Generación Z, el lujo es poder renunciar a los lujos
Tradicionalmente, se ha asociado el lujo con la riqueza material: joyas, coches, grandes mansiones y todo lo que implique gastar una alta cantidad de dinero. Pero como tantas otras cosas en la vida, el lujo también ha evolucionado y es la generación Z, la que abarca los jóvenes nacidos entre el año 1995 y 2000, aproximadamente, la que está marcando el nuevo rumbo.
Entendiendo el lujo como “la abundancia de riquezas y comodidades”, se desmarcan de lo puramente material para dar valor a todo lo que les rodea. Buscan la abundancia en su sentido más amplio, al mismo tiempo que crece la conciencia social y colectiva. Son la generación que ha nacido y crecido en un mundo marcado por las crisis económicas, la precariedad laboral en muchos sectores, la alta competencia académica, la incertidumbre de cara al futuro y un planeta gravemente afectado por el cambio climático que nadie sabe hacia dónde evolucionará. En definitiva, son la generación que no puede predecir su futuro. Y eso los lleva a vivir el presente desde otra perspectiva, más humanizada y consciente con sus actos.
Una vida digna, el nuevo lujo
Nacidos en plena era digital, esta generación no teme al cambio, sino que lo provoca, con un alto nivel de madurez adaptativa que les ha enseñado a vivir en una sociedad donde constantemente todo lo que se considera preestablecido se modifica o evoluciona. Desde la política hasta el mundo digital. La flexibilidad para adaptarse a los cambios es, sin duda, uno de sus valores característicos y lo que les permitirá la supervivencia en este mundo marcado por el cambio constante.
Justamente es esta sensación de no poder aferrarse a nada lo que les cambia el orden de prioridades, poniendo el foco en lo que vemos y sentimos por delante de lo que poseemos. Volver a lo más básico, deconstruir para volver a construir. Los jóvenes miran un mundo lleno de posibilidades con una sola esperanza: que les sea posible vivir dignamente. Poder acceder a los estudios deseados, encontrar un trabajo bien remunerado y con proyección de futuro o que les sea posible independizarse y mantener una calidad de vida óptima sin renunciar a nada de lo que se considera básico. Esta es la definición de lujo para gran parte de la generación Z, y al mismo tiempo es el reto a alcanzar para la mayoría.
Innovación y cultura, los pilares de un futuro para construir
La innovación y el emprendimiento están a la orden del día para este colectivo, que ve crecer diariamente su capacidad creativa y empresarial, siguiendo un camino que la generación anterior ya había iniciado. Negocios digitales, consultorías, venta online, influencers, freelance de toda clase de servicios, startups… Cada vez son más los jóvenes que, después de años de estudio, optan por lanzarse al mercado por sí mismos. Si la sociedad no les puede asegurar un futuro, serán ellos quienes lo crearán a medida, con el esfuerzo y dedicación que esto conlleva. El aprendizaje y la madurez de esta generación en términos de buscarse la vida no solo los marca a ellos, sino que da una nueva perspectiva a las generaciones pasadas, que ven en este nuevo mundo digital un escaparate donde reinventarse, y de la misma manera abren las puertas a generaciones futuras que ya no crecerán contemplando una sola manera de vivir.
Cambia también la relación con el dinero y ya no prevalece la idea de poseer, sino de disfrutar. El lujo no es tener una casa, es escoger el lugar donde quieres vivir. No es tener un vehículo de transporte, es poderte mover de la manera más cómoda y económica posible, siempre con visión sostenible. El lujo tampoco es comer en restaurantes caros, sino apostar por la proximidad y la ecología, y volver a disfrutar de los alimentos reales. O poder visitar museos, leer libros o consumir cultura en cualquier formato que te transporte a lugares que te hagan pensar, soñar o remuevan la conciencia. No basta con entrenar el cuerpo, también hay que entrenar el cerebro, y mucho. Y ese es un valor que, más allá de caracterizar la generación Z, marca el futuro de una sociedad avanzada fundamentada en la cultura, el conocimiento, y el pensamiento crítico. La libertad, en este sentido, es su aliado, y seguramente será el principio al que no renunciará nunca, ya que hacerlo supondría perder la esencia que les ha llevado hasta aquí.
La generación digital en tres palabras: conectar, desconectar y compartir
Todo está conectado, y la digitalización ha sido la principal responsable. El conocimiento y la información se mueven a un ritmo cada vez más acelerado, las tendencias cambian constantemente y, desde hace años, se crean prácticamente de forma exclusiva a través de las redes sociales. La interacción social toma una nueva forma y se convierte, de manera natural, en una vía de comunicación que se utiliza diariamente, sea directamente con personas del entorno o indirectamente con empresas, bancos o entre usuarios. Siempre que se utilice de forma correcta, el mundo en línea abre un abanico de posibilidades que cada día es más grande, y en el que los jóvenes encuentran su vía de conexión.
La generación Z, sin embargo, va más allá del ámbito digital y busca una conexión real tanto con las personas como con el entorno, empezando por uno mismo. Es tan importante estar conectado como saber desconectar. Aunque, de forma generalizada, subimos nuestra vida a las redes, la vida real no la encontramos allí. Y tanto la generación Z como las generaciones anteriores han sabido diferenciar estos dos conceptos y hacer un uso de las redes más o menos responsable, pero siempre con el fin de crear una comunidad donde compartir y relacionarse. Rodearte de personas que suman también es un lujo.
La revolución de empezar de nuevo
Aumenta la conciencia sobre el poder individual y colectivo que, gracias al conocimiento adquirido de generaciones pasadas, permite a los jóvenes dibujar un nuevo panorama social donde todo es susceptible de cambiar, tal como se ha demostrado en los últimos años y en diversas situaciones. El mundo cambia constantemente, por lo tanto, también debería hacerlo la forma en que la sociedad se relaciona. Por ejemplo, apostar por un estilo de vida sostenible es un must para las nuevas generaciones. Y donde muchos ven una moda, ellos ven simplemente una manera de vivir que les puede asegurar conservar un mundo más o menos parecido al que tenemos actualmente.
Y aunque muchos de ellos conseguirán alcanzar un nivel económico que les permitirá comprarse todos aquellos lujos materiales que deseen, la verdadera victoria para la generación Z será no perder nunca de vista el porqué de sus acciones. No desconectar nunca de este espíritu renovador que, más allá de marcarles a ellos, ha marcado a toda una sociedad, demostrando al mundo que nada es permanente y que en el cambio aparece la riqueza.
Ahora, la generación Z contempla, con responsabilidad, un escenario que pocas veces antes se ha visto, y es que tienen generaciones por delante que mantienen vivo este espíritu renovador y revolucionario y que, lejos de conformarse con el sistema establecido, siguen firmemente orientados en la lucha por un futuro más digno. Porque, al fin y al cabo, entre todo lo que podemos considerar o no lujo, si una idea está clara es que un futuro digno no debería ser un lujo para nadie.
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En medio del debate sobre los cambios que hay que hacer en la educación para revertir el bajo nivel del alumnado catalán, el director de contenidos y medios de 11Onze, Toni Mata, aporta una nueva pregunta: ¿por qué no se educa financieramente a los ciudadanos del futuro?
De los malos resultados del alumnado catalán en el informe PISA se ha hablado tanto que parece que la única solución será seguir hablando. Parole, parole, parole, que parafraseaba Xavier Massó de «Profesores de Secundaria» hace unos días en Rac1. La verdad, pero, es que, de repente, el país parece preocupado porque los jóvenes no entienden lo que leen. ¿Es que es extraño? ¿Es que alguien le interesa que los nuevos ciudadanos aprendan algo que, realmente, les haga capaces de vivir una vida llena y tan libre y feliz como sea posible? Si de esto se tratara, seguramente, el currículum educativo sería bastante diferente y daría un espacio central, a buen seguro, a la educación financiera.
En Cataluña los jóvenes salen de secundaria y del bachillerato sin saber leer una nómina. Sin comprender como se calculan los impuestos ni a que se dedican. Sin tener ni la más remota idea de cómo se calcula una prestación de paro o una baja. Sin comprender como se crea el dinero, qué es la inflación o como se calculan los intereses de un préstamo. ¿Cómo pueden ser ciudadanos libres nuestros hijos si no son capaces de comprender como se gestiona un bien tan esencial para sus vidas como es el dinero? Alguien dirá que en el bachillerato humanístico y social se imparte una asignatura de economía. Y es cierto. Vale, quedémonos tranquilos que seguro que estos alumnos lo explicarán a los de las otras modalidades.
¿Y los adultos?
Evidentemente, no salen muy bien parados. Según los estudios de la OCDE, solo el 34% de los adultos europeos tienen conocimientos mínimos en educación financiera. Es, muy probablemente, este desconocimiento generalizado lo que hace posible que demos tan poca importancia a la educación financiera. Es bien cierto que los centros de secundaria pueden pedir participar en el programa de educación financiera en las escuelas. Pero ya estamos: ¿qué escuelas lo pedirán si es opcional? ¿Cuántos talleres se ofrecerán? Y, sobre todo, ¿quién los hará? Porque detrás del programa de educación financiera en las escuelas que ofrece la Generalitat hay toda la gran banca española y española (antes catalana y española). ¿De verdad confiaremos la educación financiera de nuestros hijos e hijas a unos talleres impartidos por los banqueros? Y ¿hasta qué punto los banqueros tendrán interés en que nuestros hijos e hijas se cuestionen si el actual es un modelo aceptable?

Es desalentador ver como a los ciudadanos del futuro se les niegan herramientas básicas para la vida adulta: ¿qué saben de educación financiera
Es francamente desalentador ver como el Departamento de Educación no ofrece a nuestros niños las herramientas mínimas para comprender el mundo y moverse con cierta autonomía. Pero todo ello tiene un gran sentido sistémico porque garantiza generaciones de ciudadanos dependientes y, por lo tanto, muy cómodos. Si no conoces como funciona el mundo, es imposible cambiarlo.
Eso sí, ¡todo el mundo tranquilo! El Departamento de Educación anunció la creación de una comisión de expertos donde, a buen seguro, habrá representantes de prestigiosas fundaciones que a su vez están llenas de más expertos y que están muy regadas de ayudas. Así, cuando se reúnan en esta comisión estarán muy contentos y nadie levantará la mano para decir que, si tienen que contratar expertos, comisiones y fundaciones para hacer el trabajo del Departamento de Educación, exactamente ¿para qué sirve el Departamento de Educación? De este modo podríamos volver a la educación financiera y nos daríamos cuenta de que saber como se gestiona el dinero público también es un tema peligroso porque alguien se podría hacer este tipo de preguntas que no convienen a nadie.
Intentemos ponerle remedio
En 11Onze estamos comprometidos con la educación financiera desde el principio. Hay cursos disponibles en Aprender, empezamos a desplegar el proyecto de 11Onze Escuela, pusimos en marcha la serie El Diner, y seguimos formando e informando sobre economía y finanzas cada día desde 11Onze Magazine. Intentamos hacer que la economía sea comprensible para que los ciudadanos sean capaces de tomar decisiones fundamentadas.
Pero la verdad absoluta es que los ciudadanos estamos solos. Y que pasan los años y la sensación de soledad se incrementa. Y que solo hay un camino: juntarse y esforzarse. De aquí la voluntad de 11Onze de crear una comunidad educada y formada financieramente. Solo la educación nos hará libres. Y, está claro, este es el problema.
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La tasa de emancipación se sitúa en veintinueve años, el paro juvenil bordea el 30% y el 90% de las contrataciones son temporales. Este es el contexto en que cada año miles de jóvenes se tienen que emancipar, en situación de riesgo y sin apoyo familiar. Todo es aún más complicado si te emancipas después de ser un menor tutelado.
Son jóvenes que han tenido que irse de casa en circunstancias muy diversas o sin padres que puedan hacerse cargo de ellos, sea de forma temporal o prolongada en el tiempo. La carga emocional detrás de los menores tutelados los obliga a crecer por adelantado y madurar dentro de una sociedad que los estigmatiza y, en el caso de los extranjeros, los discrimina.
La complejidad de la situación se agrava cuando todo esto se tiene que vivir durante la niñez. Garantizar su protección y asistencia es una tarea primordial a escala social que a menudo queda invisibilizada. No podemos poner caras a todos los protagonistas de estas historias, pero intentaremos aportar datos que nos acerquen a su realidad, vivida desde Cataluña. Hablamos con Josep, padre de acogida, y con Joan Carles Martín, director de servicios del ASJTET Girona que gestiona la cooperativa Suara.
Cataluña, pionera en el programa de apoyo a extutelados
Las estadísticas del Departamento de Derechos Sociales de la Generalitat contabilizan, en fecha de mayo de 2021, 7.590 menores en medida de protección, de los cuales 334 han llegado este mismo año. Cataluña fue pionera al reconocer la necesidad de protección para jóvenes extutelados y lo reconoce legalmente desde el 2010. El resto de comunidades autónomas se han sumado en mayor o menor medida, pero la red que se ha creado en Cataluña y su posición geográfica siguen siendo un reclamo para los menores extranjeros que llegan al país.
La Generalitat cuenta con una gran red de apoyo a los menores tutelados a través de la DGAIA, la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia, que se encarga de velar por los derechos de los niños y procurar que se les ofrezcan oportunidades y calidad de vida. De aquí se deriva, entre otros, el CRAE, el Centro Residencial de Acción Educativa, donde son acogidos cientos de niños y niñas que no acceden a familias de acogida.
Una vez finaliza la tutela del estado, Cataluña todavía les ofrece otro recurso: el ASJTET, el Área de Apoyo a Jóvenes Tutelados y Extutelados que los acompaña, mediante una red de recursos concertados a las entidades, en el proceso de emancipación entre los 18 y los 21 años. Apoyo profesional para acceder a una vivienda, que puede ser asistido o no; apoyo académico para acompañarlos en la formación, e inserción laboral para ganar independencia, junto con una prestación mínima a la cual pueden acceder para iniciar esta nueva etapa de emancipación, a menudo forzada por el contexto.
Niños en busca de un futuro
En el caso de Josep, padre de acogida de un niño de once años, el proceso de emancipación todavía les queda lejos. La acogida implica estar con el menor hasta que los padres se recuperen; por lo tanto, nada les puede asegurar que llegarán juntos a los 18 años.
Será el menor quien decida, en su momento, donde quiere vivir, pero sin duda ellos querrán contribuir en su crecimiento: «Él tiene muy claro que no quiere volver con los padres; nos dice que sus padres no tienen una buena calidad de vida, y él quiere calidad de vida. Nosotros le hemos dicho que puede venir con nosotros y, si quiere seguir estudiando, también lo ayudaremos».
Son el ejemplo de cómo acoger puede suponer el nacimiento de una segunda familia que, a pesar de no ser de sangre, aporta al niño una atención afectiva que nunca había tenido. Él y su pareja son una familia colaboradora a tiempo parcial; por lo tanto, solo lo ven los fines de semana y por vacaciones, a pesar de que mantienen el contacto entre semana y a menudo hacen videollamadas o lo van a ver a los partidos de fútbol.
Nos explica que es apoyo 100% emocional, y que gracias a esta experiencia el niño va mucho mejor en la escuela. De hecho, el día de volver al centro donde está entre semana, les pregunta continuamente por los minutos que quedan hasta la hora de marchar y «volver a su cruda realidad» que aún debe acompañarlo durante siete años más.
Carga emocional a tres bandas
«En este mundo se puede aprender de dos maneras: desde las cosas bien hechas o desde las cosas mal hechas. Estos jóvenes han aprendido a hacer bien las cosas porque la pauta era hacerlas mal por parte de sus padres». Las palabras de Joan Carles describen la realidad de muchos jóvenes extutelados. Una carga emocional a tres bandas para los jóvenes, quienes lo sufren especialmente, pero también para las familias de acogida y los profesionales sociales que se dedican a ayudarlos e intentar facilitarles las cosas.
Se encuentran con que las experiencias vitales que arrastran suelen ser especialmente duras en los autóctonos. Familias desestructuradas, poca calidad de vida, padres sin interés por dar una vida digna a los hijos, abusos y violaciones, y tantas otras circunstancias que hacen que, para algunos jóvenes, acceder al servicio de tutela sea una oportunidad para progresar, y quizás la única. Otros, a pesar de no ser la mayoría, esperarán con ganas los dieciocho años para volver con los padres.
Una emancipación marcada por el estigma social
Lo sufren los autóctonos y se agrava en el caso de los extranjeros. La dificultad de la inserción social para los extutelados se suma a las circunstancias personales y a la carga emocional que la mayoría arrastran. «La característica común que tienen todos es que en casa no han sido protegidos o estimados», nos cuenta Joan Carles. Una realidad a menudo demasiado compleja para vivirla sin acompañamiento familiar, y donde el apoyo que se realiza desde el ASJTET y desde entidades como Suara es vital.
Por suerte, la red de acompañamiento es amplia en Cataluña, pero la demanda lo es más. La llegada masiva de jóvenes extranjeros en los últimos años ha saturado el sistema y ha comportado que muchos autóctonos no sean tutelados si no se encuentran en una situación muy precaria. Para todos ellos, la inserción social es clave para que se puedan adaptar a la sociedad: «Esta es la rueda que se debería romper en un buen estado de bienestar, procurar que los hijos de la gente que ha estado tutelada no sean también tutelados». Una labor social de integración que a menudo queda manchada por el racismo y que ha llevado sus vidas a ser objeto de campañas políticas.
El racismo, la dificultad añadida para los jóvenes inmigrantes
En Cataluña, los menores que han hecho proceso migratorio son actualmente 1.353, un 95,9% de los cuales son chicos, y el 60,7% tienen diecisiete años, es decir, que bordean la edad de emancipación. Tutelar estos menores extranjeros significa que los padres renuncian a su hijo.
Después de años de experiencia, Joan Carles remarca que «no te vas de tu país, de tu casa, en patera o bajo un camión, ni vienes a un lugar donde estás solo porque sí». Muchos persiguen el sueño europeo que les ofrece una oportunidad fuera de su pueblo, donde ya tienen el destino marcado. Otros lo hacen por encargo familiar de ir a trabajar y enviar dinero. Diferentes motivos que describen una dura realidad: miles de menores de edad arriesgan la vida en busca de un futuro.
Explica que desde Suara se encuentran cada día con dificultades para que los jóvenes extranjeros accedan a trabajos o viviendas, a pesar de tener ingresos, hablar el idioma y estudiar. «Necesitamos una sociedad con memoria. Muchos de nuestros abuelos se desplazaron para sobrevivir al salir de la posguerra; no sé si estamos devolviendo lo que debemos. Pero no perdemos la esperanza, nosotros estamos ahí y continuaremos trabajando. Es un trabajo de arquitectura, de ir colocando las cosas una a una para que ellos se puedan ir aguantando y puedan salir adelante».
Unir esfuerzos para ofrecerles una vida digna
Comenta Josep, desde su experiencia, que la acogida y todo lo que rodea a los menores tutelados no solo es un tema invisibilizado sino que, cuando se habla de ello, se opta más por el morbo de la situación que por el apoyo y la atención que realmente se merece la situación. «Hay muchos niños que no encuentran familias y, por suerte, nosotros en nuestro entorno somos un escaparate. Se conoce la adopción, pero no la acogida».
El trabajo psicológico para unos y otros es duro, pero la recompensa es aún mayor, y en esto coinciden todos los testigos. Al fin y al cabo, de eso trata la vida: de aportar, de aceptar debilidades, de sumar fortalezas y que cada uno ponga su granito de arena para construir una sociedad libre y justa donde todos tengan un lugar y, sobre todo, una oportunidad, independientemente del origen o lo que haya vivido.
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Seguro que has oído hablar de la economía colaborativa, es decir, todas aquellas actividades que suponen un intercambio de bienes y servicios entre personas. ¿Pero qué caracteriza exactamente este modelo? ¿Cómo ponerlo en práctica en la era digital?
Antes de que la economía colaborativa fuera tendencia, su consumo se limitaba al círculo más cercano. Todo quedaba en casa, tenía una escalera casi familiar. Sin embargo, gracias a Internet, es posible conectar con personas de todo el mundo con intereses comunes. La digitalización de la sociedad y la crisis económica han favorecido el desarrollo de nuevos modelos de negocio y nuevas formas de consumo.
La economía colaborativa tiene varias ventajas. Lo primero, y más importante, es que permite optimizar los recursos, porque podemos dar mayor utilidad a nuestros productos. Además, también ofrece al consumidor final mayor variedad. Asimismo, es un buen modelo para ahorrar porque los clientes pueden comprar bienes y servicios de segunda mano a un precio inferior al de mercado. Todo ello genera un ecosistema basado en el compromiso, la solidaridad y la generación de ideas, a menudo de la mano de emprendedores con nuevos negocios, que generan empleo, riqueza e innovación.
Por otro lado, también hay que tener presente que la economía colaborativa, al tratarse de un modelo entre particulares, no tiene un mercado regulado legalmente y la competencia es bastante desleal. Por eso, es un sector que da lugar a quejas y protestas de los sectores afectados, lo que puede desproteger al consumidor.
Economía compartida, un abanico de posibilidades
Dentro de este modelo de economía colaborativa, que a menudo también se llama “economía compartida”, existen muchos tipos diferentes, con diferentes funciones, que varían en función de las necesidades y los productos. Existen, por ejemplo, los negocios de consumo colaborativo, que utilizan plataformas digitales a través de las cuales los usuarios se ponen en contacto para intercambiar bienes o artículos, como el transporte colaborativo, el alojamiento colaborativo y el comercio colaborativo de segunda mano, entre otros.
También están las empresas de conocimiento abierto, es decir, todos aquellos negocios que promueven la difusión del conocimiento sin barreras legales o administrativas. Pueden presentarse en el día a día a través de plataformas informáticas a las que acuden usuarios con necesidades. Asimismo, encontramos el modelo de producción colaborativa, es decir, redes de interacción digital que promueven la difusión de proyectos o servicios de todo tipo. La diferencia con los dos modelos anteriores es que lo que se ofrece también se produce en el seno de estas plataformas.
Finalmente, encontramos las iniciativas de finanzas colaborativas. Microcréditos, préstamos, ahorros, donaciones y vías de financiación se incluyen en este subgrupo, donde los usuarios se ponen en contacto para satisfacer necesidades en cualquiera de estos aspectos. El mejor ejemplo lo vemos en las plataformas de “crowdfunding”, un modelo de financiación para aquellos que desean hacer donaciones por iniciativas concretas.
Las cuatro características del modelo
A pesar de la heterogeneidad de los negocios e industrias que se engloban dentro de este modelo, las empresas de la economía colaborativa pueden describirse a través de cuatro características:
- Emplean tecnologías de la información (TIC), disponibles a través de plataformas basadas en la web, como las “aplicaciones” móviles en dispositivos con acceso a Internet, para facilitar las transacciones entre dos partes.
- Confían en los sistemas de calificación basados en el usuario, para el control de calidad, lo que garantiza un nivel de confianza entre los consumidores y los proveedores de servicios que no se han encontrado previamente.
- Ofrecen a los trabajadores flexibilidad porque este equipo a menudo brinda sus servicios a través de plataformas de correspondencia digital.
- El equipo dispone de sus propias herramientas. En la medida en que las herramientas y los activos son necesarios para proporcionar un servicio, las empresas de correspondencia digital confían en que los trabajadores usen los suyos.
En definitiva, el modelo de economía colaborativa puede ayudar a crecer nuestros negocios, porque permite a los consumidores ahorrar, porque apuesta por el desarrollo sostenible, porque impulsa una nueva gestión de los recursos, porque hay más oferta y porque, al final, todo ello supone un beneficio medioambiental.
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En estos momentos, más que nunca, hay que apostar por los productos de proximidad para que se pueda continuar la tarea que desarrollan 8000 viticultores y las 800 bodegas que hay en Cataluña. Bodegas que con el confinamiento y el cierre de restaurantes y bares, están teniendo dificultades para llegar a sus ventas estimadas y hacer frente a los gastos de estructura
La cultura, la tradición y el paisaje del vino forman parte de la historia de Cataluña. Nuestro país cuenta con 12 denominaciones de origen que avalan la calidad de nuestros vinos: Alella, Cataluña, Cava, Conca de Barberà, Costers del Segre, Empordà, Montsant, Penedès, Pla del Bages, Priorat, Tarragona y Terra Alta. En cada una de estas zonas, la geografía, el clima y las variedades de uva hacen que los vinos elaborados en Cataluña sean diversos entre ellos pero con un denominador común: productos de calidad gracias a la dedicación y el afán de superación de los productores y elaboradores.
- Cataluña, cuna de la viticultura
CEVIPE (Centro Vinícola del Penedès) es una empresa cooperativa de segundo grado que integra 16 cooperativas vinícolas arraigadas en el territorio del Alt y Baix Penedès, Garraf, el Tarragonès, Alt Camp y la Conca de Barberà. Su misión es ofrecer recursos técnicos y humanos para mejorar la renta económica de los viticultores y, por tanto, orientan sus objetivos en un proceso de mejora continua, desde la calidad del cultivo de la vid hasta la elaboración y comercialización de los vinos y cavas. El compromiso con el territorio es un activo exclusivo, amparando sus productos bajo el distintivo de calidad de las diferentes Denominaciones de Origen de Cataluña y de la Denominación de Origen Cava.
La entidad nació en 1985 cuando las cinco cooperativas del Baix Penedès Albinyana, Bellvei, Lorenzo, Calafell y Vendrell fundaron la cooperativa de segundo grado con el fin de facilitar los procesos de innovación y modernización, al tiempo que reducían costes y alcanzaba una concentración en el volumen de oferta en el mercado del cava. El buen funcionamiento y el aumento de la demanda de estos vinos propició el proceso de integración de más cooperativas al grupo.
Gracias a la unión de estas cooperativas se pudo invertir en equipos de refrigeración para fermentar el mosto a temperatura controlada, un sistema que se empezaba a extender a otros puntos de Europa y que en Cataluña todavía era residual. El sistema de elaboración tradicional quedaba atrás y comenzaba una nueva era en cuanto a la calidad del vino. El mercado pedía vinos afrutados y de sabor agradable, y esto sólo se podía conseguir fermentando los mostos a baja temperatura, para evitar la vaporización de los aromas. En estos vinos, la demanda ya era muy superior y seguía creciendo.
- De Cataluña a Europa: los vinos catalanes abren camino
El incentivo económico, junto con la visión de futuro de los dirigentes de CEVIPE, facilitó la puesta en marcha de un sistema productivo moderno y de calidad que favoreció la conquista de los mercados y, como consecuencia, el incremento de clientes. Esto motivó el proceso de integración de más cooperativas al grupo y supuso un importante esfuerzo económico en el sector cooperativo de esta región que vio imprescindible modernizar sus bodegas para obtener el vino base que pedían las empresas comercializadoras del sector.
A finales de los años ochenta e inicios de los noventa, CEVIPE comenzó a abrirse a Europa para dar a conocer sus vinos, principalmente en Alemania, Francia y Luxemburgo. Actualmente, el volumen de exportación está en torno a un 20%. La apertura en Europa profesionalizó y ampliar los puntos de mira de la cooperativa que juega un papel primordial en el equilibrio de la oferta y la demanda en beneficio del mantenimiento de las explotaciones vinícolas de la zona. CEVIPE tiene más de 2.200 socios viticultores, estos cultivan más de 6.200 hectáreas con una producción media de 55 millones de kilos cada año y una facturación media de 30 millones de euros anuales. Están presentes en 5 Denominaciones de Origen diferentes además de sus 3 agrotiendas situadas en el pueblo de El Vendrell y en L’Arboç. Cuentan con una página web desde donde se puede comprar cómodamente desde cualquier punto con conexión a internet e, incluso, pedir encargos a domicilio.
- Un Sant Jordi marcado por el vino
En Cataluña hay 62 cooperativas vitivinícolas que elaboran el 50% del vino catalán y aglutinan más de la mitad de los viticultores. La Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC) llevó a cabo un concurso el día de Sant Jordi del año pasado, en plena pandemia, donde pedían a los participantes «¿Con qué libro y vino de cooperativa celebrarás San Jorge?», Una iniciativa muy celebrada desde casa bajo el hashtag #santjordiacasa que impulsaba, de forma divertida, una nueva manera de celebrar la fiesta a través del vino. El ganador fue Jaume Rojales, con una publicación en Facebook, que recomendaba el vino «Lágrimas de Otoño» de la cooperativa San José Wines de Bot. El libro «La Catedral del Mar» fue elegido mediante un sorteo aleatorio en línea entre todos los participantes.
El resultado: los usuarios recomendaron más de 50 vinos cooperativos y a través de los perfiles de Twitter y Facebook de la FCAC se recibieron numerosas publicaciones de consumidores recomendando libros junto con estos 50 vinos de todo el territorio. Las cooperativas que fueron más representadas fueron Bodegas Domenys, Celler Batea, Bodega Cooperativa de Gandesa, Empordàlia y San José Wines. También se recomendaron vinos de la Bodega Cooperativa de Garriguella, Vinícola del Priorat, Cooperativa de Bràfim, Covides, Bodega Cooperativa de Espolla, Cooperativa Falset Marçà, Vinícola de Sarral, Cooperativa Agrícola de Corbera de Ebro, Cooperativa de Salomón o Cooperativa de Ulldemolins, entre otros.
A las puertas de un nuevo San Jorge y con la esperanza de poderlo celebrar en la calle como era tradición, el sector del vino abre una nueva posibilidad a la ciudadanía demostrando que, aunque nos quedamos en casa, si lo hacemos en compañía de un buen vino de proximidad, la celebración será doble. Así pues, tanto si se llenan las calles de rosas y libros como si no, ¿con qué vino cooperativo celebrarás Sant Jordi este año?
En el mercado inmobiliario, y concretamente en el del alquiler, nos podemos encontrar con situaciones muy diversas y que pueden suponer abusos e incumplimientos de la normativa vigente en cada momento. ¿Pero todos los abusos los sufre el inquilino? ¿O el propietario también se puede ver indefenso?
El septiembre pasado entró en vigor la nueva Ley de contención de precios del alquiler (Ley 11/2020 de 18 de septiembre) con el objetivo de frenar la ingente subida de precios que se estaba viviendo, especialmente en Barcelona y su área metropolitana. Con esta ley se rebaja y congela el precio de los nuevos contratos de alquiler en zonas con alta demanda de vivienda. Se ha conseguido una reducción del 4,12% de media.
Con estas medidas, parece que los políticos responden a las demandas de plataformas y sindicatos, en favor de una vivienda a precios asequibles o, cuando menos, regulados. Incluso se ha publicado una Guía Rápida para conocer el alcance de la nueva normativa.
¿Cuáles son los abusos?
Es evidente que era insostenible mantener el modelo alcista en los precios del alquiler, tal como ha estado pasando los últimos años. Los inquilinos tienen unos derechos básicos que a veces se ven vulnerados y que tendrían que denunciar en caso de encontrarse en alguna de estas situaciones de abuso:
- Al firmar el contrato de alquiler, el propietario tiene que entregar la cédula de habitabilidad y el certificado energético. La obtención de estos documentos tiene un coste, por lo cual, algunos propietarios pueden intentar alquilar la vivienda sin tenerlos, a pesar de ser obligatorios. Para el alquiler de locales solo es obligatorio el certificado energético.
- Hacer un uso pacífico de la vivienda, sin que el propietario lo pueda perturbar. Muchas veces se produce el llamado bullying (acoso) inmobiliario, que consiste en hacer la vida imposible al inquilino para que se marche y así poder especular con la vivienda. Estas acciones las suelen llevar a cabo los grandes tenedores, como, por ejemplo, los fondos de inversión.
- El propietario se tiene que hacer cargo de las reparaciones necesarias y de conservación. El inquilino puede hacer estas reparaciones si son urgentes, previo aviso, y se le podrá descontar del precio, pero a veces no se aceptan estas reparaciones como necesarias y no hay retorno del coste.
- Puede resolver el contrato y recuperar la fianza, pero hay propietarios que no la quieren devolver, y podría ser que este dinero no se hubiera depositado en el INCASÒL, tal como es preceptivo. Esto puede significar que no se haya registrado el contrato de alquiler y, por ello, podríamos tener más dificultades para recuperar la fianza.
Ahora bien, el derecho al retorno de la fianza se pierde si se deja la vivienda con desperfectos que puedan suponer un coste de reparación.
Protección de los propietarios
Aun así, nos podemos encontrar que el propietario no sea el culpable de una relación conflictiva con el arrendador. Por ejemplo, puede pasar que la vivienda no haya sido alquilada legalmente, sino que alguien haya decidido entrar a vivir sin permiso; o que haya impagos de la renta acordada; o, incluso, que haya un mal comportamiento del inquilino.
La nueva ley no resuelve ninguna de estas situaciones en las que un propietario se puede encontrar y que, como ciudadano, también tiene derecho a disponer de herramientas para resolverlas. La única previsión que se hace es de cara a los pequeños tenedores que puedan estar en situación de vulnerabilidad, a los que se les permite una subida del 5% del alquiler, por encima de los máximos establecidos.
El propietario se puede encontrar en situación de indefensión con facilidad, puesto que se considera que es la parte fuerte del contrato. Pero lo cierto es que puede ver cómo un inquilino deja de pagarle o destroza la vivienda, y que la solución al problema siempre tiene que pasar por los juzgados, hecho que supone un alto coste de tiempo y de dinero.
La cuestión es que esta problemática afecta del mismo modo a los fondos de inversión que a pequeños tenedores. Con las nuevas regulaciones parece que esta situación empieza a revertirse, puesto que tienen en cuenta la diversidad de propietarios y resuelven de manera más equitativa el reparto de responsabilidades en esta locura que es el mercado inmobiliario.
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Pueblos y micro pueblos de Cataluña sufren despoblamiento desde hace décadas; una tendencia marcada por las oportunidades laborales y la centralización del tejido empresarial en las ciudades que la pandemia ha cambiado de forma definitiva: vuelve el desplazamiento rural.
Desde el año 2019 los datos demográficos muestran que se está consiguiendo frenar el despoblamiento rural en Cataluña gracias a más de 4.000 personas que se han desplazado. Desde entonces, y en especial desde la pandemia, las cifras no han dejado de aumentar. El Ayuntamiento de Barcelona constató que a principios de 2021 más de 13.000 empadronados habían abandonado la ciudad para mudarse del área metropolitana a municipios rurales.
Cada vez más gente teletrabaja desde los pueblos. La cap de agentes 11Onze Lara de Castro, nos cuenta como hacerlo.
La administración incentiva la forestación rural
El objetivo de los Ayuntamientos es captar nuevos habitantes, principalmente familias y gente joven que frenen el envejecimiento de la población rural. Pero conseguirlo solo es posible si se suman todos los actores.
Desde el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat se lanzó, a finales de 2020, el programa de promoción de la vivienda en el mundo rural. Se destinaron dos millones de euros a rehabilitar viviendas en desuso para favorecer el traslado de nuevas familias. En pueblos como Garidells, en el Alt Camp, fue precisamente la falta de vivienda lo que los llevó a perder el 18,8% de sus habitantes en los últimos diez años, hasta situarse en solo 190 empadronados.
También entra en juego la gestión desde las Diputaciones, como es el caso de la Diputación de Lleida, que días atrás presentó la nueva partida presupuestaria para frenar el despoblamiento a través de acciones como incentivar la conectividad digital o el tejido empresarial. En el ámbito local, los Ayuntamientos también crean campañas de promoción, a través de la rehabilitación de espacios, de ayudas a los jóvenes o de ventajas que la nueva vida les ofrece, como la campaña del Ayuntamiento de Cardona “Una nueva vida”.
La sociedad, por otro lado, ha creado iniciativas ciudadanas para llenar de vida los pueblos. Es el caso de Repoblem (Repoblamos), la cuenta que ha revolucionado las redes sociales uniendo proyectos y oportunidades del ámbito rural y personas que puedan estar interesadas.
La psicología avala los beneficios de la vida rural
El psicólogo social y medioambiental Mathew White ha llevado a cabo un estudio con 10.000 personas a lo largo de dieciocho años y ha constatado que las personas que viven en contacto con la naturaleza presentan menos fatiga mental, tasas de depresión más bajas y más calidad de vida.
La capacidad de desconexión, de alejarse del ritmo frenético y del estrés visual de la ciudad o la facilidad para acceder a productos naturales y ecológicos son algunas de las ventajas que los habitantes rurales valoran más. También aumenta el sentimiento de pertenecer a una comunidad, lo que reduce la sensación de aislamiento y soledad.
Es el caso de Susanna, que ha vivido durante veinte años en el núcleo urbano de Pallejà y ahora vuelve con toda la familia al pueblo de Gandesa, de dónde es originaria. Es sanitaria y, tanto para ella como para su familia, el confinamiento fue el punto decisivo para mudarse. Las ventajas eran claras: “más libertad y también mucha más seguridad”. La contrapartida fue el cambio de vida social, ya que son pocas las amistades que viven todo el año.
La exclusión financiera y digital, la asignatura pendiente
La exclusión financiera, digital o de comunicaciones son los principales retos a los que se enfrentan los pueblos. El sistema de comunicaciones, de transporte e incluso el tejido empresarial están claramente centralizados en las grandes ciudades, y esto puede suponer un gran reto para sus habitantes, que tienen que desplazarse para realizar cualquier gestión.
La pandemia ha demostrado que el acceso a la red digital abre un mundo de posibilidades para trabajar o estudiar desde cualquier punto; supone libertad individual para decidir, pero con el gran condicionante de la conectividad.
Cataluña afronta el reto de llevar conexión a todas estas zonas. Sería un hito tecnológicamente inédito que situaría a Cataluña internacionalmente como punto estratégico para el desarrollo de la estrategia 5G. Una revolución en el mundo de las comunicaciones que ofrecería la consolidación intersectorial del tejido social y productivo: fomento de una nueva industria tecnológica, atracción de talento, posición líder mundial en 5G y unión de la administración y operadores de telecomunicaciones para acelerar el despliegue y la cobertura del 5G en todo el territorio.
Todos estos retos, proyectos y demandas configuran el mapa actual del despoblamiento en Cataluña y demuestran que la hoja de ruta, en este sentido, está clara: si la distribución territorial debe incluir a los pueblos, los pueblos deben tener acceso a todos los servicios.
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Y el día siguiente, nada volvió a ser igual. El estado catalán desapareció ‘ipso facto’ con la abolición de la Generalitat, la desmembración municipal y la anulación de las constituciones catalanas a raíz de la pérdida de la guerra de Sucesión (1701 -1714). Después de esto, la única administración que restó activa en Cataluña fue el ejército de ocupación, que manteniendo unos 25.000 soldados permanentes dentro del Principado, consolidó el objetivo borbónico a base de una dura represión que se prolongaría hasta mediados de siglo XVIII. Pero no todo el mundo salió mal parado…
A raíz de la victoria, se instalará en Cataluña de manera permanente la élite del ejército borbónico: las Reales Guardias Castellanas y las Reales Guardias Valonas, reforzadas con otros contingentes especiales de ocupación militar. El total de tropas desplegadas por todo el territorio catalán fue de un 47% respecto al resto de la península Ibérica. Y si le sumamos las desplegadas por el resto de los territorios de los Países Catalanes -València, Mallorca y Aragón- la cosa se ensarta hasta el 65%. Una invasión en toda regla.
La redacción del Decreto de Nueva Planta convertirá Cataluña en una provincia más de una nueva monarquía centralizada que gobernará para toda la península Ibérica sin diferencias legales. Por lo tanto, el sueño de una monarquía hispánica fundamentada en la existencia de diferentes reinos y realidades culturales peninsulares se desmenuzará, pero no desaparecerá. A partir de entonces solo existirán unas únicas Cortes, las de Castilla, que representarán el conjunto de los territorios peninsulares, pero se enfocarán hacia una nueva construcción política vertebrada alrededor de identificar Castilla con el nuevo Estado.
La Cataluña del siglo XVIII será un territorio gobernado únicamente por militares. El jefe supremo de la administración de Cataluña será el Capitán General. La administración territorial -los corregimientos- estarán en manos de los ‘corregidores’, que siempre serán militares. El orden público -en primera instancia- estará siempre a cargo del ejército y de las famosas “Escuadras de Veciana”. Esta institución fue fundada el 1719 por Pere Anton Veciana Rabassa, un desertor de la causa austracista que a principios del 1713 decidió ponerse al servicio del rey Borbón y crear una organización paramilitar y policial que trabajaría al servicio del Capitán General -Francisco Pío de Saboya y Moura-, con la misión de continuar reprimiendo la resistencia borbónica interna.
Veciana pondrá en marcha un sistema de fichas criminales -conocidas como ‘sumarias’- que permitirán al cuerpo sistematizar la información policial. También creará una red de confidentes por el territorio y organizará los primeros agentes infiltrados dentro de la resistencia. En 1735, Veciana tendrá que renunciar al cargo por motivos de edad y será entonces cuando el Capitán General traspasará las responsabilidades del cuerpo a su hijo, Pere Màrtir Veciana. Desde entonces, el mando del cuerpo recaerá hereditariamente en la familia Veciana durante cinco generaciones, hasta el 1836.

“Pere Anton Veciana y Rabassa, un desertor de la causa austracista que a principios del 1713 decidió ponerse al servicio del rey Borbón y crear una organización paramilitar y policial que trabajaría al servicio del Capitán General -Francisco Pío de Saboya y Moura-.”
Represión y terrorismo de Estado
Durante once años, Cataluña será un país sometido a una durísima represión militar, la cual se prolongará hasta el 1725, cuando intermediando el Tratado de Viena celebrado entre los representantes de Felipe V de Castilla y Carlos VI de Austria, ambas partes se reconocerán mutuamente los derechos sucesorios y se pondrá fin al pleito dinástico.
Y ¿qué pasó con los partidarios que lucharon a favor de la opción del archiduque de Austria? Durante la guerra, a medida que los ejércitos borbónicos fueron ocupando el Principado, se aplicó un tipo de ‘terrorismo militar’ que consistía en perseguir a la población local, independientemente del grado de vinculación que se hubiera tenido con la causa austracista, con el objetivo de minar la moral. Después de la caída de Barcelona, se persiguió indiscriminadamente a los principales mandos militares que no habían podido huir hacia Austria -como por ejemplo Antoni de Villarroel- y serán enviados a prisiones diseminadas por la geografía ibérica. La mayoría acabarán muriendo sin recuperar nunca la libertad u otros serán enviados a galeras.
La larga posguerra permitirá mantener la represión contra todos los elementos armados que todavía luchaban contra el nuevo ordenamiento jurídico, como por ejemplo los conocidos ‘carrasclets’. Pero también se perseguirá a todas aquellas familias que tenían miembros exiliados en Austria, y a las cuales se les prohibirá mantener cualquier relación epistolar. A los perdedores de la guerra se les embargarán propiedades y se les anularán todos sus derechos. Incluso, se les prohibirá la participación en todos los concursos públicos o la solicitud de ayudas del Estado.
El establecimiento de contingentes permanentes en Cataluña supondrá un aumento importante de la demanda militar derivada del necesario abastecimiento de las tropas reales. Según se desprende de los Manuales Generales de la Intendencia de Cataluña -institución creada para gestionar la posguerra– entre el 1714 y el 1735 se encuentran recogidos un total de 271 ‘asientos’ o contratos directamente relacionados con el abastecimiento de materiales al ejército y a la armada: pólvora, armas, trenes de artillería, uniformes, comida, herrajes por los caballos.
Los ‘asientos’ también servían para la construcción o el abastecimiento de cuarteles, como la Ciutadella, y para producir todo lo necesario para las posteriores campañas militares borbónicas, como las de Italia. Y este abastecimiento se dará gracias a la existencia de una considerable estructura productiva, comercial y financiera que se había mantenido inalterada a pesar de la guerra, y que será capaz de producir de manera solvente los ‘asientos’ que la monarquía necesitará durante las siguientes décadas.

“A los perdedores de la guerra se les embargarán propiedades y se les anularán todos sus derechos. Incluso, se les prohibirá la participación en todos los concursos públicos o la solicitud de ayudas en el Estado.”
Colaboracionismo catalán
Entonces, la pregunta a formularnos es clara: ¿cómo fue posible mantener una estructura productiva catalana dentro del contexto bélico de principios del XVIII? ¿Cómo se pudo abastecer el ejército borbónico durante la invasión de Cataluña y el asedio de Barcelona en un territorio que desconocía completamente? Pues con la ayuda de personajes locales que abastecieron, prestaron o ayudaron al ejército de ocupación borbónico con víveres, dinero y logísticas durante todo aquel convulso periodo. Se trata de un grupo de comerciantes que cambiaron de bando -igual que Pere Anton de Veciana- a la busca de una situación personal más favorable y aprovechando las circunstancias para mejorar su posición social y económica.
Nombres como los Milans de Arenys, los Mates y los Lapeira de Mataró o los Massiques de Vilassar y muchos otros serán grandes alcurnias familiares que fundamentarán su prestigio a lo largo del siglo XVIII por haber obtenido importantes privilegios como agradecimiento por los servicios prestados durante la ocupación del Principado. Muchos de estos “ilustres” personajes serán colocados en instituciones claves para el despliegue y ejecución del Decreto de Nueva Planta, porque de otro modo no habría sido posible.
El nuevo régimen pasaría “un algodón desinfectante por encima Cataluña”, para construir posteriormente una nueva red de fidelidades locales que lo consolidara dentro del territorio. Por este motivo, colocaron al frente de instituciones claves, como por ejemplo el Tesoro General (la fiscalidad de Cataluña), la Intendencia General (abastecimiento y logística de Cataluña), las Confiscaciones de Cataluña (embargo de propiedades) o la Mesa de cambio (Banco comunal), un sector minoritario, pero nutrido, de la población del Principado que, por diferentes razones, se posicionaron al lado de la propuesta borbónica. De este modo, la monarquía combinará el principio de autoridad, representado por las leyes desplegadas al Decreto de Nueva Planta, con una gran burocracia institucional y una flexibilidad con ciertos sectores sociales locales, principalmente los maestros artesanos y mercaderes, con suficientes recursos económicos para dinamizar la economía.
La vinculación interesada de estos sectores de la sociedad catalana hacia el nuevo estado Borbón les comportó el acceso a nuevas fuentes de renta derivadas directamente de las nuevas políticas del absolutismo borbónico. La fidelización les permitirá acceder a grandes contratos públicos, lo cual les llevará a una corrupción generalizada en todos los niveles de la gestión pública.
Hasta finales de la década del 1740, Cataluña vivirá un periodo doloroso de adaptación en la nueva condición de nación vencida, siempre sospechosa de desafección. A partir de entonces, las decisiones en materia de política económica ya no se tomarán en Barcelona, sino en la Corte borbónica, siguiendo unos criterios basados en los sueños de grandeza de la nueva monarquía reinante, independientemente de las necesidades de sus súbditos.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Benet Oliva y Ricós:‘Els proveïdors catalans de l’exèrcit borbònic durant el setge de Barcelona de 1713/1714, Universitat de Barcelona, Barcelona, 2014.
David Ferré Gispets: Los efectos del “Contractor State” borbónico en la Cataluña de inicios del siglo XVIII, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, 2019.
Josep Maria Delgado Ribas: ‘Barcelona i el model econòmic de l’absolutisme borbònic: un tret per la culata’, Barcelona Cuadernos de Historia, 23 (2016), pág. 225-242.
Josep Juan Vidal: ‘Les conseqüències de la guerra de Successió: nous imposts a la Corona d’Aragó, una penalització o un futur impuls per al creixement econòmic?’, Universitat de les Illes Balears, Palma de Mallorca, 2013.
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Aprender el valor del dinero puede ser mucho más que un juego para los niños. Transmitirles los valores de la economía les puede aportar valores como la responsabilidad, la colaboración, el ahorro, aprender a negociar o, incluso, a emprender.
Los expertos recomiendan empezar a hablar de la gestión económica, particular y familiar a partir de los siete años, cuando los niños ya pueden tomar conciencia de que el cajero no da dinero porque es mágico, sino que los adultos, con su trabajo, lo ganan y lo guardan en el banco.
Es en el núcleo familiar donde se aprenden los primeros valores sobre el dinero. Actualmente, la mayoría de niños de nuestra sociedad han crecido en un sistema consumista que les ha acostumbrado a tener de todo, y tenerlo ya. En este sentido, la primera lección que hay que aprender es que el acceso al dinero está limitado a la capacidad de producción de uno mismo. Hay que hacerles ver el valor de vivir dentro de sus limitaciones, y que desde muy jóvenes sean conscientes de que saber gastar, es tan importante como saber ahorrar.
Los niños y los adolescentes, los grandes consumidores
Montse Junyent, formada en dirección y administración de empresas, aconseja transmitir a los niños “el valor del dinero, que cuesta de ganar y que se tiene que usar de forma ética”. Mostrarles, desde pequeños, que todas las decisiones que tomamos tienen una incidencia económica, desde la compra y acumulación de juguetes, hasta la práctica de usar y tirar, el desperdicio de alimentos, o incluso el uso de bolsas de plástico. Los niños pueden entender que una de estas bolsas puede terminar en el mar y tardar 450 años en desintegrarse. Concienciarles de que la Tierra es finita y que nos debemos responsabilizar y cuidarla a través de acciones de consumo sostenibles. Adultos y niños deben ser consecuentes con esta idea y actuar con responsabilidad en todos los ámbitos, en nuestra relación con la gente, con el entorno, el mundo o nuestra manera de consumir.
Junyent también defiende la economía del bien común, con el fin de “contribuir a la construcción de un sistema de vida más sostenible y justo”. Apuesta por “transmitir y dar a conocer modelos económicos alternativos sostenibles y ayudar a los pequeños a crecer como personas comprometidas, con criterio, información y voluntad de cambiar lo que no les guste”. Es decir, dar a los niños todas aquellas herramientas que les permitan ser independientes y tomar sus propias decisiones, basadas en valores como el compromiso, la sostenibilidad, la honestidad, la innovación o la creatividad.
Valores que se pueden transmitir de muchas maneras, también a través de juegos o cuentos, y que empiezan en la escuela. La sostenibilidad, por ejemplo, es uno de los temas que más preocupa actualmente, y, por tanto, de lo que se habla, y mucho, dentro del sistema educativo. Por el contrario, según Junyent, hablar de economía desde una visión ética y responsable, no se imparte tanto como se debería.
El valor del dinero a través de la paga
Muchos padres tienen dudas sobre si han de dar dinero a los hijos. A menudo se preguntan cuándo deberían empezar a darles la paga, y cuál es la cantidad ideal.
La paga puede convertirse en una manera determinante de enseñar a los niños a administrar y valorar el dinero, un aprendizaje que les será de gran utilidad de cara al futuro. No hay una edad establecida para empezar a utilizar el dinero, pero es imprescindible que en el momento que lo hagan, comprendan su valor y la importancia del ahorro.
Algunos padres relacionan la paga con la realización de tareas del hogar, una visión que muchos ponen en duda, justificando que todos los miembros de la familia deben colaborar en este tipo de actividades. Sea cual sea la mentalidad, la cuestión es que el modelo de educación que recibe el niño debe ser coherente. Por tanto, no se trata de dar paga o no, sino de buscar la fórmula perfecta para que el aprendizaje sea a través de los valores.
Sugerir a los hijos en que deberían gastarse la paga
A medida que el niño crezca, la paga podrá ir aumentando, siempre en función del uso que se haga de ella. Es importante sugerir a los hijos en qué deberían gastarla, teniendo en cuenta sus deseos y la necesidad que tienen del producto en cuestión. Más allá de evitar la compra de productos que no les puedan beneficiar, es importante establecer una conversación fluida, sin imponer nada, donde les hagamos ver las consecuencias de cada una de sus compras. También será un buen momento para mostrarles nuevas formas de consumo, siempre apostando por un modelo de consumo sostenible, que pueda aportar un beneficio real y lo más prolongado posible en el tiempo, y que entiendan, en definitiva, que el dinero es para facilitarles la vida y que utilizarlos de forma inconsciente puede llevarlos a situaciones negativas.
Lo más común es iniciar este aprendizaje hacia los cinco o seis años, aunque también puede ser beneficioso hacerlo en edad preescolar. Por ejemplo, se les puede mostrar como el hecho de recoger sus juguetes puede tener una recompensa, sea en forma de golosina o de alguna otra cosa, la cuestión es lograr el aprendizaje de que si nuestras acciones tienen un impacto positivo, seremos recompensados. Y quizás en un primer momento será a través de cosas materiales, o cuando empezamos a trabajar será a través del dinero, pero con los años este aprendizaje supondrá que la mejor recompensa es la que se hace uno mismo, desde los propios valores.
Enseñar a ahorrar y compartir
Una buena manera de mostrar la importancia de ahorrar puede ser dividir el dinero que recibe el niño, desde pequeño, en dos partes. La primera en forma de hucha que puede tener en casa, y donde guardará todo aquel dinero que se pueda gastar, lo que vendría a ser la economía diaria. Por otro lado, puede tener una cuenta en el banco donde aportar el dinero destinado al ahorro futuro. De este modo creará una relación con el dinero desde las dos perspectivas y entenderá su trascendencia.
Otro aprendizaje importante será el de compartir. El dinero no tiene por qué ser de posesión individual, también se puede compartir. Una idea que socialmente puede parecer controvertida, ya que nos relacionamos con el dinero desde el punto de vista de la posesión y, por tanto, lo individualiza. Educar a los niños en este sentido les permitirá vivir esta relación desde otro punto de vista, con más visión colectiva y de responsabilidad social. Es importante demostrar, a través del ejemplo, que el dinero puede ser una herramienta para ayudar a los demás, desde hacer donativos para los más desfavorecidos hasta comprar en una tienda determinada donde los beneficios se destinen a proyectos sociales. Hay muchas maneras de ayudar, y vale la pena inculcar este hábito en los niños y jóvenes.
Como conclusión, los niños deben recibir lecciones claras respecto al dinero, y la mejor manera siempre será la práctica, copiando las conductas que ven en casa. Por lo tanto, los padres deben ser el ejemplo de este aprendizaje, enseñarles a no comprar por impulso, sino a planificar sus metas, tanto a corto como a largo plazo. Cuando sea el momento oportuno, se les puede incentivar a hacer pequeñas tareas remuneradas, y si se enfoca desde un punto de vista educativo, darles la paga puede convertirse en una manera determinante de enseñar a los niños a administrar y valorar el dinero, una lección que puede marcar sus vidas. Finalmente, y teniendo en cuenta el peso que tienen las nuevas generaciones de cara al futuro, contribuir a un aprendizaje enfocado a la construcción de un sistema de vida más sostenible y justo para todos.
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Tecnología, digitalización, sostenibilidad y el bienestar integral de los trabajadores jugarán un papel fundamental en la configuración de muchos trabajos en los próximos cinco años. El pensamiento analítico y creativo continuarán siendo las capacidades más importantes para los trabajadores en esta evolución del mundo laboral.
El último informe sobre el Futuro del Empleo del Foro Económico Mundial analiza cómo las tendencias socioeconómicas y tecnológicas configurarán el lugar de trabajo en un futuro próximo. Reúne las perspectivas de 803 empresas que dan trabajo a más de 11,3 millones de personas en 45 países de todos los continentes.
La pandemia sanitaria espoleó una transformación laboral a través del teletrabajo, la gestión de equipos en remoto, la migración de la información a la nube, la implantación de nuevas medidas de ciberseguridad o la venta y atención al cliente por internet. Así mismo, el cambio en las expectativas de los trabajadores y los consumidores y la urgente necesidad de una transición ecológica y energética también están reconfigurando la composición de la mano de obra y estimulando la demanda de nuevas ocupaciones y competencias.
Los profesionales de la informática y la tecnología han liderado el cambio durante los últimos tres años. Los perfiles laborales adentro del ecosistema del Big Data, el aprendizaje automático y la constante implementación de nuevas soluciones digitales tienen asegurada la demanda.
En cualquier caso, una de las principales conclusiones del estudio es que a pesar de que la adopción de nuevas tecnologías continuará siendo el motor clave de la transformación empresarial en los próximos cinco años, cualquier inversión en tecnología realizada por las empresas tiene que ir acompañada de una inversión equivalente en las personas.
Macrotendencias y adopción tecnológica
Los trabajos de mayor crecimiento seguirán siendo los relacionados con las nuevas tecnologías. Concretamente, los expertos en inteligencia artificial y aprendizaje automático encabezan la lista, seguidos de los especialistas en sostenibilidad, los analistas de inteligencia empresarial y los analistas de seguridad de la información.
El sector de la sostenibilidad también jugará un papel destacado. Los trabajos de ingeniería de energías renovables y de instalaciones y sistemas de energía solar seguirán experimentando un crecimiento relativamente rápido, a medida que las economías aceleran su transformación hacia las energías renovables.
Por otro lado, la evolución de las nuevas tecnologías y la digitalización afectarán negativamente algunos trabajos de oficina, como pueden ser los trabajos de secretaría, cajeros de una entidad bancaria, servicios postales, taquilleros y trabajos de entrada de datos. Básicamente, trabajos relativamente repetitivos que requieren poca creatividad y que pueden ser sustituidos por la inteligencia artificial.
Pensamiento analítico y creativo
El pensamiento analítico es considerado una competencia básica por más empresas que cualquier otra competencia y constituye, de media, el 9% de las competencias básicas deseadas por las empresas. Esta es seguida por el pensamiento creativo, por delante de aptitudes relacionadas con el rendimiento personal, como la resiliencia, flexibilidad y agilidad.
La fiabilidad y la atención a los detalles ocupan el séptimo lugar, por detrás de los conocimientos tecnológicos. Finalmente, completan la lista aptitudes relacionadas con el trabajo con los otros; la empatía, capacidad de escuchar a los otros, el liderazgo y la influencia social.
En este contexto, la mayoría de las empresas encuestadas coinciden a decir que la inversión en aprendizaje y formación en el puesto de trabajo y la automatización de procesos son las estrategias de personal más comunes que se adoptarán para conseguir los objetivos empresariales de sus organizaciones.
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