El imán de los BRICS atrae el sudeste asiático
Durante mucho tiempo el sudeste asiático ha observado de reojo la expansión de los BRICS, pero en los últimos meses cada vez más países de la ASEAN están considerando la posibilidad de unirse al grupo en busca de nuevas oportunidades comerciales y como cobertura frente a los riesgos geopolíticos.
El acrónimo inglés BRICS, de Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, fue supuestamente acuñado por un economista de Goldman Sachs para referirse a las economías emergentes. Inicialmente como BRIC, con la “S” añadida más tarde cuando Suráfrica se unió formalmente al grupo el 2010.
De estos cinco miembros originales, la organización intergubernamental se ha ido ampliando hasta conformar diez miembros, añadiendo Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes al grupo que ahora se conoce como BRICS+. Los diferentes países miembros ejercen la presidencia de manera rotativa durante un año, siendo el país que preside el encargado de dirigir la cumbre anual.
La popularidad de esta fuerza multipolar que pretende redefinir el orden político y económico internacional, hasta ahora dominado por las organizaciones creadas por las potencias occidentales que a menudo han velado por sus propios intereses y han descuidado las necesidades de las economías en vías de desarrollo, se ha visto reflejada en los más de 40 países que han manifestado su interés para unirse a la agrupación.
Durante muchos años, los países del sudeste Asiático, una región vital del sur global, han sido los grandes ausentes de los BRICS. Una coyuntura que está a punto de cambiar después de observar de cerca como la asociación se ha convertido en el bloque de producto interior bruto (PIB) más grande del mundo, contribuyendo con un 31.5% al PIB mundial.
Diversificación y nuevas oportunidades de comercio
Más allá del PIB, los BRICS+ representan el 45% de la población mundial, el 25% del comercio mundial y una gran oportunidad para las economías en vías de desarrollo que quieren diversificar sus alianzas económicas y políticas en un mundo cada vez más multipolar.
Malasia y Tailandia son las últimas naciones del sudeste asiático que han presentado una solicitud de adhesión al grupo ampliado de los BRICS, mientras otras naciones como Myanmar, Laos, Camboya, Vietnam e indonesia también han manifestado su interés en unirse a esta asociación de economías emergentes.
China es el mayor socio comercial de Malasia y Tailandia desde hace más de una década, por lo tanto, que estas naciones formen parte de los BRICS es una progresión natural de sus buenas relaciones con el gigante asiático. Según James Chin, profesor de Estudios Asiáticos de la Universidad de Tasmania, “tanto Tailandia como Malasia son vistas como potencias medianas. Es mejor que se unan a grupos como el de los BRICS para tener más voz en la escena internacional. Pero el beneficio más grande será el comercio.”
Por otro lado, el creciente antagonismo de Washington con el uso de sanciones económicas contra China, Rusia o cualquier otro país que desafíe su hegemonía económica y geopolítica, está provocando que la opinión pública se gire en contra de los Estados Unidos. Según la última encuesta sobre el Estado del Sudeste Asiático 2024 del Instituto Yusof Ishak (SSEA), la mayoría de los encuestados concluye que, si se vieran obligados a elegir, preferirían que el ASEAN se alineará con China antes de que con los Estados Unidos.
Esto supone una inversión de las tendencias de años anteriores, en los cuales se observó un mayor apoyo regional a la alineación con los Estados Unidos. Cuando menos, es un claro ejemplo que los BRICS no son solo un grupo puramente económico, como afirman algunas de las partes, sino que se han convertido en un actor importante del juego de ajedrez geopolítico global, donde China y Rusia cada vez tienen más influencia en detrimento de los poderes establecidos occidentales.
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