¿Qué activos se consideran depósitos de valor?

Se consideran depósitos de valor aquellos activos, divisas y mercancías que no se devalúan con el tiempo. El oro y otros metales preciosos han sido históricamente los depósitos de valor por excelencia, mientras que en las últimas décadas se han hecho evidentes las grandes deficiencias de las monedas fiduciarias.

 

Como indica la Investopedia, “un depósito de valor es esencialmente un activo, mercancía o divisa que puede guardarse, recuperarse e intercambiarse en el futuro sin que se deteriore su valor” cuando lo intercambiamos por productos o servicios: si hoy equivale a diez manzanas, pasado un tiempo deberemos poder intercambiarlo por, como mínimo, diez manzanas también. 

El oro y otros metales preciosos han sido considerados a lo largo de la historia los depósitos de valor por antonomasia porque su vida útil es prácticamente ilimitada. Y, si comprobamos la evolución del precio del oro en las últimas décadas, veremos que una onza ha pasado de cotizar por debajo de los 300 dólares cuando entró en circulación el euro en 2002 a superar los 1.900 dólares en la actualidad. 

En el otro extremo, productos perecederos como las manzanas son pésimos depósitos de valor porque en pocos días se descomponen y pierden todo su valor. Aunque determinadas ‘commodities’, como las del sector alimentario, pueden subir de precio temporalmente en función de la situación del mercado, su carácter perecedero impide considerarlas depósitos de valor.

 

El dinero moderno suspende como depósito de valor

Obviamente, el euro y el resto de las monedas fiduciarias son depósitos de valor muy deficientes porque no se revalorizan al mismo ritmo que los productos y servicios que permiten adquirir. Aunque nuestras monedas deberían ser un depósito de valor razonablemente estable, la inflación hace que el café que hace unos años comprábamos en un bar por un euro hoy en día nos cueste bastante más. Nuestro dinero se deprecia día tras día.

Richard Nixon puso fin al patrón oro en 1971, que hasta entonces obligaba a los países del Fondo Monetario Internacional (FMI) a mantener un tipo de cambio fijo respecto al dólar y al banco central estadounidense a respaldar su divisa con oro. Desde entonces, utilizamos monedas fiduciarias, es decir, monedas que son de curso legal, pero que no está respaldada por ningún bien valioso. Todos los bancos centrales pueden fabricar dinero según su conveniencia y su único aval es la confianza de los ciudadanos

Como es lógico, si la cantidad de dinero en circulación aumenta a un ritmo más elevado que los bienes y servicios que se pueden adquirir con él, el desequilibrio entre la oferta y la demanda hace que suban los precios. Por tanto, nuestro dinero se devalúa.

Una moneda razonablemente estable es esencial para la salud de la economía. Una unidad monetaria que funciona mal como depósito de valor desincentiva el ahorro y dificulta el comercio. Sus efectos nefastos son evidentes si echamos un vistazo a los casos de hiperinflación que han vivido algunos países a lo largo de la historia.

 

Los metales preciosos como valor refugio

A lo largo de más de dos milenios, muchas economías han utilizado el oro y otros metales preciosos como moneda de cambio por su durabilidad, relativa escasez y fácil transporte. Además, en las últimas décadas el oro ha tenido un papel importante como valor refugio. Su demanda ha tendido a dispararse en momentos de incertidumbre económica, como demuestran los datos del año pasado, el de mayor demanda desde 2011. La larga experiencia con el oro permite avalar su capacidad para ejercer como depósito de valor a largo plazo

En general, otros activos como los bienes inmuebles, las obras de arte, las antigüedades o algunos objetos de colección también han demostrado que pueden tener este rol. Aunque su valor puede caer en momentos puntuales, tienden a revalorizarse a largo plazo gracias a una demanda más o menos constante y una oferta muy limitada. 

Su gran inconveniente respecto al oro es que se trata de activos muy poco líquidos: es difícil venderlos de forma inmediata si queremos hacerlo por un precio razonable. Además, estos mercados exigen un buen conocimiento y se resienten especialmente en las crisis económicas, cuando más se tiende a recurrir a los depósitos de valor.

 

¿Y los criptoactivos?

Más difícil es valorar si los criptoactivos llegarán a considerarse algún día como depósitos de valor, ya que son demasiado recientes. Es cierto que el bitcóin se basa en el principio de escasez, una característica propia de los depósitos de valor: cada año se genera un número limitado de bitcóins y existe un tope predeterminado. Sin embargo, como tantos otros criptoactivos, su gran inconveniente es que carece de un valor intrínseco. Casi todo su valor es hoy por hoy subjetivo, lo cual es terreno abonado para la volatilidad. 

Eso sí, en la medida que el bitcóin sea aceptado de forma masiva como medio de pago y se emplee en un número creciente de transacciones, su valor se fortalecerá y aumentarán las probabilidades de que llegue a ser un depósito de valor a largo plazo, más allá de volatilidades puntuales.

 

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Equip Editorial Equip Editorial
  1. Manuel Bullich BuenoManuel Bullich Bueno says:
    Manel

    Moltes gràcies per aquest article

  2. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:
    Joan

    Gràcies! Un article molt interessant

  3. Jordi MorenoJordi Moreno says:
    Jordi

    Cert, molt bona opció aquesta de comprar
    or per lluitar contra la inflació. Ara encara que no arriba al nivell de l’or però, sembla q funciona el tema dels bons de deute de l’estat q diuen q et garanteix un 3%, potser?🤔

    • AlbertAlbert says:
      Albert

      Sí, Jordi. La rendibilitat ronda la xifra que dius. Però cal tenir en compte que, a Espanya, els Bons són a 2, 3 i 5 anys vista i que, a més, el Banc d’Espanya et cobra una comissió (que és encara molt superior si els compres en una entitat financera).

      Hace 1 año
  4. Mercè ComasMercè Comas says:
    Mercè

    Amb la compravenda d’or, a nivell d’aficionat, potser no et faràs ric, però és una bona manera de tenir un coixí.
    La gran ventatja que té, com molt bé s’apunta a l’article, és la facilitat per vendre’l.
    Durant la darrera crisi viscuda abans de la pandèmia, la venda de joies va servir a més d’ un per sortir de la fanguera en moments puntuals.
    Ara bé, amb les joies compres or, ma d’obra, valor afegit artístic i un marge comercial elevat; per contra, vens només or.
    Més val doncs, comprar primera matèria sense afegits i vendre-la com a tal. Comprar or i vendre or.

    • Laura Bunyol Bartrina says:

      Molt bona observacio Merce, les joies tenen un valor afegit que normalment guanya a llarg termini per l’afecte que en tenim. Res a veure, com actiu guanya l’or, a seques.

      Hace 1 año

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