Tindercat, una herramienta para ligar en catalán

En un nuevo episodio de ‘Persones’, conversamos con Gerard Querol, un joven que desde Twitter creó una iniciativa para ligar en catalán: Tindercat. En tan solo un año, ya cuenta con más de 10.000 seguidores y se ha convertido en todo un referente de ocio para la generación Z. Ante este boom, nos planteamos: ¿es fácil ligar en catalán?

 

Todos y todas en algún momento de la vida nos hemos encontrado o nos encontraremos en el escenario de buscar pareja. Y a pesar de que el amor no se busca, sino que simplemente sucede, prácticamente nadie se salva de ligar. Gerard, desde el prisma de la generación nacida entre finales de la década de 1990 y principios de la del 2000, tiene claro que el catalán “se echa de menos, sea en discotecas, en ocio… Los espacios están, pero se tiene que normalizar la lengua en estos ámbitos”. Por eso creó Tindercat en Twitter hace cosa de un año.

En las últimas dos décadas se han puesto en marcha varias páginas de contactos y de citas en catalán. En todos los casos, la idea siempre ha sido poder utilizar la lengua catalana en este ámbito, algo que muchas redes sociales y páginas de ligar no permitían (ni permiten), y encontrar más fácilmente personas con una sensibilidad y un bagaje cultural similares.

 

El arte de ligar en el siglo XXI

El amor no tiene edad, ni tampoco las buenas prácticas. Las nuevas generaciones, gracias al trabajo previo de todas las que han abierto camino, parten de unos valores básicos donde el respeto, el consentimiento, la defensa de los derechos LGTBI y la tolerancia cero hacia actitudes machistas prácticamente van incorporados en el ADN.

Desde Tindercat, Querol nos explica que tanto los organizadores como los asistentes han tenido claro esto desde el primer momento, a pesar de que todavía queda trabajo por hacer: por ejemplo, muchas chicas siguen creciendo en un mundo lleno de miedos e inseguridades hacia su persona.

Para la generación Z, ligar parte del respeto, de la voluntad de conocer a otra persona y entender la vida desde otros ojos. Se suma también el respeto hacia la libertad sexual de quienes nos rodean. Y esa libertad tiende a abrirse hacia una bisexualidad que, más allá de géneros, sitúa a la persona en el centro del flirteo.

La forma de relacionarse también cambia y ganan terreno las relaciones abiertas, el poliamor y otros conceptos que, lejos de ser nuevos, forman parte del espíritu juvenil de descubrir, experimentar y entender la vida desde la libertad.

Más allá de la apariencia

Para llegar a amar, antes hay que ligar. Y hacerlo en el siglo XXI pasa indudablemente por las redes sociales, con todo lo que implican: las conversaciones por chat a todas horas, dar ‘likes’, compartir memes y música, responder ‘stories’ y aprovechar cualquier excusa para hablar con la persona que te gusta hasta que llega el primer emoticono de un corazón que os enviáis…

Estar siempre conectados tiene grandes ventajas, aunque las redes sociales presentan un gran inconveniente que lo puede echar todo a perder: la tiranía de la apariencia. Es posible escoger quién te gusta y quien no desde la superficialidad de una fotografía; enamorarte de una supuesta vida mostrada en redes que no se ajusta a la realidad vital de la persona; querer aparentar, asemejarse a otros o esconder todo aquello negativo que nos sucede y hacer el clic con la cámara solo cuando pasan cosas buenas.

En este sentido, desde Tindercat remarcan que Twitter era la “red social menos tóxica” y permite conectar a personas que se atraen sin basarse en fotografías de su aspecto. Además, Gerard Querol explica que los eventos presenciales que organizan se orientan del mismo modo: enfatizan el hecho de conocer a las personas y, a partir de aquí, ya es cada cual quienes pone los filtros y calibra qué importancia tiene, para él o ella, la apariencia y la personalidad.

Sea como sea el método, está claro que a los catalanes nos gusta ligar en catalán. Y la generación Z no es una excepción. Más allá de cuestionables letras de reggaeton, han sabido encontrar referentes para construir una idea del amor y del flirteo basada en las personas, en nuestras raíces, una misma lengua y la premisa de divertirse en libertad. Con un único filtro: el respeto.

 

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