La creciente preocupación social por el desarrollo sostenible está transformando el sector de la construcción. Considerar el impacto medioambiental en todo el proceso de construcción de edificaciones es la base de la arquitectura sostenible. Hablamos de esta nueva tendencia del mercado inmobiliario con Alfredo Acosta, arquitecto técnico, y Gemma Vallet, directora de 11Onze District.

Para construir de una manera sostenible se tiene que tener en cuenta el impacto medioambiental de todo el ciclo de vida del edificio. La elección de los materiales de construcción, la gestión de residuos, la eficiencia energética, y el uso de energías de fuentes renovables son algunos de los factores en que se basa este nuevo modelo de edificación que está entrando con fuerza a un sector que parecía inamovible.

Aun así, incorporar la sostenibilidad en el ámbito de la construcción inmobiliaria, en gran parte basado en la especulación, no es trabajo fácil. Cómo apunta Acosta, “la promotora clásica mira metros cuadrados, rentabilidad… especulación pura y dura.”Tot i això, incorporar la sostenibilitat en l’àmbit de la construcció immobiliària, en gran part basat en l’especulació, no és feina fàcil. Com apunta Acosta, “la promotora clàssica mira metres quadrats, rendibilitat… especulació pura i dura.”

Mejorar la calidad de vida y salud de las personas

El desarrollo de una construcción sostenible no solo tiene que estar basado en elementos puramente tangibles que beneficien el medioambiente, sino que también tiene que ser coherente con los principios y valores que facilitan el bienestar de las personas.

Por ejemplo, el diseño de zonas comunes que incorporen la presencia de la naturaleza y faciliten la buena convivencia entre los vecinos es un factor a menudo intangible, pero no por eso menos importante a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas que comparten este espacio.

En este contexto, nacen nuevos modelos de convivencia, como el ‘cohousing’ o vivienda colaborativa, que dan respuesta a la dificultad que tienen algunos colectivos de la sociedad para acceder al mercado tradicional de la vivienda. Cómo explica Acosta, se trata de “compartir espacios y servicios comunes, pero respetando la privacidad e intimidad, con la idea de crear y cohesionar una comunidad, entendiendo los criterios de cada persona”.

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