Sea cual sea el futuro del dinero, parece que las monedas digitales emitidas por los bancos centrales no acaban de arrancar. Todos los proyectos piloto para implementar CBDC han fracasado o están estancados. Los gobiernos argumentan que son una herramienta para hacer nuestra vida más fácil, mientras obvian mencionar que también aumentan su capacidad de rastrear, controlar y castigar a la ciudadanía.

La tecnología blockchain ha revolucionado la manera en que las personas interactúan con el dinero y los sistemas financieros. Con la llegada de las criptomonedas se han creado nuevos sistemas monetarios descentralizados que no están controlados por ninguna entidad gubernamental o financiera. Todo y su volatilidad, la popularidad de monedas digitales como el bitcoin suponen una amenaza por el sistema financiero tradicional, un cambio de paradigma que hace tambalear la posición privilegiada de los gobiernos en la hora de ejercer control sobre la ciudadanía a través de las finanzas.

Ante este escenario, los bancos centrales de todo el mundo han empezado a explorar la posibilidad de emitir monedas digitales apoyadas por el gobierno, conocidas como CBDC (Central Bank Digital Currency). Estas monedas serían emitidas y reguladas por el banco central de un país, y su valor estaría ligado a la moneda del país, o dicho de otra manera, basado en la confianza en el gobierno que lo emite.

Se trata de un modelo similar a las stablecoins o monedas estables, un tipo de criptomoneda vinculada al valor de una moneda fiduciaria, como el dólar estadounidense. Esto significa que su valor no fluctúa tanto como las otras criptomonedas, lo cual las hace más atractivas para su uso en pagos digitales. Pero a diferencia de las CBDC, las stablecoins están descentralizadas, es decir, no son monedas digitales emitidas, reguladas y controladas por los bancos centrales de cada país.

En defensa de las CBDC

Las monedas digitales emitidas por los bancos centrales podrían mejorar significativamente la eficiencia y la seguridad de las transacciones financieras. Las transacciones con CBDC serían instantáneas y podrían reducir los costes de procesamiento de pagos para empresas y consumidores, que ahora mismo pertenece al duopolio casi universal que tienen Visa y Mastercard. Así mismo, no es ningún secreto que el control de estas multinacionales por parte del gobierno de los Estados Unidos, supone una amenaza para la soberanía de cualquier país no-alineado con los intereses geopolíticos y económicos del gigante americano.

Por otro lado, las CBDC podrían ayudar a reducir la economía sumergida, puesto que serían más difíciles de esconder que el dinero en efectivo y menos anónimas que las criptomonedas. Concretamente, la completa trazabilidad sobre las transacciones financieras facilitaría el establecimiento de mecanismos de control, lo cual disminuiría el riesgo de fraude.

Adicionalmente, fomentarían la inclusión financiera, facilitando un acceso fácil y seguro al dinero en las poblaciones sin acceso bancario o con acceso limitado. Además, podrían ser una alternativa al dinero en efectivo en situaciones extremas, como por ejemplo catástrofes en las cuales no se tenga acceso al efectivo y cuando los medios de pago tradicionales, como los TPV, no funcionen.

¿Una solución a un problema inexistente?

Alguien podría pensar que, en términos prácticos, las monedas digitales estatales ya hace años que existen, porque, de hecho, la mayoría de países ya tienen versiones digitales de su moneda que los ciudadanos usan diariamente en las transacciones bancarias y el comercio. Por lo tanto, ¿qué motivaciones que hay detrás de la prisa que tienen los bancos centrales para implantar un nuevo modelo de moneda digital propia?

A medida que avanzamos hacia la total implementación del dinero digital, la libertad de hacer lo que queramos con nuestro dinero, de manera anónima o sin el control del Estado, cada vez es más limitada. En este contexto, las criptomonedas ofrecen una alternativa al statu quo, democratizando la creación de moneda mientras diluyen el monopolio bancario tradicional.

Esto, evidentemente, no gusta a todo el mundo, especialmente a los estados y a las instituciones financieras. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, dejaba claro que no le gusta ver un nuevo periodo de “banca libre” gracias a las criptomonedas, y que las CBDC son necesarias para mantener el papel de los bancos centrales.

Un sistema monetario fácilmente controlable

Y es precisamente aquí donde se concentran las críticas a las CBDC, se elimina la privacidad que ahora tenemos con el dinero físico y las criptodivisas. Con la implantación de sus monedas digitales, los gobiernos tendrán un control sobre nuestro dinero sin precedentes, a sabiendas de cómo los gastamos exactamente y con la capacidad de parar pagos o confiscarlos.

Se trataría de un sistema monetario completamente programable, por lo cual también puede parar pagos a ciertas áreas o grupos de personas. Sirva de ejemplo como actuó el gobierno canadiense ante las protestas de los camioneros durante el “convoy de la libertad”, bloqueando las cuentas corriendo de más de 200 simpatizantes de las protestas.

Así mismo, se puede limitar su periodo de validez, proporcionando un incentivo para el consumo, en lugar de estar limitado por un umbral cero en los tipos de interés, los gobiernos podrían imponer tipos negativos a las cuentas digitales para controlar el crecimiento económico. Las posibilidades son infinitas, especialmente si se aseguran que no hay una alternativa.

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