¿Qué está pasando con la energía mundial?

El precio de la luz y del gas está batiendo récords. La gasolina y el carbón son cada vez más caros. Y todo ello se traduce en una carencia de distribución de materias primas. Si viene un invierno frío, los expertos avisan de una crisis energética sin precedentes. 

 

¿Qué está pasando con la energía del mundo? Día sí día también, se habla de los incrementos en la factura de la luz, de las gasolineras en precario del Reino Unido, de los estantes vacíos de los supermercados y del conflicto del gas. Repasamos los motivos que hacen pensar a los economistas que nos encaminamos hacia una recesión que podría durar hasta muy entrado el 2022.

Estamos a merced del cambio climático. Los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos y los climatólogos temen que, después de un verano seco marcado por las trombas de agua torrenciales que han impedido llenar los pantanos europeos, venga un invierno frío. Lo avisan pocos días antes de que se celebre el encuentro del G-20 en Roma, donde los líderes mundiales no solo tendrán que afrontar la salida de la crisis pandémica, con una industria que esperaba volver al pleno rendimiento, sino también cómo hacer una transición hacia las energías renovables que no haga tambalear la economía mundial.

La realidad es que, si las temperaturas bajan demasiado, podría no haber suficientes recursos para protegerse del frío, porque las reservas de gas están muy bajas. Europa, por ejemplo, encara el otoño con los almacenes más desabastecidos de la última década, con una capacidad del 75%, cuando antes de la pandemia de la Covid-19 no bajaban del 90%. Y lo mismo pasa en Asia o en los Estados Unidos.

La especulación geopolítica del gas

El gas hace tiempo que es un problema para Europa. Mientras que el centro-norte se abastece con el gas de Rusia, el Estado español, Portugal o Italia se abastece con el gas de Argelia. A pesar de que Moscú ha asegurado que seguirá proporcionando gas a sus clientes, el temor a que no lo haga por motivos geopolíticos ha disparado un 500% el precio en 2020.

Además, el gasoducto Nord Stream 2 que une Rusia y Alemania, la gran promesa de la ex cancillera Angela Merkel, aún tiene una segunda fase de la construcción pendiente de aprobación, y todo apunta que todavía tardará meses en funcionar. Aun así, solo cubre la mitad de las necesidades de Europa. En este contexto, historiadores de tendencia conservadora y neoliberal como Karl Schögel lamentan que Europa no haya calibrado suficientemente bien las consecuencias que tiene depender de Rusia.

Para añadir más tensión al mercado, Marruecos ha anunciado que, después de 25 años, a finales de octubre cortará el gasoducto que abastece al Estado español y a Portugal, por la ruptura de las relaciones con España. El gobierno de Pedro Sánchez ya está buscando soluciones y negocia con Italia, pero todavía no ha resuelto el embrollo. Tanto es así que ha propuesto a la Unión Europea un frente común: comprar el gas de forma conjunta.

Los socios europeos empiezan a ver con buenos ojos la propuesta de Sánchez, porque las alternativas son mucho peores: sobre la mesa está la reactivación de la energía nuclear, la compra de gas licuado en barcos o llevar el gas a través de Ucrania, pero la distribución se ha frenado también por motivos geopolíticos. Así las cosas, las empresas eléctricas, como ha pasado en el Estado español, aprovechan la situación, entre otros motivos, para hacer oligopolio y batir récords con el precio de la luz.

 

La gasolina, disparada; el carbón, bajo mínimos

Por si no había poco, a la crisis del gas y la especulación de las eléctricas, se suman dos factores más: el oportunismo de los grandes magnates del petróleo y una descarbonización hecha a medias. Por un lado, ahora que la economía despierta, por fin, del letargo de la pandemia, la gran organización del sector petrolero, la OPEP, ha motivado un incremento desmesurado del valor del oro negro como no se había visto desde 2014. El precio de la gasolina se ha incrementado un 20,6% desde el inicio de 2021 y el gasoil, un 23,09%. Además, los expertos creen que el precio del crudo seguirá subiendo durante todo el invierno.

Por otro lado, China ha empezado a acaparar todo el carbón disponible en el mundo. El país asiático no quiere dejar de crecer por encima del resto, a pesar de que tiene en marcha un plan de descarbonización que ha dejado las reservas tan vacías como no las tenía desde 2017. Por eso, está dispuesta a comprar carbón a cualquier precio, y su valor se ha disparado. Hace años que las empresas energéticas luchan por encontrar nuevos recursos ante el abandono progresivo del carbón por motivos medioambientales, pero no se ha invertido lo suficientemente deprisa para compensarlo.

 

La energía limpia, una transición a medias

De hecho, gran parte del problema con la energía, avisan los expertos, se explica porque el mundo globalizado ha hecho una transición hacia las energías renovables a medias y con una mala previsión. Por eso, muchos economistas consideran que estas crisis energéticas globales pueden ser bastante habituales durante la próxima década, hasta que la descarbonización no sea una realidad.

Organismos internacionales, como la Internacional Energy Agency (IEA), niegan la relación entre una cosa y la otra, pero los expertos consideran que, por ejemplo, la Unión Europea no ha tenido suficientemente presente que, hoy por hoy, el 80% del consumo primario de energía procede todavía de los combustibles fósiles, y que la energía de las renovables no se puede almacenar, de momento.

 

El efecto dominó: la temida inflación

Por todo ello, el efecto en cadena no se ha hecho esperar. El precio del aluminio, el zinc o el cobre llegará a máximos históricos este octubre, porque los metales se extraen en fábricas y fundiciones que están a medio gas por culpa de la crisis energética. Lo mismo pasa con la fabricación de cerámica, vidrio o cemento, que puede afectar principalmente al sector de la construcción. 

A su vez, las cadenas de suministros se encuentran restringidas por la presión alcista del precio de la gasolina, más allá de la falta de transportistas que asola al Reino Unido a causa del Brexit. Una cosa tras otra frena la producción y, en consecuencia, suben los precios de todas las materias primas. La temida inflación amenaza las optimistas perspectivas de crecimiento después de la pandemia. Y la respuesta, como siempre, pasa por construir un mundo común. ¿Estaremos a la altura de ello?

 

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Equip Editorial Equip Editorial
  1. Jordi MorenoJordi Moreno says:
    Jordi

    Molt bona informació, espere’m que la energia elèctrica d’autoconsum es generi cadascú a casa seva i de manera sostenible

  2. Daniela SimónDaniela Simón says:
  3. Mercè ComasMercè Comas says:
    Mercè

    La geopolítica mou els fils del món. Tan del comerç de productes bàsics com de l´energia. Sigui del color que sigui l´energia, el problema és no ser autosuficient, estar exposat sempre a xantatges -Només cal fixar-se en el mapa dels gasoductes-arribant a acords que només els que signen saben. Amb aquests sistemes els comuns mortals som titelles. I la Xina acaparant carbó, que es pot emmagatzemar. Tenen clar el concepte d’autosuficiència.
    Em sembla que Catalunya hi para poca atenció

    Hace 2 años
    • Jordi CollJordi Coll says:
      Jordi

      Veurem com anirem respecte d’aquest tema en els anys vinents, sobretot per l’esgotament del petroli que ha de ser substituït per les noves energies, hidrogen, electricitat…. Moltes gràcies pel teu comentari, Mercè!!!

      Hace 2 años
  4. alicia Coiduras Charlesalicia Coiduras Charles says:
    Alicia

    La pandemia els hi anat molt beaquesta crisi serà devastadora i tot per a poder tenir uns pocs el poder que sempre han tingut

    • Sergi Colell Vázquez says:

      Sembla que desgraciadament serà així. Moltes gràcies pel comentari!

      Hace 3 años
  5. Francesc Estafanell PujolFrancesc Estafanell Pujol says:
    Francesc de Borja

    Veient la crisi que s’apropa, malgrat l’escalfament global, he quedat glaçat

  6. Manuel Bullich BuenoManuel Bullich Bueno says:
  7. Anónimo says:

    🤦‍♀️ Ho tením “clar”

  8. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:

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