El apalancamiento y las crisis financieras
Las crisis financieras a menudo están precedidas por rápidos aumentos del apalancamiento, lo que se conoce como un boom crediticio. Pero, ¿qué es exactamente el apalancamiento? Y, ¿por qué puede dejar a la economía más vulnerable frente a una desaceleración económica?
El apalancamiento es una estrategia utilizada por empresas y particulares para maximizar el potencial de sus inversiones mediante el uso de fondos prestados en lugar de fondos propios, básicamente, a endeudarse para invertir. En otras palabras, es la relación entre activo (inversión) y recursos propios, e implica el uso de la deuda para financiar operaciones comerciales o proyectos de inversión, permitiendo invertir más capital del que se tiene gracias al préstamo que se ha pedido.
Este método se basa en la idea que el coste de los préstamos puede ser menor que el rendimiento generado por las inversiones que se financien con estos préstamos. El efecto apalancamiento es positivo cuando la rentabilidad económica de la inversión es superior al coste de la financiación, o negativo, cuando la rentabilidad es inferior al coste de la financiación. Esto implica que el apalancamiento comporta un riesgo, puesto que si las inversiones no generan suficiente retorno para cubrir el coste de los préstamos el inversor puede tener dificultades para pagar su deuda.
Se trata de una práctica que aplicada en un contexto macroeconómico, puede ser una arma de doble filo. Por un lado, puede estimular el crecimiento del PIB o la recuperación de la economía durante una crisis económica, pero, por otro lado, un nivel elevado de apalancamiento puede exponer a la economía ante una desaceleración de la actividad o un incremento de los precios de los activos. Por lo tanto, creando una burbuja de deuda alimentada, por lo que se conoce como un boom crediticio.
Una dinámica cíclica de acumulación, crisis y desvalorización de los activos
El excesivo apalancamiento acumulado por el sector bancario agravió significativamente la crisis financiera de 2008, que tuvo su origen en el estallido de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos en el 2006. Un desastre económico que arruinó a millones de personas y desencadenó una crisis de liquidez que provocó la quiebra de grandes empresas.
Los bancos se vieron obligados a reducir su apalancamiento a consecuencia de la subida de los costes de financiación – en gran parte derivados de los impagos – y a causa de las presiones reguladoras para conseguir un nivel adecuado de capital. Algunas entidades financieras como Lehman Brothers no pudieron hacer frente al colapso de su enorme cartera de inversiones sostenida por hipotecas, cuatro veces más grande que el valor del patrimonio de sus accionistas.
Pero este colapso bancario sin precedentes no sorprendió a todo el mundo, por igual, Nouriel Roubini, profesor emérito de la escuela de negocios Stem, de la Universidad de Nueva York, en septiembre del 2006 avisaba en un seminario del Fondo Monetario Internacional que la sostenida revalorización de la vivienda había inducido a muchos propietarios a solicitar una segunda hipoteca, que ahora serían incapaces de pagar, y que, por lo tanto, el país se encaminaba hacia “la peor crisis inmobiliaria de las últimas décadas”.
Una deuda insostenible a largo plazo
El mismo Roubini advierte que, aún hoy, los bancos son unos de los sectores con mayor nivel de apalancamiento y que apoyar a una mayor liquidez no evitará una crisis financiera y una recesión económica. Además, a diferencia del escenario vivido en 2008, se podrían ver afectados no solo los bancos, sino el sector del mercado de inversiones.
Los bancos se enfrentan a costes de capital mucho más elevados a causa de la subida de tipos de interés en los nuevos préstamos y en los pasivos que ya han vendido. Esta subida de tipos está provocando pérdidas masivas a los acreedores que tienen activos con rentabilidades a largo plazo, lo cual puede causar una crisis de deuda, con elevados déficits públicos y privados.
Este encarecimiento del crédito junto con la subida de precios generalizada están socavando el poder adquisitivo y la solvencia de familias y empresas. Es previsible que muchas de ellas dejarán de pagar los préstamos y la morosidad no tardará en extenderse por todo el ecosistema financiero. Además, Roubini argumenta que “la mayoría de los depositantes son tontos y mantendrán su dinero en cuentas con un interés próximo al 0% cuando podrían estar ganando un 4% o más”.
Y es verdad que el mercado ofrece opciones de inversión altamente seguras que dan más rentabilidad que los depósitos bancarios, pero tanto si nos decantamos por valores seguros como los metales preciosos o por productos de inversión asegurados, es imperativo proteger nuestros ahorros ante una crisis que parece inevitable.
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Gràcies, Daniela!!!
Molt bon article
Celebrem que l’hi hagis trobat, i moltes gràcies pel teu comentari, Manel!!!
Molt bé 👏👏👏👏
Moltes gràcies, Jesús Manel!!!
Gràcies
Gràcies, Joan, per ser-hi i per seguir-nos!!!