Feminismo en el siglo XXI: la lucha no se para

Finalizamos el recorrido cronológico que nos ha acercado a la historia de la reivindicación del ‘yo femenino’, a través de cinco mujeres que han marcado el curso de la historia contemporánea, escrita en femenino y desde nuestra casa. Siglos de historia que han dado pie a pequeñas y grandes victorias para la normalización de un punto de vista basado en puras convenciones sociales que poco tienen que ver con la naturaleza humana. Ahora, el feminismo en el siglo XXI continúa levantando la voz para una de las reivindicaciones históricas más antiguas: la igualdad entre mujeres y hombres.

 

Mireia Cano, Sales Lead B2C de 11Onze

 

Mirar atrás nos sirve para comprobar que, a pesar de que la historia ha sido escrita por hombres, las mujeres han tenido un papel clave. En todos los ámbitos y desde todas las luchas. Protagonistas a la sombra de la historia de la humanidad, donde cada lucha y cada derecho adquirido a favor del género femenino se ha debatido de nuevo más adelante. Una historia circular que nos evoca constantemente e independientemente del país o del momento a un mismo punto: todo el camino recorrido nos ha permitido avanzar, en más o menos medida, según la sociedad y el prisma subjetivo con el cual lo miramos. Un adelanto, pero, insuficiente. La lucha no se para. La igualdad todavía queda lejos para las jóvenes generaciones.

 

La superioridad masculina y el #patriarcado

La superioridad moral (y nada más que moral) entre sexos, etnias, culturas o clases sociales no hace más que evidenciar un afán de control que, lejos de ser natural, nace de construcciones sociales basadas en el poder, a menudo vinculado al dinero o directamente a la fuerza física. Cualquier razonamiento o comportamiento que nazca de la superioridad no podrá ser considerado justo y, por lo tanto, no tendría que ser considerado feminista. La eternización de la lucha feminista nos evoca a múltiples conclusiones. Ponemos una sobre la mesa: para continuar avanzando, los hombres tienen que tomar partido.

La historia ha sido escrita por el hombre, el mundo ha sido liderado por el hombre e incluso las religiones son altamente masculinas. ¿Podemos hablar de progreso si todavía contamos cada mujer que por primera vez accede a un lugar de poder? ¿Si hacen falta leyes para conseguir paridad laboral? ¿Si el cuerpo de la mujer, las decisiones maternales o la forma de vestir se deciden por hombres en todo el mundo o si la violencia machista continúa asesinando y violando a niñas, chicas y mujeres al lado de casa? Si todo esto es lo que constituye el mundo actual en el cual vivimos, cambiarlo tiene que ser, sin duda, una cuestión genérica. No se puede redefinir el papel de la mujer sin redefinir el del hombre. Y todo recae en la educación, que tiene que alejarse del patriarcado, el término que define la organización social dominada por hombres.

 

#NotAllMen, pero sí todas las mujeres

La mitad de la población todavía vive bajo el estigma del sexo débil, bajo el control del patriarcado y con la certeza que, a pesar de no verse directamente afectada una misma o las mujeres de mi entorno, mirando a ambos lados todo el mundo tiene alguna historia próxima que evidencia todo el trabajo que queda por hacer. A lo largo de la historia, el feminismo ha pasado por varios estados que, siguiendo el contexto de cada momento, han implicado un tipo de lucha u otra, basada en ideales conservadores, liberales o reivindicativos. Son muchas las mujeres a las cuales podríamos poner cara y de las cuales podemos explicar la historia. Algunas de ellas han conseguido grandes adelantos para las mujeres, otras simplemente allanaron el camino con ideas, obras o abriendo puertas que hasta entonces restaban cerradas.

El feminismo, entendido como la búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres, tiene tantas interpretaciones, corrientes o significados como personas hablen de ello. Interpretaciones que varían según la educación recibida, la tradición familiar o los comportamientos que cada cual ha visto en su casa. Es comprensible, pues, que aparezcan pensamientos como por ejemplo que las mujeres feministas son unas “exageradas”, que “no existen desigualdades hoy en día” o que la vida se tiene que vivir “tal como se ha hecho toda la vida”, justificando que las tradiciones, por más misóginas que sean, se tienen que respetar antes de cambiarlas para conseguir paridad. Ante esta realidad, con más énfasis hay que recalcar que el feminismo tiene que partir del respeto, la base a partir de la cual se aspirará a la libertad. ¿Puede ser libre quién vive con la mirada puesta en los otros?

 

De la liberación a la normalización sexual #lovewins

Son muchas las sociedades que han aceptado que la orientación sexual no tiene que ser motivo de odio, y mucho menos de agresiones o sentencias legales. Se normaliza la libertad sexual y se dejan atrás algunos estigmas vinculados a la sexualidad, especialmente entre las generaciones jóvenes y en los países occidentales. Una desestigmatización que nace en la conciencia sobre el propio cuerpo, la libertad de decisión, y el respeto hacia otras ideologías. También en la construcción de parejas proliferan deprisa como el poliamor o las relaciones abiertas, que más allá del anhelo propio de cualquier generación de jóvenes para descubrirse, probar cosas nuevas y vivir experiencias, también evidencia y otorga esperanza ante un futuro que se pronostica como respetuoso y de mentalidad abierta. Juicios morales, los mínimos. Libertad y respeto por encima de todo.

Una vez más, y lamentablemente, no hay ninguna situación o contexto libre de agresiones por parte de personas que por sexo u orientación sexual se sienten con superioridad respecto a quien es diferente. La orientación sexual todavía es motivo de agresiones, y no se paran tampoco las relaciones amorosas conservadoras y con roles de género marcados por la presencia masculina. Tampoco se paran las relaciones forzadas, la violencia física, mental y sexual hacia las mujeres, la sexualización del cuerpo femenino o el juicio social e individual hacia las mujeres para disfrutar de una sexualidad llena y fundamentada con su libertad. Libertad, pero, que la sociedad se esfuerza a remarcar que es limitada, siempre dentro de cánones sociales, estándares y sujeta a múltiples críticas a los ojos del mundo. Quizás por este motivo, porque el adelanto nunca es suficiente ni generalizado, la lucha feminista constantemente comparte espacio con la lucha de otras minorías o colectivos en búsqueda de la libertad que por naturaleza tendría que ser adjudicada.

 

La lucha será compartida o no será #MeToo

La realidad de movimientos como el #MeToo corrobora que en el momento que una mujer levanta la voz para hacer una denuncia, aparecen miles a su lado que han vivido lo mismo y, sea por desconocimiento, por miedo, o por el sentimiento de normalidad ante actitudes que no tendrían que serlo, han preferido callar durante años. Y es que, ¿qué tipo de normalidad puede ser vivir en pleno siglo XXI, donde prevalecen unos minutos de satisfacción sexual de un hombre ante la vida de una mujer? Son muchas las batallas ganadas, los adelantos y los escenarios donde se está logrando la paridad. Son muchos los hombres que han sido educados y educan desde este prisma del respeto, independientemente del sexo o la orientación sexual, y también cada vez son más los jóvenes que crecen sin el estigma del patriarcado de base y las jóvenes que identifican y denuncian cualquier situación que va en contra de su libertad.

De todas las cosas positivas que podríamos listar y sentirnos orgullosas, principalmente por respecto a todas las que han dedicado su vida a la causa e incluso la han perdido, hay una que resalta por encima de todas: la lucha por la vida. En el momento que desaparezca la superioridad moral que sentencia vidas a cambio de ideales en todo el mundo, el feminismo podrá dar el paso definitivo para empezar a hablar de libertad.

 

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11Onze 11Onze
  1. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:
  2. Jordi MorenoJordi Moreno says:
    Jordi

    Després de llegir i respondre el text te n’adones d’una choesió enfocada cap a la vida magnífica. Amb una adeqüació realment pròxima als/les lectors/es amb la finalitat d’informar de que la lluita per la llibertat igualitaria tant per homens com per dones no s’atura. Amb una coherència i capacitat de sintesi molt bé👌 Merci. Seguim!

    • Silvia GarrigaSilvia Garriga says:
      Silvia

      Exacte Jordi, la lluita no s’atura perquè encara ens queda molt camí per recórrer. Gràcies per la teva aportació.

      Hace 1 año
  3. Oriol Garcia FarréOriol Garcia Farré says:
    Oriol

    Felicitats Mireia per aquesta darrera aportació a la Història de la Dona Contemporània que varem iniciar ara fa unes setmanes. Les teves reflexions demostren que encara ens queda un llarg camí a recórrer com a societat. Certament, és necessari fer el pas definitiu per a començar a parlar de llibertat!

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