Cataluña, tierra de asociaciones
Dicen que no eres tanto lo que dices como lo que haces, y en este sentido los catalanes hacen muchas cosas, y lo más importante, es que las hacen de forma conjunta. En Cataluña se contabilizan 74.438 asociaciones, según datos del Departamento de Justicia de 2020. Una cifra que sirve para entender la magnitud de esta red en el ámbito social. La autoorganización marca y define la sociedad catalana.
Como concepto, el asociacionismo se refiere a la organización voluntaria de personas que buscan un interés común, ya sea de carácter cultural, político, deportivo, de asistencia social, de ocio o de cualquier otro ámbito. El punto importante es que esta actividad se hace sin ánimo de lucro y buscando el beneficio de la sociedad.
De la clandestinidad a la creación del tejido social
Históricamente, el término asociacionismo nace en el siglo XIX a raíz de las teorías del socialismo utópico y aunque en la época medieval ya se crearon gremios y cofradías con la intención de defender los intereses generales, no fue hasta la era de la Revolución Industrial que proliferaron las asociaciones como tales. La finalidad siempre ha sido la misma: velar por las necesidades de la sociedad. En el momento que el sistema económico y empresarial apuntaba hacia el capitalismo incipiente, la aparición del obrerismo organizado empezó a ser necesario.
A lo largo del siglo XIX y XX, la sociedad catalana creó asociaciones en diferentes ámbitos, como es el caso de ateneos, escuelas, cooperativas o sindicatos. La aparición de muchas de estas entidades correspondía a la carencia de estos servicios básicos, como la escolarización, la salud o la defensa de los intereses laborales de los trabajadores. En los ámbitos donde no existía protección social, era la misma sociedad la que buscaba mecanismos para protegerse. También fue en estas décadas que el movimiento de recuperación de conciencia nacional afloró en un intento de reivindicar la personalidad propia de Cataluña y luchar por su preservación. Un hito que quedó desdibujado en la época franquista, cuando todas las instituciones nacionales catalanas y la red de asociaciones fueron perseguidas y reprimidas. En este contexto, el derecho a asociación queda prácticamente inhabilitado, pero el asociacionismo catalán sobrevive en la clandestinidad.
“La aparición de muchas de estas entidades correspondía a la carencia de estos servicios básicos, como la escolarización, la salud o la defensa de los intereses laborales de los trabajadores.”
El asociacionismo como reflejo del pueblo catalán
Los valores del asociacionismo marcan el camino hacia una sociedad más comprometida y menos individualista. De hecho, si analizamos algunos elementos básicos de la cultura catalana, vemos que esta idea está en sintonía con la realidad cultural. Romerías, sardanas, fiestas mayores, Sant Jordi … todo implica juntarse, organizarse, convivir y compartir. No es casualidad, por tanto, que la mayoría de catalanes destinen parte de su tiempo libre en actividades asociativas o sociales con afán de mejorar la calidad de vida del conjunto del país.
En la variedad está el gusto, y en cuanto a entidades, hay para todos los gustos. Cualquier catalán puede encontrar, hoy en día, alguna asociación que sea de su interés, y donde pueda aportar su grano de arena. Inquietudes deportivas, históricas, del mundo de la alimentación, científicas, académicas, de asistencia social … todo tiene cabida en el tejido asociativo catalán porque todos tienen un lugar en el tejido asociativo.
Más allá de donde llegan los organismos públicos, esta red de personas imparables pueden contribuir de forma activa y muy significativa a crear oportunidades y velar por el beneficio de todos los colectivos; nadie puede quedar atrás desde un punto de vista social. En especial, desde las asociaciones se ha hecho y se sigue haciendo una tarea imprescindible enfocada a colectivos excluidos, emergencias sociales, personas con menos recursos, afectadas por abusos bancarios o del sistema, enfermedades minoritarias, grupos de apoyo, y un largo etcétera. Entidades que han tenido que organizarse de forma interna y, en muchos casos, sin ayuda pública, para satisfacer necesidades básicas de los ciudadanos, tanto físicas como psíquicas, para mejorar así su calidad de vida.
Una tarea que nunca ha recibido el apoyo merecido y que, en muchos casos, se financia a través de donativos y ayudas de los ciudadanos. Por suerte, la conciencia social cada vez tiene más peso y la cooperación va más allá de la misma asociación para abrirse a toda la ciudadanía en una circunstancia en la que el apoyo de todos y cada uno de los colaboradores es imprescindible. Con ello se escenifica que el tejido asociativo tiene una doble vertiente: la participación activa desde dentro o la colaboración desde fuera, por lo que acaba formando parte toda la sociedad.
“La conciencia social cada vez tiene más peso y la cooperación va más allá de la misma asociación para abrirse a toda la ciudadanía.”
La cultura, un pilar básico de desarrollo
En Cataluña, la cultura de todo un pueblo se ha mantenido a lo largo de los años haciendo frente a todo tipo de situaciones sociales y políticas, gracias, en buena parte, a las asociaciones y su labor de preservación y fortalecimiento del tejido cultural. Para hacernos una idea del peso que supone, de las 74.438 asociaciones anteriormente mencionadas, 34.261 son de carácter cultural. La lectura que se deriva, es que la sociedad catalana apuesta por la cultura y, con ello, apuesta por el conocimiento, por la libertad de expresión y fomenta el pensamiento crítico.
La cultura juega un papel clave en el desarrollo de un territorio y se convierte en una parte imprescindible en la vida de los ciudadanos. Más allá de los libros, las series o los museos, la cultura también es la lengua, la forma de relacionarnos con los demás y con el entorno, son las costumbres que nos hacen vivir de una determinada manera, celebrando unas fechas concretas o dar valor a un sentimiento de pertenencia en un territorio. La solidaridad social o la cooperación son dos valores que también están altamente influidos por la cultura y que, a su vez, pueden influir, y mucho, en el funcionamiento social de un pueblo. La cultura lo es prácticamente todo y las asociaciones adoptan la función de conservar este valor identitario a través de organizaciones y actividades que dinamizan su preservación.
“La cultura juega un papel clave en el desarrollo de un territorio y se convierte en una parte imprescindible en la vida de los ciudadanos.”
La cooperación social, una apuesta de valor
El asociacionismo entiende la creación de una comunidad desde la base de la inclusión y con el fin de reforzar estos vínculos para que el trabajo conjunto permita a la sociedad avanzar más y avanzar mejor. En ningún caso, sin embargo, esta unión de personas deben trabajar desde la exclusión hacia todos los que no forman parte. Un hecho que puede derivar en sentimientos negativos por parte del resto de ciudadanos y que se aleja de la razón de ser de este tipo de entidades donde el respeto y el trabajo en equipo marcan su existencia. Perder esta esencia supondría individualizar el movimiento y condenarlo a desaparecer.
El sentimiento de identidad puede tener un gran impacto en una sociedad y puede ser determinante en su desarrollo. Un territorio que crea en sus personas, que quiera defender la cultura y que promueva todo tipo de actividades, desde la autoorganización y la labor voluntaria, es, sin duda, un territorio con inquietudes por evolucionar constantemente. En Cataluña, el tejido asociativo es testigo de esta voluntad y crece cada día con la mirada puesta en el futuro, pero sin perder de vista los orígenes. Trabajar colectivamente por un futuro con una sociedad más justa y comprometida es apostar por las personas y asegurar que, desde las asociaciones, se velará por su bienestar y el del territorio.
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El teixit associatiu es clau👍
Moltes gràcies pel teu comentari, Jordi!!!
👏
Gràcies, Daniela!!!
super bo
Gràcies, Manel!!!
👍
Gràcies, Joan!!!
Es una de les coses de les quals ens podem sentir orgullosos els catalans.
Totalment d’acord Carme!
Molt ben analitzat i explicat
Els polítics saben que és un poder paral.lel, per això als anys 80 van intentar minimitzar-lo amb l’ excusa que amb la democràcia no tenia sentit. Per sort no van aconseguir fer-ne desaparèixer l’ esperit
Sort Mercè de les nostres associacions, que tenen cura de la nostra cultura, i ens fa una societat molt rica i com no, forta davant dels atacs polítics que hem anat patint.
Farem mes pais👍👍
Hola, J. Carles. Si, si, farem més i millor país, no ho dubtis. Et convido que ens vagis seguint a La Plaça i així estiguis ben informat de tot. Moltes gràcies pel teu comentari.
Impecable! 👏🏿