“Pensar en global, pero beber local”
Sandra Molas, responsable comercial de 11Onze, detalla el drama que supone el consumo de agua embotellada para nuestro bolsillo, para la sostenibilidad del planeta y a veces incluso para nuestra salud.
Si se cumplen las recomendaciones de beber dos litros de agua al día, una familia de cuatro miembros acaba consumiendo cerca de 3.000 litros de agua al año. ¿Qué implica esto si se gasta agua embotellada? Según Sandra Molas, responsable comercial de 11Onze, “supone un gasto de unos 1.000 euros al año”. Y en cantidad de residuos generados, son “1.947 botellas desechables”, que equivalen a unos 63 kg de plástico. Pero, además, podemos poner en riesgo nuestra salud, ya que estos envases “pueden liberar policarbonato, capaz de afectar de muchas maneras a nuestro sistema hormonal”.
Teniendo en cuenta estos datos, Sandra Molas defiende el uso de filtros de agua, que permiten olvidarse de “cargar pesadas garrafas de agua todo el día del supermercado a casa”, resultan “mucho, pero que mucho, más económicos” y contribuyen a frenar “la indecente saturación de plásticos en el planeta”.
Un drama para el planeta
La producción global de plástico se ha disparado en los últimos 50 años. En concreto, en los últimos 10 años hemos producido más plástico que en toda la historia previa de la humanidad. Y se debe tener en cuenta que “las botellas de plástico utilizadas para envasar agua tardan mil años en biodegradarse”, como explica Sandra Molas.
Una familia de cuatro miembros que sigan las recomendaciones de beber dos litros de agua al día genera 63 kg de plásticos cada año si consumen agua embotellada. Y esto es un “drama” para el planeta, advierte Molas.
Además, la responsable comercial de 11Onze añade que “para producir cada botella de plástico hace falta el equivalente a llenar un cuarto de esta misma botella con petróleo”. De hecho, la cantidad de petróleo utilizada para fabricar los 29.000 millones de botellas que se compran cada año en Estados Unidos permitiría circular a “un millón de coches durante un año entero”.
Un agujero al bolsillo
En cuanto a la cuestión económica, Sandra Molas destaca el enorme ahorro que supone consumir agua filtrada respecto a la compra de agua embotellada. Y lo muestra con el ejemplo de Barcelona, la ciudad del Estado español con el agua corriente más cara. En esta ciudad “1.000 litros de agua cuestan 2,60 euros”, un precio similar al de una sola garrafa de agua de 6,25 litros de una marca comercial conocida.
Todo ello empuja a “tomar medidas de manera inmediata”, según Molas, para ahorrar y proteger tanto la salud del planeta como la nuestra. Y, en este sentido, destaca las múltiples ventajas que comporta utilizar filtros para consumir agua del grifo. “Tenemos que pensar en global, en el planeta, pero beber local”, concluye.
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Ho tindré en compte.
Genial Pere, endavant.
Bona informació.
Celebro que t’agradi, gràcies, Pere.
👍
Gràcies, Manel!!!
Gràcies per aquesta informació
A tu Alícia, com sempre.