¿Cataluña renuncia a la soberanía alimentaria?
Las reivindicaciones de los campesinos y agricultores, que se enmarcan en un malestar a nivel europeo, ponen al país ante un reto colosal. El de decidir si Cataluña debe ser soberana alimentariamente o debe renegar de su propia tierra. En 11Onze lo tenemos claro: con la comida no se juega.
Que el sector primario es esencial lo sabe todo el mundo, pero parece que a veces se nos olvida. Por eso los agricultores catalanes, al igual que los europeos, están en pie de guerra. Las demandas son simples y podrían resumirse en una: tener algo de respeto por un sector que pone el plato en la mesa para la Cataluña de los 8 millones.
El exceso de burocracia, la asfixia económica y la presión regulatoria son los caballos de batalla de unos campesinos que ven que las malas condiciones de su sector desincentivan el posible relevo generacional. Actualmente, el campesino es un romántico con tractor. Gente que ama la tierra y la trabaja aunque no se gana la vida. Las quejas de tener que vender por debajo del coste de producción son endémicas, y desde hace tiempo se añaden la desprotección de los agricultores frente a los intermediarios, las grandes cadenas y la importación de productos de otros países, que muy a menudo no cumplen la exigentísima normativa que se pide a los agricultores y ganaderos europeos.
El gris europeo
La soberanía alimentaria catalana está en cuestión, en parte, por la lacra regulatoria europea. La UE, gobernada desde la gris Bruselas, empuja su enrevesada normativa hacia abajo. El laberinto burocrático se lanza hacia el escalón inmediatamente inferior de la cadena y va bajando por las administraciones hasta que cae de bruces ante unos campesinos incapaces de gestionar la absurda retahíla de dimes y diretes. Se pide a las personas más sabias del mundo, las que saben crear comida, que además sean oficinistas y recopilen datos y llenen formularios sin fin para que suban de nuevo la cadena y satisfagan la sed de papeleo de un burócrata de Bruselas.
En diciembre de 2022, el agricultor y diputado de Junts, Salvador Vergés, leía en el Parlament una lista de las gestiones que se exigen a los campesinos. La retahíla se ha vuelto a hacer viral estos días a raíz de las protestas y, si no fuera que trata un tema tan serio, haría reír.
🎙 Ahir, al Parlament, vaig fer una llarga interpel·lació a la Consellera reclamant-li q redueixi la paperassa i la burocràcia q ofega la pagesia. Aquí en teniu un 1r vídeo, on recomano als diputats q s’agafin fort a l’escó x aguantar el ruixat d tràmits d l’exemple q hi explico: pic.twitter.com/2flJLENVa8
— Salvador Vergés i… Tejero! (@vadorverges) December 22, 2022
La sequía y las prioridades
A todos los problemas habituales del campesinado, este año además se añade el de la sequía que vive todo el país. Los agricultores, por decisión del gobierno catalán, fueron de los primeros en recibir las estocadas de los recortes en el consumo de agua. Mientras debían asistir, asombrados, a una campaña turística de verano sin limitaciones. Y deben continuar bien sorprendidos, aún, viendo el verdor de los campos de golf, observando las ingentes fugas de agua declaradas por la ACA y dándose cuenta de que las empresas envasadoras de agua siguen extrayendo agua de los ríos. Los supermercados siguen llenos de botellas de plástico llenas de agua, aunque producir botellas de plástico contamina y obliga a un consumo extra de agua. Todo para comercializar un bien esencial que a otros les es negado. ¿Es normal, pues, que los campesinos se pregunten hasta cuándo va a durar la broma?
Soberanía desoladora
Todo ello deja un panorama desalentador: el de un país incapaz de establecer y gestionar sus prioridades básicas. Si no somos capaces de garantizar la producción alimentaria y el agua, ¿qué aspiramos a ser? Por este motivo, los agricultores redoblan su presión, aunque ya los recibiera el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. El presidente a menudo cuelga en sus redes vídeos donde se le ve haciendo recetas de cocina. Es una forma distendida de mostrarse delante del público, pero ¿de dónde salen los huevos que el Muy Honorable utiliza para hacer el bizcocho? ¿De dónde vienen la harina, la mantequilla, la leche, la carne, las manzanas o las alcachofas? La respuesta de un político urbanita sería simple: del supermercado.
En una época en que parece que Europa haya dado la espalda al sector primario para obsesionarse con la economía de guerra, mirando a Rusia, desde 11Onze queremos ponernos al lado del campesinado recordando, una vez más, el riesgo de crisis alimentaria al que nos enfrentamos.
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La Sobirania Alimentària no és el q els pagesos estan reivindicant. J m’agradaria q també la reivindiquessin.
Tanmateix crec q es fa servir aquest concepte una mica a la lleugera….
És clar, David, per això el text no diu en cap moment que els pagesos reclamin la sobirania alimentària. Els pagesos demanen coses molt concretes per poder fer la seva feina i nosaltres (ciutadans, governs, empreses) hem d’entendre que aquestes reclamacions són, evidentment, justes perquè sobrevisqui l’únic sector que ens pot garantir la sobirania alimentària. Disculpa que no hàgim estat més explícits en el text, ens semblava que estava clar.
gràcies
Gràcies pel teu suport, Joan!
Bon article, només puc estar-hi d’acord. Si aspirem a la sobirania cal defensar el valor del territori
Tu ho has dit. És essencial tenir una visió global del valor del territori. Gràcies, Francesc
totalment d’acord. No només hauriem de defensar amb les ungles la nostra sobirania alimentaria sino que haurime de promocionar també el cultiu casolà, la permacultura urbana, etc.
Precisament, aliments de temporada i de proximitat. Gràcies, Carme