¿El principio del fin de la supremacía del dólar?

Las nuevas potencias emergentes intentan reducir su dependencia del dólar mediante un proceso de desdolarización que desvincula sus economías del sistema monetario internacional dominado por los Estados Unidos. Una tendencia al alza que podría destronar al dólar como principal reserva de valor.

 

La desdolarización es un proceso por el cual un país o una economía reducen su dependencia del dólar americano como moneda de referencia. Una tendencia al alza que se ha convertido en un tema candente desde el inicio del conflicto en Ucrania. Muchos países emergentes están optando para diversificar sus reservas y consideran alternativas a la hegemonía del dólar en el sistema monetario global para protegerse de las sanciones económicas de los Estados Unidos.

A pesar de que hace casi ocho décadas que la divisa norteamericana ocupa una posición hegemónica en el sistema monetario internacional, acaparando más del 40% del comercio internacional y gran parte de las reservas extranjeras, el dólar estadounidense ha pasado de representar el 80% de las reservas globales de divisas en manos de bancos centrales durante la década de los 70, al 60% actual.

Esto quiere decir que algunos países empiezan a hacer más transacciones o diversificar sus reservas en otras monedas —como el euro, el rublo o yuan chino— o a incrementar la compra de oro. Una disminución del riesgo de la dependencia en el dólar que puede ayudar a aliviar la presión sobre sus monedas, protegiendo sus economías de las fluctuaciones del dólar, y blindándolas frente al poder de negociación, intimidación y castigo autootorgado por la administración americana gracias al predominio del dólar.

En respuesta en la guerra comercial y sanciones occidentales

Un ejemplo de desdolarización es el caso de Rusia. Después de las sanciones sin precedentes impuestas por los Estados Unidos y sus estados clientelares en la Unión Europea contra Rusia a partir del 2014, y de la congelación de la mitad de sus reservas de divisas (300.000 millones de dólares), Moscú empezó a buscar maneras de reducir su dependencia del dólar americano.

El banco central de Rusia liquidó gran parte de su cartera de bonos de los Estados Unidos. De los 176.000 millones de dólares en deuda americana que llegaba a tener el 2010, al final de noviembre del 2021 solo poseía bonos por un valor de 2.409 millones de dólares, la mayoría en títulos a corto plazo. Al mismo tiempo que sustituía las reservas en dólares por renminbi, compraba cantidades ingentes de oro hasta el punto de superar, por primera vez en toda la serie histórica, la proporción de dólares en las reservas internacionales del banco central ruso. Una fiebre del oro que no se limitó a Rusia.

La exclusión de algunos de sus bancos del sistema SWIFT seguía la misma tendencia de los últimos años y no hacía más que consolidar los esfuerzos por parte de China y Rusia para buscar sistemas alternativos que pudieran blindar sus economías. En este contexto, el 2017, Rusia ponía en funcionamiento lo Financial Messaging System of the Bank of Russia (SPFS), equivalente al SWIFT americano, o al Cross-Border Interbank Payment System (CIPS) chino.

En definitiva, la creación de un simple protocolo de comunicación entre bancos, pero que no deja de ser un paso más para establecer una alternativa al ecosistema del dólar que la guerra comercial de Washington contra Pekín no hace más que espolear. China, como Rusia, a pesar de que de una manera menos dramática, también va reduciendo progresivamente su cartera de bonos norteamericanos y está comprando grandes cantidades de oro, provocando que la demanda de este metal precioso alcance máximos históricos.

Los BRICS quieren su propia moneda

El grupo de grandes economías emergentes conocido como los BRICS e integrado por el Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, está estudiando la creación de su propia divisa, una moneda común como proponía Lula da Silva, presidente del Brasil, que debilitaría todavía más la capacidad de los Estados Unidos para llevar a cabo su agresiva política exterior. Una propuesta que será debatida en la cumbre de los BRICS que tendrá lugar en Suráfrica el agosto del 2023.

Al mismo tiempo, Brasil y Argentina están negociando la concepción de una moneda común que se podría denominar ‘sur’, a la que si podrían unir en otros países latinoamericanos, y que, si se hiciera realidad, supondría el segundo bloque monetario más grande del mundo. Una moneda para transacciones comerciales y financieras que en ningún caso reemplazaría al real brasileño o al peso argentino, pero que sí que sustituiría al dólar.

El presidente Lula afirmaba que a pesar de que el proyecto todavía se encuentra en una fase embrionaria, es en el interés de los dos principales socios del Mercosur desarrollar la idea de una divisa compartida para poder depender cada vez menos del dólar para las transacciones internacionales.

Una tendencia que se globaliza

Por otro lado, los Emiratos Árabes e india siguen manteniendo conversaciones para utilizar rupias en el comercio de materias primas no petrolíferas, desbancando al dólar. Hay que recordar que estos dos países firmaron el año pasado un acuerdo de libre comercio con el objetivo de aumentar las transacciones no petroleras hasta 100.000 millones de dólares en 2027.

En este contexto, por primera vez desde que en los años 70 se ligara la venta del petróleo al dólar, Arabia Saudí, el país productor más grande de petróleo, ha declarado que está abierto a comerciar con divisas distintas del dólar. Un hecho significativo que va ligado con la normalización de las relaciones diplomáticas con Irán, uno de los otros países en el punto de mira de las sanciones americanas durante décadas y punta de lanza de la desdolarización en el Oriente Medio.

Así mismo, en el continente asiático, el bloque de países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste asiático (ASEAN), una organización intergubernamental que reúne en Brunéi Darussalam, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, han propuesto hacer transacciones comerciales transfronterizas en una moneda digital local.

Un acuerdo que también daría preferencia al uso de las tarjetas de crédito emitidas por bancos locales y que gradualmente abandonaría los sistemas de pago extranjeros, como Visa y Mastercard, “para proteger las transacciones de posibles repercusiones geopolíticas”, apuntaba el presidente indonesio, Joko Widodo.

¿Un nuevo mundo, con un viejo patrón?

Según parece, pues, estamos asistiendo a un cambio de ciclo en la economía mundial. El paso a la multi-polaridad pone en cuestión la hegemonía del dólar como moneda de reserva mundial e impulsa otras divisas que intentan apoyarse en algún activo real, como el oro, frente a la volatilidad económica y la creciente crisis de confianza en el sistema monetario actual.

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Equip Editorial Equip Editorial
  1. Carme Dalmau PlanasCarme Dalmau Planas says:
    Carme

    Molt interessant.

  2. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:
  3. Jordi FerréJordi Ferré says:
    Jordi

    Tanto de bo sigui aviat aquest canvi de poder mundial. Els EE.UU. es creuen els amos del món.

    • Jordi CollJordi Coll says:
      Jordi

      Sí que s’ho creuen, sí… Moltes gràcies pel teu comentari, Jordi!!!

      Hace 1 año
  4. Manuel Bullich BuenoManuel Bullich Bueno says:

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