anglosajona ha empujado a los individuos a querer tener cada vez más y más coches, teléfonos móviles, ropa, dinero… y todo ello ha desembocado en una insatisfacción permanente del individuo. Basándose en un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud en el año 2004, concluye que las enfermedades mentales afectan a casi un 23% de la población del mundo anglosajón y a un 11,5% del resto de los países europeos, dado que entraron más tarde en la rueda neoliberal.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, el número de jóvenes estudiantes con una deuda descomunal va en aumento, del mismo modo que hay un número brutal de gente endeudada por tratamientos sanitarios, por tarjetas de crédito o por hipotecas. Por lo tanto, este sistema que se diseñó para explotar a los países denominados “en vías de desarrollo”, ahora se ha vuelto en contra de occidente.

Por otro lado, la economía neoliberal ha buscado maximizar los beneficios a corto plazo sin tener en cuenta el coste social y el impacto medioambiental. Y en este aspecto, los neoliberales como Friedman se equivocaron: más allá del corto plazo, hay que incrementar los beneficios a largo plazo, de este modo saldremos todos ganando. Si nos guiamos por el propósito de pagar una tasa de rendimiento decente a los inversores que invierten, podremos empezar a cambiar el modelo.

Según el último informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar mundial total aumentó un 3,7% en términos reales en el 2022, hasta lograr un nuevo máximo histórico de 2,24 billones de dólares. Si gran parte de este dinero se destinara a pagar a las mismas empresas que obtienen estos contratos millonarios, pero en vez de pagar para fabricar misiles, se hiciera para recoger todos los plásticos de los océanos, recuperar los medios naturales destruidos, limpiar los vertidos de residuos de los océanos… el planeta saldría ganando. Y en este proceso, las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a hacerlo posible.

Este sistema, que se diseñó para explotar a los países denominados “en vías de desarrollo”, ahora se ha vuelto en contra de occidente.

La multipolaridad

Este sistema ha funcionado mientras los ganadores han sido los Estados Unidos, puesto que permitía que sus aliados se llevaran un trozo del pastel con la condición de que apoyaran su política internacional o facilitaran el acceso de sus empresas a sus mercados. Los Estados Unidos han sido capaces de compartir el pastel con todos aquellos que se alinearan, pero no con aquellos que estuvieran dispuestos a disputarle sus intereses económicos.

Llegados aquí, entramos en una nueva era donde la distribución del poder político, militar y financiero ya no recaerá en un solo país. En pocas palabras, el mundo dejará de bailar al tono de una sola música. De hecho, ya hemos empezado a bailar al tono de la música oriental, bajo ritmos de la balalaica, combinada con un poco de samba, unos toques de Indi-pop y una pincelada de mbaqanga.

 

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Aida Roca, filòloga i creadora de contingut digital, és la responsable de La Filòloga de Guàrdia, un canal per a difondre continguts en català i sobre el català. Més de 30.000 seguidors segueixen els seus trucs, amens i fàcilment aplicables, per aprendre a parlar un català genuí en qualsevol context i a qualsevol edat.

 

Tot just havia acabat la quarantena quan l’Aida Roca es va llençar a crear un canal de YouTube que va batejar com a La Filòloga de Guàrdia. Explica que va començar a crear el tipus de contingut que ella trobava a faltar a les xarxes: contingut d’entreteniment, en català i amb la llengua catalana com a temàtica. Així naixia La Filòloga de Guàrdia, el canal de YouTube, amb presència també en altres xarxes socials com Instagram, Twitter o TikTok, que ja acumulen més de 30.000 seguidors. 

El català pateix, des de fa dècades, una influència de la llengua castellana que es fa palesa en gairebé tots els àmbits: en els mitjans de comunicació, en la producció audiovisual, en l’oci i fins i tot a l’hora del pati, on els nens i nenes sovint aposten pel castellà, en lloc del català, per a relacionar-se amb altres infants. L’Aida, des del seu canal, i tal com ens explica en aquest nou episodi de Persones, defensa que el català és prou ric per a parlar-lo en qualsevol àmbit, només ens falta utilitzar-lo.

A la (falsa) recerca del català correcte

Roca remarca que no podem parlar de català correcte o incorrecte, perquè aquesta diferenciació rau en el context en el qual ens trobem. Així doncs, una expressió com “natros”, que es fa servir en moltes comarques de Catalunya, seria correcta en un context col·loquial, però deixaria de ser-ho si la fem servir per a un discurs institucional, per exemple. En aquest cas, com en tants d’altres, ens hem de referir a aquest tipus de paraules o expressions com a català genuí, autèntic, i segons el context serà correcte o no.

Però, més enllà del dialecte que parlem o el context on ens trobem, la jove Aida Roca planteja que la principal preocupació és si realment es fa servir el català entre els joves com a principal llengua, i ens apropa la clau per a capgirar aquesta situació. Roca també ens comparteix el seu punt de vista sobre la polèmica aplicació del 25% d’hores en castellà a les aules i l’estat de salut de la nostra llengua. Escolta la conversa sencera per apropar-te, una mica més, al català genuí.

 

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La adopción de una nueva lógica económica a principios del siglo XIX, permitirá adquirir una posición dominante a ingleses y holandeses por encima del resto de economías europeas, y por extensión, por encima del resto de economías del mundo. Este hecho provocó que las antiguas monarquías europeas —Castilla, Portugal, Francia, Austria, Prusia o Rusia— buscaran la manera de abrazar aquella moderna visión socioeconómica con el fin de erradicar su pobreza endémica, pero a diferencia de los primeros, les causará unos tumultuosos procesos de adaptabilidad hacia el nuevo sistema económico.

 

A principios del siglo XVII, los primeros imperios coloniales de raíz profundamente católica —como Castilla o Portugal— se desangraban estructuralmente a consecuencia del combate encarnizado durante décadas contra el mundo protestante y turco, cosa que les estaba provocando importantes pérdidas de recursos económicos y una creciente deslegitimación territorial. La represión ejercida por los integristas católicos castellanos —con su rey al frente— contra el mundo calvinista holandés, lejos de subyugar definitivamente aquellos territorios, provocó el efecto contrario, puesto que les hizo aflorar un instinto de supervivencia ampliamente estudiado por las Ciencias Sociales.

En el origen del conflicto encontramos la negativa holandesa de contribuir económicamente a la causa imperial hispana, la cual buscaba universalizar la cultura católica. Durante más de ochenta años, los encuentros imperiales buscaron la manera de romper el anillo protector holandés que se había ido construyendo para contrarrestar la presión ejercida por los famosos tercios de Flandes. Esta línea de defensa estaba compuesta por cuarenta y tres ciudades y cincuenta y cinco fortificaciones. Obligados a vivir dentro de aquel microcosmo territorial, la supervivencia holandesa —como pueblo— exigía racionalizar y sistematizar las iniciativas públicas y privadas.

Antes que nada, Ámsterdam se convertiría el epicentro del poder de las diecisiete Provincias Unidas. Desde allí, se fomentaría la creación de un mercado libre y abierto que fuera capaz de satisfacer las necesidades —en aquel contexto de guerra permanente— de todas las ciudades del territorio neerlandés. Por eso, se animaría a diversificar la agricultura como base de la futura especialización y división del trabajo, se fomentaría la innovación tecnológica a fin de mejorar la producción agrícola, se promoverían ferias y mercados para fomentar el intercambio de bienes y servicios, se amplificarían las redes comerciales internas y se buscarían rutas comerciales externas a través del desarrollo de una potente industria naval, y se garantizaría el derecho a la propiedad privada de los medios productivos. Pero por encima de todo, el gobierno de la federación de las Provincias Unidas velaría por el cumplimiento de todos los contratos comerciales y aseguraría la plena libertad de movimiento, tanto de personas como de mercancías, por medio de la creación de un ejército permanente holandés.

Por lo tanto, todo este nivel de organización fruto de la conjunción entre la cosa pública y el hecho privado estaría pensado para satisfacer las necesidades de la población ante la presión católica, la cual provocaría un aumento significativo del gasto público. Para reducirlo, se desarrollaría un mecanismo de financiación que consistiría en la emisión de títulos de deuda pública a largo plazo, los cuales serían negociados en la recientemente creada bolsa de valores de Ámsterdam.

Obligados a vivir dentro de aquel microcosmo territorial, la supervivencia holandesa —como pueblo— exigía racionalizar y sistematizar las iniciativas públicas y privadas.

¡Y Descartes vino al rescate!

Un hecho trascendente será la contribución del filósofo René Descartes a la mentalidad de la sociedad del norte de Europa. A través de su tratado “El Hombre” argumentará que los humanos estamos divididos por dos componentes distintos: una mente inmaterial y un cuerpo material, entendido este último como una máquina perfecta. De este modo, conseguirá separar la mente del cuerpo y establecer una relación jerárquica entre ambos. Por lo tanto, dado que las clases señoriales dominan la naturaleza y buscan controlarla con fines productivos, la mente tendrá que dominar el cuerpo con el mismo propósito.

Esta mirada será aprovechada por los calvinistas para modelar al “buen cristiano”, dado que será aquel que controle su cuerpo, sus pasiones, sus deseos y de este modo acabará autoimponiéndose una orden regular y productiva. Por lo tanto, cualquier inclinación hacia la alegría, el juego, la espontaneidad o los placeres de la experiencia corporal se considerarán potencialmente inmorales.

Todas estas ideas se fusionarán en un nuevo sistema de valores explícitos: la ociosidad es pecado y la productividad es virtud. Dentro de la teología calvinista, la ganancia se convertirá en símbolo del éxito moral. Será la prueba de la salvación. Para maximizar la ganancia, se animará a las personas a que organicen sus vidas en torno a la productividad y aquellos que se queden atrás —durante la carrera por la productividad o caigan en la pobreza— serán marcados con el estigma del pecado. Esta nueva ética de disciplina y de autodominio se convertirá en el centro de la cultura del capitalismo.

La creación de nuevos monopolios

Hasta entonces, las expediciones comerciales funcionaban a partir de pequeñas flotas creadas y controladas expresamente por las monarquías. La mayor parte de las veces, la empresa se constituía por un solo viaje comercial y, a su retorno, la pequeña flota se liquidaba con el fin de no asumir los costes de mantenimiento. Por lo tanto, la inversión en estas empresas era costosísima y resultaba de alto riesgo, no solo por los peligros habituales de la piratería, las enfermedades y los naufragios, sino también por las condiciones del mercado de especias, donde actuaba una demanda inelástica —poco sensible en el cambio de precios— con una oferta relativamente elástica —cambio de precios que hacía aumentar la oferta—, lo cual podía provocar que los precios cayeran justo en el momento equivocado y arruinaran las perspectivas de rentabilidad de la empresa.

Por lo tanto, si la expedición comercial tenía éxito, se ha calculado que la rentabilidad estaba cerca del 400% respecto a la inversión inicial, cosa que permitía a la Corona dinamizar su economía. En cambio, si resultaba un fracaso, era la misma Corona quien asumía las pérdidas y, en consecuencia, era la población quien acababa pagando la deuda a través de la subida de impuestos y la reducción de salarios, dado que la Monarquía gestionaba la violencia.

Pero a principios del XVII, a través de la formalización de unos acuerdos estables —conocidos como cárteles— se obtuvo de los respectivos gobiernos de Inglaterra y de Holanda unas cartas de privilegio concedidas a iniciativas privadas del sector de las especies para comerciar con las Indias Orientales. Con la creación de la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se pusieron en marcha unos mecanismos empresariales capaces de controlar la oferta y minimizar el riesgo en el comercio mundial de las especies.

La novedad rae en el proceso fundacional de ambas compañías cuando toparon con la problemática de la financiación. Dada la envergadura y los altos costes asociados, los fundadores de las compañías no fueron capaces de financiar la totalidad del coste del proyecto, cosa que provocó la obligatoriedad de conseguir financiación mediante la venta de parte de sus valores a mercaderes y pequeños ahorradores, a los cuales los concedieron una parte de los futuros beneficios de las compañías a cambio.

La bolsa se convierte en la clave del nuevo sistema

De este modo, tanto la Compañía Británica de las Indias Orientales como la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales serán las primeras empresas participadas por accionistas, las cuales cotizarán en la bolsa de valores de Londres y Ámsterdam, respectivamente. A partir de entonces, cualquier empresa inglesa que buscara financiación tendría la posibilidad de comerciar con sus propios valores. En menos de cien años, más de un centenar de empresas inglesas comercializarán sus propios valores en la bolsa de Londres. Por su parte, cualquier residente dentro de las Provincias Unidas tendrá la posibilidad de registrar por escrito —en cualquiera de las 17 Cámaras holandesas— la cantidad de dinero que quiera invertir en bolsa. A principios del siglo XIX, ambas compañías repartirán dividendos anuales por valor de un 40% a todos sus accionistas y serán las primeras compañías que publicarán sus beneficios anualmente.

Sustentados por la racionalidad metódica propia del mundo protestante, tanto ingleses como holandeses conseguirán dar continuidad comercial a aquellas compañías, que a la larga se convertirán en verdaderas multinacionales durante casi trescientos años, gracias a la utilización de la bolsa de valores como mecanismo para financiar las futuras expansiones comerciales. De este modo, el nuevo sistema económico se autorregulará de manera más dinámica y eficiente, a diferencia del antiguo sistema centralizado, el cual todavía restará plenamente vigente. Los nuevos mecanismos financieros y las continuas iniciativas privadas desmenuzarán en pocos años los antiguos monopolios comerciales controlados por los primeros imperios coloniales, los cuales se habían autolegitimado por derecho de conquista a través de los Tratados de Tordesillas, Zaragoza y Cateau-Cambrésis.

Las dos compañías se estructurarán como una corporación moderna de la cadena de suministro global integrada verticalmente y dividida por un conglomerado de empresas que les permitirá diversificarse en múltiples actividades comerciales e industriales, como por ejemplo el comercio internacional, la construcción naval y la producción y comercialización de especias. Las compañías adquirirán tal envergadura a principios del XIX que obtendrán poderes casi gubernamentales sobre sus colonias, como por ejemplo la capacidad de hacer la guerra, encarcelar y ejecutar condenados, negociar tratados, emitir moneda, disponer de bandera propia o conquistar nuevos territorios. El caso más extremo se dará con la Compañía Británica de las Indias Orientales que gobernará India hasta su disolución —a finales del XIX— cuando pasará directamente a manos de la Corona británica.

Por lo tanto, nunca podremos entender la revolución industrial inglesa de finales del siglo XVIII, si la desatamos de la revolución financiera iniciada a principios del siglo XVII. A medida que Inglaterra sea capaz de conseguir más materias primas y más mercados se verá abocada a mecanizar todos sus procesos productivos, a fin de satisfacer la creciente demanda mundial. A mediados de siglo XIX, llegará a controlar el 30% de los mercados mundiales, aunque esto cambiará al finalizar el siglo cuando aparezcan nuevos competidores.

Nunca podremos entender la revolución industrial inglesa de finales del siglo XVIII, si la desatamos de la revolución financiera iniciada a principios del siglo XVII.

Un sistema para satisfacer el bienestar social

A diferencia del mercantilismo, el capitalismo decidirá no consumir todos sus bienes, dado que se organizará de manera racional y metódica con el único propósito de producir, acumular e invertir sus bienes para producir cada vez más. En este sentido, las decisiones de inversión de capital estarán determinadas por las expectativas del beneficio, por lo cual la rentabilidad del capital invertido tendrá un papel fundamental en cualquier actividad económica.

Los sabios ilustrados defendían el capitalismo como el único sistema económico capaz de generar suficiente riqueza para satisfacer el bienestar social, el cual solo sería posible mantener a condición de que se generara un crecimiento económico continuado en la producción de bienes y servicios. Así pues, cubrir esta crucial necesidad social solo será posible si se da una progresiva especialización en el trabajo o bien si se van adquiriendo nuevas habilidades por parte de individuos, empresas, territorios o países. Pero también habrá que mantener inalterable y sin intromisiones la existencia de la libre competencia —argumentada mediante la ley de la oferta y la demanda— la cual requerirá una voluntad de querer hacerlo sin coerciones ni fraudes por parte de los partícipes durante las transacciones comerciales.

Este innovador sistema económico implicará una nueva manera de hacer que se fundamentará sobre la existencia de tres axiomas claves: la acumulación de capitales como fuente para el desarrollo económico, una fuerte privatización de los medios productivos y la obligatoriedad de obtener beneficios constantes. Por lo tanto, los teóricos del capitalismo serán conocedores que el mantenimiento del nuevo sistema económico obligará a buscar sistemáticamente nuevos mercados y a crear nuevas dependencias de consumo cada vez más agresivas entre individuos, empresas, territorios o países de todo el mundo.

El mantenimiento del nuevo sistema económico obligará a buscar sistemáticamente nuevos mercados y a crear nuevas dependencias de consumo cada vez más agresivas entre individuos, empresas, territorios o países de todo el mundo.

La perversidad del sistema

Dentro del mismo sistema se esconde el detonante de autodestrucción que se activa cuando un bien empieza a subir cada vez más de precio, empujado por la idea que su valor nunca podrá caer. Existen pocos ámbitos de la actividad humana en que la memoria histórica cuente tan poco como en el campo de las finanzas.

Las crisis y las burbujas financieras se han ido repitiendo —de una manera más o menos cíclica— desde que el 6 de febrero de 1637, la inversión en bulbos de tulipanes en Holanda hinchara los precios hasta el punto que un bulbo podía llegar a valer lo mismo que una casa, o cuando en 1720 el Estado inglés se dedicó a modificar fraudulentamente el valor real de las acciones de la Compañía de los Mares del Sur para colocar deuda, cosa que les acabaría desencadenando una crisis de dimensiones bíblicas dentro de su economía.

Podrán ser tulipanes, participaciones de empresas públicas, deuda de un país que está creciendo, inversiones en ferrocarriles, acciones de empresas puntocom o activos financieros complejos, pero al final siempre habrá un detonante: una guerra, una quiebra, un rumor o simplemente alguien más listo que provocará que unos cuántos se avancen y vendan los valores, y detrás de ellos lo intente el resto sin conseguirlo. Esto que actualmente denominamos “el estallido de la burbuja”. Se contrae el crédito, el flujo de dinero se paraliza, y aquello que antes valía mucho ahora no vale nada. Empieza la crisis. Cada vez más grande, más expansiva y mucho más contagiosa.

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Desde tiempos inmemoriales, aquello que los geógrafos griegos definieron como Península Ibérica, ha pasado a ser el solar donde se ha construido una Historia, la cual ha ido forjando diferentes realidades y maneras de ser. Pero con el devenir de España —a principios del XIX— diferentes concepciones políticas han buscado la manera de vertebrarla a cualquier precio. Por este motivo, algunos se han empeñado en demostrar una ficticia uniformidad histórica y territorial, por el simple hecho de compartir una misma geografía. Cataluña ha compartido este solar, pero su realidad histórica es otra y es bueno recordarlo, ahora que el debate vuelve a estar abierto.

 

La historia tradicional de España se ha construido de acuerdo con la premisa de otorgar un protagonismo único a Castilla —prolongada con Andalucía y Extremadura— la cual ha sido exclusivamente identificada con España. A la periferia, especialmente el levante mediterráneo y el noroeste peninsular, se le ha permitido tener o bien un papel secundario o bien adquirir cierta relevancia de manera puntual, sobre todo en los momentos donde la decadencia castellana se hacía más patente.

Así pues, Castilla —siempre bajo una óptica negacionista— ha hecho creer que existe una “nación española” y unas identidades “periféricas” que las ha autodefinido como nacionalidades. Pero la realidad es otra. La nación española como la nación catalana o la nación vasca son, existen, porque son vividas y percibidas por quien así mismo dicen formar parte. Por lo tanto, se vuelve a hacer uso de la banalización para confundir la opinión pública e intentar evitar cualquier proceso de autodeterminación legítimo. En este sentido, la construcción identitaria de la nación española se vuelve bien a menudo una destrucción sistemática de las “periferias”, es decir, el españolismo acaba construyendo su identidad reprimiendo las diferencias del territorio que considera nacional.

Esta visión ha puesto de manifiesto el grave problema sobre la realidad histórica de España. En primer lugar, ha evidenciado la imperfección de España como proyecto político dado que ha mostrado reiteradamente los continuos problemas de adaptabilidad al estándar occidental, sobre todo en cuanto a dinámicas de adopción del capitalismo, el liberalismo y el racionalismo en el triple aspecto de lo económico, lo político y lo cultural. Y, en segundo lugar, y todavía más importante, el fracaso más absoluto de Castilla en su tarea de hacer de España una comunidad armónica, plenamente satisfecha con ella misma y tolerante con el resto de territorios que la componen. Si se esconde la plurinacionalidad del estado, se deforma el pasado.

Se ha evidenciado la imperfección de España como proyecto político dado que ha mostrado reiteradamente los continuos problemas de adaptabilidad al estándar occidental.

Desmantelando “la unidad de destino en el hecho universal”

Dentro del sistema escolar franquista, la historiografía se articuló en función del concepto de “Reconquista”, el cual se trata de un concepto historiográfico —empleado todavía en los currículums de secundaria de Castilla— que describe el proceso de recuperación —pues los musulmanes no eran legítimos propietarios de la geografía hispánica— del mundo feudal por encima del mundo musulmán y judío. Este proceso arrancaría al poco de la llegada de los árabes a la península Ibérica (siglo VIII) y finalizaría con los Reyes Católicos (siglo XV), los cuales acabarían unificando “España” como un Estado integral. Esta Reconquista acabaría forjando “el espíritu español”.

A mediados de siglo pasado, un conjunto de historiadores —a fin de legitimar los vencedores de la Guerra Civil— emprendieron la tarea de construir los argumentos históricos donde se sustentara el nuevo régimen. El corpus teórico se basó en encontrar “la esencia de España”. Por lo tanto, la historiografía españolista llegó a “demostrar” que realmente existían unas características distintivas de continuidad entre el pasado prehistórico hasta la actualidad, las cuales definen este “espíritu español”.

Actualmente, las investigaciones tienden a romper la homogeneidad territorial de las provincias y muestran una predisposición cada vez más clara en realizar investigaciones que subrayen más las diferencias sociales y territoriales, como por ejemplo los últimos estudios sobre los hispanogodos del siglo VIII, donde se constatan diferencias significativas entre las sociedades peninsulares, principalmente condicionadas por los hábitats donde desarrollan sus actividades. Las evidencias arqueológicas —sin rehuir de las fuentes documentales— demuestran fehacientemente que el proceso de romanización les afectó de manera muy diferente.

Por lo tanto, las crisis de la antigüedad tardía de los siglos III al VIII provocarían cambios mucho más profundos, los cuales afectarían de manera desigual a los diferentes territorios peninsulares. En consecuencia, la llegada de los árabes a la península Ibérica también afectaría estas sociedades de diferente manera, por lo cual, la idea de la continuidad entre el reino visigodo y las consiguientes formaciones políticas se diluiría como el azúcar.

La arqueología ha confirmado que la penetración del mundo musulmán dentro del territorio peninsular no fue tan traumático como se ha querido hacer creer. Los restos arqueológicos revelan que, después de la conquista, el territorio peninsular nunca fue abandonado. Por lo tanto, todo esto demostraría que muchos hispanogodos profesaron la nueva fe musulmana, no tanto por convicción, sino para mantener la propiedad de la tierra. Y esta tierra se verá transformada por la introducción de nuevos sistemas de producción agraria, basados principalmente en la gestión y la fuerza del agua.

Las investigaciones tienden a romper la homogeneidad territorial de las provincias y muestran una predisposición cada vez más clara en realizar investigaciones que subrayen más las diferencias sociales y territoriales.

Deslegitimar el origen para anular la diferencia

A partir del siglo IX, la mayoría de los territorios peninsulares se organizarán como reinos, y el rey será su máximo representante. En cambio, en los territorios del nordeste peninsular el condado será la estructura administrativa que se implementará, y el conde —impuesto desde Aquisgrán— se encargará de administrar justicia, garantizar el orden público y gestionar la fiscalidad.

Este elemento diferenciador —como fue la organización carolingia del territorio catalán— será ampliamente combatido por la historiografía franquista a través de una política de disminución de su relevancia. Por este motivo, se la considerará una estructura de gobierno con poca relevancia histórica y, por eso, se llevará a cabo una nula voluntad de difusión —tanto en los círculos académicos como en los currículums escolares— lo cual afectará su conocimiento.

Por lo tanto, no nos tiene que resultar extraño que estos de historiadores no quieran entender que nuestra singularidad es el resultado de un encuadre jurídico diferente a la matriz hispánica. El territorio catalán será adscrito siguiendo la política carolingia de la Renovatio Imperii. Seguramente, de aquí vino su nula difusión, dado que ¡la esencia de España quedaba muy lejana!

Ciertamente, el título de rey es uno de los cargos políticos más antiguos y conocidos. La raíz más antigua de la palabra la encontramos en el indoeuropeo REG (regir/gobernar) la cual evolucionará al latín como REX. En el contexto de las transformaciones políticas que se sucedieron a partir del siglo IV en el occidente europeo, amplios territorios serán gobernados por líderes militares de origen germánico, los cuales progresivamente se liberarán del dominio de Roma y se organizarán como reinos. Los nuevos caudillos territoriales —sean godos, francos o suevos— seguirán su tradición jurídica y adoptarán el título de rex como máxima figura política.

Por lo tanto, todos los soberanos peninsulares serán continuadores de su legalidad jurídica. Mientras que las dinastías astur-leonesa o navarra o castellana continuarán utilizando el título de rey, el soberano catalán utilizará el título de conde, dado que legalmente continuará ligado a la dinastía francesa —heredera de la legalidad carolingia a través de la familia Capeta— y legitimada por el Papa, hasta la firma del Tratado de Corbeil y ratificado al Tratado de Anagni de mediados de siglo XIII. En la práctica, todos serán soberanos con la misma potestad, tanto si son reyes como si somos condes.

El hecho más paradójico sobre la historia de España —edificada a partir del concepto historiográfico de la Reconquista— es que se construye a partir de una falsa premisa como es la de asignar una legitimidad continuadora del reino visigodo hacia el reino astur.

Está ampliamente estudiada que esta máxima no es cierta. Los expertos han demostrado que las poblaciones indígenas cantábricas —sean astures, cántabras o vascones— siempre mantuvieron una relación muy distante y bélica con el mundo romano, visigodo, árabe o carolingio. Por lo tanto, su aislamiento se debería más por un problema de escaso encuadre administrativo que no por una resistencia feroz contra unos conquistadores romanos, visigodos, árabes o carolingios. En consecuencia, el panfleto propagandístico que suponen las tres crónicas de Alfonso III de Asturias —sobre todo la Albeldense, que de hecho es de donde sale el famoso concepto de Reconquista— se tienen que leer como aquello que son: una legitimación jurídica ante la opinión pública (y Dios) de la agresión efectuada contra una parte de la población hispánica que lo único que tienen de diferente —respecto al resto de la población— es que profesan una religión diferente.

La historia de España —edificada a partir del concepto historiográfico de la Reconquista— se construye a partir de una falsa premisa.

La voluntad de alterar la realidad

In Dei nomine. Ego Ramirus, Dei gratia rex aragonensis, dono tibi, Raimundo [Berengario], barchinonensium comes et marchio, filiam meam in uxorem, cum tocius regni aragonensis integritate, sicut pater meus Sancius, rex, vel fratres mei, Petrus et Ildefonsus  es, sin duda, uno de los fragmentos claves de la historia de Cataluña que ha suscitado mayor beligerancia historiográfica, sobre todo por la parte aragonesa.

Este fragmento corresponde a las famosas “Capitulaciones Matrimoniales de Barbastro”, las cuales fueron ratificadas con la “Renuncia de Zaragoza” —ambas del año 1137— por la cual el rey Ramiro II de Aragón, el Monje, comunicaba públicamente a sus súbditos que daba su hija, su reino y sus honores al conde Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, y que esta donación se sellará a través del matrimonio entre el conde de Barcelona y su hija, Peronella.

En consecuencia, el conde de Barcelona será nombrado príncipe heredero de Aragón, y Ramiro —a pesar de mantener el título— devolverá al monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca, de donde salió deprisa y corriendo para ser coronado rey. Por su parte, Peronella —con tan solo un año— será enviada en Barcelona para ser educada como futura condesa consorte de Barcelona y reina de Aragón. Trece años más tarde, el conde Ramón Berenguer se casará con ella en Lleida, una vez tuvo la edad legal para hacerlo, o sea, catorce años. Entonces, será el primogénito de esta unión —Alfonso el Trovador— quien se convertirá en la primera persona que ostentará los dos títulos —el de conde y el de rey— lo cual legitimará la nueva concepción política surgida de aquella donación.

La realidad histórica no manipulada afirma el hecho de que después de la “Renuncia pública de Zaragoza” el reino de Aragón quedó en un segundo plano político, dado que voluntariamente se había desposeído de su valor sucesorio, elemento clave en el siglo XII. A pesar de esto, los sucesivos condes de Barcelona respetarán y mantendrán siempre todas las instituciones aragonesas, marcando el inicio de la Confederación Catalanoaragonesa.

Por lo tanto, es básico no caer en la trampa política que circula entre ciertos círculos españolistas, los cuales argumentan que Peronella de Aragón fue el elemento clave que permitió anexionar los condados catalanes al reino de Aragón. Querer hacer creer que una princesa de un año enamore a un conde de Barcelona de veinticuatro años y que este —en pleno auge de sus dominios— ofrezca sus territorios a Aragón a cambio de obtener “un título de más prestigio”, ¡es ser un necio! Y por si fuera poco, el hecho de construir dos genealogías paralelas —Alfonso I de Cataluña es el mismo que Alfonso II de Aragón— demuestra que existe maldad y voluntad de tergiversar la realidad.

La verdadera problemática a la cual se enfrenta Aragón a principios del siglo XI es la de encontrar una solución jurídica en el testamento del rey Alfonso I el Batallador, el cual habiendo muerto sin descendencia, había dado todos sus territorios a las Órdenes militares, y esto provocó un debacle institucional. Los castellanos —aprovechando este vacío de poder y legitimados por la repudiada exmujer del rey— iniciaron la invasión de Zaragoza, seguida por la desconexión de Navarra a través de la figura de García Ramírez, conocido como el Restaurador. De este modo, Aragón quedaba muy debilitada económicamente con el consiguiente riesgo de desaparecer.

En contra de lo que han difundido los extremistas aragoneses, la unión de Aragón con los condados catalanes fue la única salida viable para la oligarquía aragonesa. Fue la única forma para frenar la presión ejercida, tanto por castellanos como por navarros, y así poder potenciar su economía agraria y ganadera con una salida clara a los mercados mediterráneos.

Querer hacer creer que una princesa de un año enamore a un conde de Barcelona de veinticuatro años, y que este —en pleno auge de sus dominios— ofrezca sus territorios a Aragón a cambio de obtener “un título de más prestigio”, ¡es ser un necio!

Poner los límites al poder

A finales del siglo XI, una nueva mentalidad apareció dentro de la sociedad barcelonesa, la cual se basó en el trabajo, la moral empresarial y la amistad. Por este motivo, Barcelona pudo desarrollar una forma propia de acumulación de capitales, asentada en el aumento y la mejora de la producción agrícola de su territorio, cosa que le permitió ser el epicentro administrativo de los condados catalanes. Las nociones de beneficio, de inversión y de capital cristalizan a lo largo del siglo XII y conducen a los condes de Barcelona a la conquista de las ciudades de Tortosa, Lleida y Balaguer, y al intento frustrado de conquistar Mallorca.

Y todo ello será posible gracias a un clima de estabilidad social que, después del desastre político que habían supuesto las revueltas feudales, se acabaron imponiendo las convenientiae o pactos feudales entre iguales. A partir de entonces, la cultura del pacto se fue generalizando por todos los condados catalanes y se convertirá una de las particularidades de nuestra manera de ser. Fruto de aquel pacto, se redactaría la primera versión de los Usatges de Barcelona, base del derecho consuetudinario catalán.

De manera gradual, la soberanía catalana se irá repartiendo entre las diferentes bases —conde, nobleza, clero y ciudadanos honrados— que representarán gran parte de la sociedad. Por lo tanto, esta política constitucionalista será uno de los rasgos distintivos de la Corona que a partir del siglo XIII se irá ampliando a medida que se continúen ejecutando las políticas expansionistas condales. Estos nuevos territorios serán configurados como Estados, donde la Corona velará para mantener las particularidades de cada territorio. Entonces, Cataluña pasará a definirse como Principado, dado que su máxima autoridad será la figura de un príncipe o el primero entre iguales.

A diferencia del resto de territorios peninsulares, —donde la problemática del poder se centrará sobre la sacralización— en Cataluña, el conflicto se situará sobre su uso. La constante evolución del derecho catalán acabará otorgando poder al conde por cesión (entre iguales). Por lo tanto, se lo obligará a gestionar correctamente su gasto y a respetar los diferentes fueros, costumbres, privilegios o usajes de sus territorios. De este modo, se fomentará el pactismo entre iguales, con el fin de equilibrar los intereses económicos entre la nobleza, el clero y la burguesía, a fin de mantener la estabilidad social.

Como resultado —y mucho antes que los ingleses— las Cortes Catalanas serán el modelo perfecto de parlamentarismo, las cuales constituirán el núcleo de la tradición pactista catalana que ha llegado hasta nuestros días. Desgraciadamente, con la derrota del 1714 y la implantación del Decreto de Nueva Planta, la Confederación Catalanoaragonesa fue fulminada y desmenuzada en diferentes provincias de una nueva monarquía centralizada que gobernaría para toda la península Ibérica sin diferencias legales.

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Y el día siguiente, nada volvió a ser igual. El estado catalán desapareció ‘ipso facto’ con la abolición de la Generalitat, la desmembración municipal y la anulación de las constituciones catalanas a raíz de la pérdida de la guerra de Sucesión (1701 -1714). Después de esto, la única administración que restó activa en Cataluña fue el ejército de ocupación, que manteniendo unos 25.000 soldados permanentes dentro del Principado, consolidó el objetivo borbónico a base de una dura represión que se prolongaría hasta mediados de siglo XVIII. Pero no todo el mundo salió mal parado…

 

A raíz de la victoria, se instalará en Cataluña de manera permanente la élite del ejército borbónico: las Reales Guardias Castellanas y las Reales Guardias Valonas, reforzadas con otros contingentes especiales de ocupación militar. El total de tropas desplegadas por todo el territorio catalán fue de un 47% respecto al resto de la península Ibérica. Y si le sumamos las desplegadas por el resto de los territorios de los Países Catalanes -València, Mallorca y Aragón- la cosa se ensarta hasta el 65%. Una invasión en toda regla.

La redacción del Decreto de Nueva Planta convertirá Cataluña en una provincia más de una nueva monarquía centralizada que gobernará para toda la península Ibérica sin diferencias legales. Por lo tanto, el sueño de una monarquía hispánica fundamentada en la existencia de diferentes reinos y realidades culturales peninsulares se desmenuzará, pero no desaparecerá. A partir de entonces solo existirán unas únicas Cortes, las de Castilla, que representarán el conjunto de los territorios peninsulares, pero se enfocarán hacia una nueva construcción política vertebrada alrededor de identificar Castilla con el nuevo Estado.

La Cataluña del siglo XVIII será un territorio gobernado únicamente por militares. El jefe supremo de la administración de Cataluña será el Capitán General. La administración territorial -los corregimientos- estarán en manos de los ‘corregidores’, que siempre serán militares. El orden público -en primera instancia- estará siempre a cargo del ejército y de las famosas “Escuadras de Veciana”. Esta institución fue fundada el 1719 por Pere Anton Veciana Rabassa, un desertor de la causa austracista que a principios del 1713 decidió ponerse al servicio del rey Borbón y crear una organización paramilitar y policial que trabajaría al servicio del Capitán General -Francisco Pío de Saboya y Moura-, con la misión de continuar reprimiendo la resistencia borbónica interna.

Veciana pondrá en marcha un sistema de fichas criminales -conocidas como ‘sumarias’- que permitirán al cuerpo sistematizar la información policial. También creará una red de confidentes por el territorio y organizará los primeros agentes infiltrados dentro de la resistencia. En 1735, Veciana tendrá que renunciar al cargo por motivos de edad y será entonces cuando el Capitán General traspasará las responsabilidades del cuerpo a su hijo, Pere Màrtir Veciana. Desde entonces, el mando del cuerpo recaerá hereditariamente en la familia Veciana durante cinco generaciones, hasta el 1836.

“Pere Anton Veciana y Rabassa, un desertor de la causa austracista que a principios del 1713 decidió ponerse al servicio del rey Borbón y crear una organización paramilitar y policial que trabajaría al servicio del Capitán General -Francisco Pío de Saboya y Moura-.”

Represión y terrorismo de Estado

Durante once años, Cataluña será un país sometido a una durísima represión militar, la cual se prolongará hasta el 1725, cuando intermediando el Tratado de Viena celebrado entre los representantes de Felipe V de Castilla y Carlos VI de Austria, ambas partes se reconocerán mutuamente los derechos sucesorios y se pondrá fin al pleito dinástico.

Y ¿qué pasó con los partidarios que lucharon a favor de la opción del archiduque de Austria? Durante la guerra, a medida que los ejércitos borbónicos fueron ocupando el Principado, se aplicó un tipo de ‘terrorismo militar’ que consistía en perseguir a la población local, independientemente del grado de vinculación que se hubiera tenido con la causa austracista, con el objetivo de minar la moral. Después de la caída de Barcelona, se persiguió indiscriminadamente a los principales mandos militares que no habían podido huir hacia Austria -como por ejemplo Antoni de Villarroel- y serán enviados a prisiones diseminadas por la geografía ibérica. La mayoría acabarán muriendo sin recuperar nunca la libertad u otros serán enviados a galeras.

La larga posguerra permitirá mantener la represión contra todos los elementos armados que todavía luchaban contra el nuevo ordenamiento jurídico, como por ejemplo los conocidos ‘carrasclets’. Pero también se perseguirá a todas aquellas familias que tenían miembros exiliados en Austria, y a las cuales se les prohibirá mantener cualquier relación epistolar. A los perdedores de la guerra se les embargarán propiedades y se les anularán todos sus derechos. Incluso, se les prohibirá la participación en todos los concursos públicos o la solicitud de ayudas del Estado.

El establecimiento de contingentes permanentes en Cataluña supondrá un aumento importante de la demanda militar derivada del necesario abastecimiento de las tropas reales. Según se desprende de los Manuales Generales de la Intendencia de Cataluña -institución creada para gestionar la posguerra– entre el 1714 y el 1735 se encuentran recogidos un total de 271 ‘asientos’ o contratos directamente relacionados con el abastecimiento de materiales al ejército y a la armada: pólvora, armas, trenes de artillería, uniformes, comida, herrajes por los caballos. 

Los ‘asientos’ también servían para la construcción o el abastecimiento de cuarteles, como la Ciutadella, y para producir todo lo necesario para las posteriores campañas militares borbónicas, como las de Italia. Y este abastecimiento se dará gracias a la existencia de una considerable estructura productiva, comercial y financiera que se había mantenido inalterada a pesar de la guerra, y que será capaz de producir de manera solvente los ‘asientos’ que la monarquía necesitará durante las siguientes décadas.

“A los perdedores de la guerra se les embargarán propiedades y se les anularán todos sus derechos. Incluso, se les prohibirá la participación en todos los concursos públicos o la solicitud de ayudas en el Estado.”

Colaboracionismo catalán

Entonces, la pregunta a formularnos es clara: ¿cómo fue posible mantener una estructura productiva catalana dentro del contexto bélico de principios del XVIII? ¿Cómo se pudo abastecer el ejército borbónico durante la invasión de Cataluña y el asedio de Barcelona en un territorio que desconocía completamente? Pues con la ayuda de personajes locales que abastecieron, prestaron o ayudaron al ejército de ocupación borbónico con víveres, dinero y logísticas durante todo aquel convulso periodo. Se trata de un grupo de comerciantes que cambiaron de bando -igual que Pere Anton de Veciana- a la busca de una situación personal más favorable y aprovechando las circunstancias para mejorar su posición social y económica.

Nombres como los Milans de Arenys, los Mates y los Lapeira de Mataró o los Massiques de Vilassar y muchos otros serán grandes alcurnias familiares que fundamentarán su prestigio a lo largo del siglo XVIII por haber obtenido importantes privilegios como agradecimiento por los servicios prestados durante la ocupación del Principado. Muchos de estos “ilustres” personajes serán colocados en instituciones claves para el despliegue y ejecución del Decreto de Nueva Planta, porque de otro modo no habría sido posible.

El nuevo régimen pasaría “un algodón desinfectante por encima Cataluña”, para construir posteriormente una nueva red de fidelidades locales que lo consolidara dentro del territorio. Por este motivo, colocaron al frente de instituciones claves, como por ejemplo el Tesoro General (la fiscalidad de Cataluña), la Intendencia General (abastecimiento y logística de Cataluña), las Confiscaciones de Cataluña (embargo de propiedades) o la Mesa de cambio (Banco comunal), un sector minoritario, pero nutrido, de la población del Principado que, por diferentes razones, se posicionaron al lado de la propuesta borbónica. De este modo, la monarquía combinará el principio de autoridad, representado por las leyes desplegadas al Decreto de Nueva Planta, con una gran burocracia institucional y una flexibilidad con ciertos sectores sociales locales, principalmente los maestros artesanos y mercaderes, con suficientes recursos económicos para dinamizar la economía.

La vinculación interesada de estos sectores de la sociedad catalana hacia el nuevo estado Borbón les comportó el acceso a nuevas fuentes de renta derivadas directamente de las nuevas políticas del absolutismo borbónico. La fidelización les permitirá acceder a grandes contratos públicos, lo cual les llevará a una corrupción generalizada en todos los niveles de la gestión pública.

Hasta finales de la década del 1740, Cataluña vivirá un periodo doloroso de adaptación en la nueva condición de nación vencida, siempre sospechosa de desafección. A partir de entonces, las decisiones en materia de política económica ya no se tomarán en Barcelona, sino en la Corte borbónica, siguiendo unos criterios basados en los sueños de grandeza de la nueva monarquía reinante, independientemente de las necesidades de sus súbditos.

 

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Benet Oliva y Ricós:Els proveïdors catalans de l’exèrcit borbònic durant el setge de Barcelona de 1713/1714, Universitat de Barcelona, Barcelona, 2014.

David Ferré Gispets: Los efectos del “Contractor State” borbónico en la Cataluña de inicios del siglo XVIII, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, 2019.

Josep Maria Delgado Ribas: ‘Barcelona i el model econòmic de l’absolutisme borbònic: un tret per la culata’, Barcelona Cuadernos de Historia, 23 (2016), pág. 225-242.

Josep Juan Vidal: Les conseqüències de la guerra de Successió: nous imposts a la Corona d’Aragó, una penalització o un futur impuls per al creixement econòmic?’, Universitat de les Illes Balears, Palma de Mallorca, 2013.

 

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