El Índice de Vimes: ser pobre es más caro

La desigualdad económica se manifiesta de diversas formas, y una de las más notorias es la disparidad en los costos de vida entre diferentes estratos sociales. Uno de los enfoques que arroja luz sobre esta disparidad es el Índice de Vimes, creado por la activista Jack Monroe a partir de la Teoría de las Botas de Vimes.

 

A veces los escritores y los pensadores son los que aportan una mirada más lúcida sobre la sociedad. Es el caso del escritor británico Sir Terry Pratchet, que una de sus novelas desarrolla una herramienta conceptual para comprender por qué es más caro ser pobre. En las novelas de la serie Mundodisco, el inspector Samuel Vimes, desarrolla la Teoría de las Botas de Vimes. En resumen viene a decir que si una persona tiene un sueldo bajo comprará botas baratas, en vez de caras. Pero que la mala calidad de las botas baratas le obligará a comprar botas más a menudo, de modo que a medio plazo habrá gastado más dinero en botas que alguien que tenga suficiente dinero como para comprar unas buenas botas que no se rompan. 

Este ejemplo, llevado a todo tipo de productos, produce la paradoja de que, por el hecho de tener poca liquidez, uno se ve obligado a gastar más y, por lo tanto, a seguir siendo pobre. La idea detrás del Índice de Vimes es simple, pero poderosa: sugiere que ser pobre no solo implica tener menos dinero, sino que también conlleva una serie de costos adicionales y barreras que perpetúan el ciclo de la pobreza. Este concepto ha sido ampliamente adoptado por economistas y activistas como una forma de entender y abordar la desigualdad económica desde una perspectiva más holística.

 

¿Por qué es más caro ser pobre?

Además del ejemplo propuesto por la Teoría de Vimes (extrapolable a ropa, vehículos, informática o cualquier otro producto) hay otras variables que hacen que la vida de la gente con pocos recursos pueda resultar más cara. Por ejemplo, al tener bajos sueldos o poco patrimonio, es muy habitual que estas personas carezcan de acceso a buenos préstamos y servicios financieros. De este modo, muchos acaban recurriendo a prestamistas de alto interés o a caer en las tarjetas revolving. Todo esto puede generar una espiral de deuda y aumentar los costos a largo plazo.

También acaban siendo mayores los costes de salud y bienestar, porque las personas con bajos ingresos no acostumbran a tener acceso a la medicina preventiva. A menudo tampoco tienen una alimentación adecuada, porque no pueden consumir alimentos de la máxima calidad. Todo junto redunda en una mayor incidencia de enfermedades crónicas y lesiones, lo que a su vez genera costos adicionales en forma de tratamientos médicos y pérdida de productividad laboral.

 

Jack Monroe, la desigualdad cotidiana

Esta es la visión de la activista económica Jack Monroe, que pidió permiso a la familia Pratchett para crear el Índice de Vimes. Lo que apunta Monroe es que no tiene ningún sentido que la inflación se calcule teniendo en cuenta todo tipo de productos, porque la gente con bajos ingresos no consume productos caros. Y estos productos caros son los que acostumbran a tener menores incrementos y atenúan la media inflacionaria. Si el arroz ha subido un 300% y el champán un 2%, las trufas un 1% y el caviar otro 1%, la estadística va a decir que los precios han subido un 76%, pero en realidad el esfuerzo del pobre se ha triplicado.

La propuesta del Índice de Vimes es calcular la inflación solamente con productos de primera necesidad.

La activista Jack Monroe explica el Índice de Vimes en la Feria del Libro de Edimburgo de 2022.

 

Una cesta de la compra representativa

El Índice de Vimes ofrece una lente valiosa para comprender por qué ser pobre resulta más costoso en la sociedad moderna. Al reconocer los múltiples factores que contribuyen a esta dinámica, desde el acceso limitado a productos asequibles hasta los costos adicionales asociados con la pobreza, podemos avanzar hacia soluciones más efectivas que aborden la desigualdad económica de manera integral.

La perspectiva de activistas como Jack Monroe nos recuerda que las luchas económicas se juegan en la vida cotidiana de las personas y que las soluciones deben ser tanto estructurales como prácticas. Al incluir una variedad de productos y servicios en la cesta de compra representativa, podemos obtener una imagen más precisa de los desafíos que enfrentan las personas de bajos ingresos y trabajar hacia un futuro donde todos tengan acceso a una vida digna y próspera.

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  1. Manuel Bullich BuenoManuel Bullich Bueno says:
  2. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:

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