Recomprar acciones: ¿buena gestión o manipulación?
Las recompras de acciones por parte de grandes empresas, especialmente de entidades financieras, hace años que están al orden del día. Estas operaciones pueden comportar beneficios estratégicos perfectamente legítimos, pero también se pueden utilizar para maquillar los resultados contables y para manipular el precio de las acciones.
Durante la mayor parte del siglo XX, las recompras de acciones se consideraron ilegales porque se creía que eran una manera de manipular el mercado bursátil. No fue hasta los años 80 cuando las políticas neoliberales permitieron que las recompras de acciones se convirtieran en una de las herramientas de ingeniería financiera más populares.
¿Qué es la recompra de acciones?
La recompra de acciones es una operación financiera según la cual una empresa compra acciones propias y las amortiza o elimina. La situación financiera global de la empresa no cambia, pero al reducir el número de acciones en circulación, aumenta la participación de cada accionista en esta.
Las empresas a menudo argumentan que efectúan esta operación para dar valor a los accionistas, puesto que esta actividad puede incrementar el precio de las acciones. En algunos casos, la recompra de acciones puede servir para evitar que algún accionista o grupo de accionistas adquieran las suficientes participaciones para tomar el control de la empresa.
Otra de las ventajas que la recompra de acciones tiene para los accionistas es que, al contrario que con la remuneración de un dividendo, al tratarse de una retribución indirecta a los accionistas esta operación no tiene implicaciones fiscales, salvo que opten para vender las acciones, y en este caso tributarían si obtuvieran una plusvalía. Por otro lado, mientras que el dividendo constituye un reparto de beneficios pasados, cuando una recompra de acciones se materializa, es en previsión de beneficios futuros.
Posible manipulación del mercado
El problema surge cuando estas recompras se llevan a cabo no por una auténtica mejora de la situación financiera de la empresa, sino para hacer que las acciones parezcan más atractivas para los inversores a corto plazo o para recompensar a los directivos de estas empresas que tienen bonificaciones ligadas al rendimiento de las acciones.
Esta práctica se ha generalizado y ha superado a las remuneraciones de los dividendos, especialmente en los Estados Unidos, donde muchas corporaciones han dado prioridad a los beneficios a corto plazo de los directivos y accionistas por encima de la inversión en el futuro de la empresa. Uno de los ejemplos más claros de las consecuencias negativas que puede tener esta estrategia de negocio es la crisis en que se encuentra sometida la compañía Boeing, donde en una reciente comparecencia en el Senado de los EE. UU. sus directivos fueron acusados de “explotar“ a la empresa para obtener beneficios.
Las entidades financieras han sido uno de los sectores que más ha utilizado esta práctica, especialmente después de la crisis financiera de 2008 y posteriormente que muchas de estas entidades fueran rescatadas con dinero público. Las recompras de acciones de la banca se han financiado utilizando los beneficios acumulados o, en algunos casos, mediante el aumento de la deuda. A menudo, estas operaciones se llevan a cabo en perjuicio del acceso al crédito de empresas y consumidores, de mejorar los servicios a los clientes, de aumentar los salarios a los empleados o gracias a las reducciones de plantilla.
Así mismo, las voces críticas señalan que las recompras de acciones distorsionan la realidad del mercado. Con el pretexto de aumentar el beneficio de los accionistas o atraer a nuevos accionistas, las recompras pueden utilizarse para maquillar los resultados contables de las empresas y aumentar artificialmente el precio de las acciones, que tendrían que reflejar su situación económica real. La necesidad de una firme regulación y transparencia para evitar las malas prácticas es evidente, aun así, el proceso de extracción de valor del capital parece que seguirá enfocado en la obtención de beneficios a corto plazo y en detrimento de una inversión productiva.
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