La Castanyada: celebrar el legado agrícola
¿Hay algo mágico en el Día de Todos los Santos? ¿Celebramos la Castanyada como quien celebra el Halloween en los países anglosajones? ¿Veneramos la muerte o la vida? Festejar el otoño con panellets, castañas y boniatos quizás tiene más que ver con nuestro pasado agrícola de lo que pensamos.
El proceso genético y cultural que los humanos experimentamos hace unos cinco millones de años nos capacitó para transformar objetos en utensilios, hecho que nos permitió adaptarnos con más eficacia a los diferentes climas de la tierra. La movilidad fue clave para nuestra supervivencia. Pero, hace 10.000 años aproximadamente, ese nomadismo se vio alterado por un descubrimiento aún más revolucionario: la agricultura.
La posibilidad de producir el propio alimento comportó que nos estableciéramos en zonas aptas para el cultivo y, al mismo tiempo, nos permitió estabular las manadas salvajes para asegurarnos la proteína de todo el año. Estas sociedades sedentarias primitivas quedaron condicionadas para siempre jamás más por un calendario agrícola y ganadero. Será entonces cuando aparecerán las primeras evidencias del culto a los dioses, a las diosas y a los antepasados.
¿Y que tiene que ver todo esto con Todos los Santos? Pues que la antropología ha estudiado a fondo cómo, en el origen de la festividad hay un patrón, una creencia, que se da de manera similar en infinidad de culturas de todo el mundo. Su punto de partida siempre es el mismo: la celebración del nacimiento de un periodo de oscuridad que se alarga hasta un periodo de luz. Así es como encontramos festividades como las de la Pomona romana, la del Samhain celta o el Udazkena vasco.
De este modo, el Samhain o el Udazkena marcaban el inicio en el calendario agrícola del periodo en el que los campos y las tierras se volvían yermos —similar al mundo de los difuntos— hasta que, con la llegada de la primavera, todo volvía a empezar. Se iniciaba así un nuevo ciclo de la vida. Estas creencias paganas que practicaban los habitantes del ‘pagus’ —los payeses— se mantuvieron muy arraigadas durante milenios hasta la irrupción del cristianismo en el siglo I.
El mundo católico se apropia de las tradiciones paganas
El inicio del fin del paganismo vino de la mano del Papa Bonifacio IV, que en el 610 consagró el Panteón romano de Agripa, que hasta entonces se había dedicado al culto pagano de Júpiter. Aprovechando este hecho, instituyó una fiesta que conmemoraba a todos los santos desconocidos y anónimos de la cristiandad y que se celebraba el 13 de mayo.
Pero no fue hasta mediados del siglo IX, a raíz del Renacimiento carolingio, cuando se instaura, definitivamente y por todo el occidente medieval, lo que conocemos como la festividad de Todos los Santos. La encíclica papal de Gregorio IV del año 840 promulgó la cristianización definitiva de todos los territorios del imperio y obligó a sustituir las fiestas paganas, como por ejemplo el Samhain o las de Pomona, por la de Todos los Santos, cambiando la fecha de celebración al 1 de noviembre. Durante centurias, el mundo católico continuó su política de suplantar tradiciones ancestrales paganas por acontecimientos de iglesia, mientras que en el mundo anglosajón, donde el protestantismo era preeminente, relajó esta presión.
Hoy en día, observamos que mientras Todos los Santos es más bien un día oscuro, triste, de recogimiento, en cambio, Halloween —‘All Hallow’s Eve’— es festiva, dulce, divertida y, eso sí, muy amplificada por el aparato propagandístico norteamericano. En el resto del mundo, como por ejemplo en Filipinas o México —y sobre todo a raíz de la película ‘Coco’, de Pixar—, la festividad tiene, todavía más, un cariz festivo: no solo se visita la tumba del difunto, sino que se celebra un picnic familiar a su alrededor, donde se colocan máscaras, cintas de colores e, incluso, se cocinan platos especiales.
En Cataluña, alegría y severidad
En cuanto a nuestra cultura, según narra el folclorista y etnólogo Joan Amades en su conocido ‘Costumari català’ (Salvat Editores, 1982), el Día de Todos los Santos tiene dos caras muy diferentes: la alegre y festiva de la mañana y la rigurosa y severa de la tarde. Esto es así porque, tal y como recuerda Amades, existe la creencia que, justo cuando se cumple el medio día del 1 de noviembre, las personas que han muerto hace poco tiempo vuelven unas horas a vivir con su familia.
Incluso había la tradición, en algunas casas de Barcelona, de poner los cubiertos sobre la mesa para el difunto, como si fuera un invitado más. Así mismo, era muy común, el 1 de noviembre, convocar a los difuntos en casa, pero también ayudarlos a volver a la eternidad. Por eso, en la fachada de las casas era habitual colgar unos farolillos, y también se ponían sobre las tumbas.
En el ‘Costumari català’, Amades también rememora una costumbre típica de las poblaciones rurales, donde era popular hacer ofrendas de pan a los difuntos dentro de los cementerios. Esta tradición evolucionó hasta los populares panellets, que los panaderos convirtieron en un negocio.
Siguiendo con la gastronomía, por estas fechas las castañas, los boniatos y los panellets han sido y son los alimentos más usuales. Como anécdota, por ejemplo, se explica que en algunas zonas de Cataluña había la superstición de que, si comías castañas, se te caía el pelo y, por eso, las mujeres no querían comerlas. Por este motivo, las castañas se sustituían por piñones. Quizás por eso muchos panellets se envuelven con las semillas del pino.
En definitiva, el Día de Todos los Santos, de hoy, de antes y de mucho antes, siempre responde al mismo espíritu: mantener viva la memoria de nuestros antepasados y venerar el ciclo de la vida que tan bien se expresa en el mundo campesino.
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Gràcies, Daniela! Seguim a La Plaça.
Molt interessant, desconeixia totes aquestes tradicions, pensava q sols anaven al cementiri👍
No, hi ha molts altres aspectes referents en aquest dia! Seguim a La Plaça.
Molt interessant aquests reculls de història i tradicions. Gràcies.
Gràcies, Pere per llegir-nos! Ens veiem per La Plaça.
Article molt interessant. Les referències al Joan Amades sempre són una garantia. Gràcies per la recerca i l´interès per preservar la nostra manera de fer.
La singularitat mai l’hem de perdre, Mercè! Ens veiem per La Plaça.
Article molt interessant sobre els costums d’aquesta festa. M’ha cridat molt l’atenció la part històrica de la “despaganització” que ha portat a moltes confusions en la història posterior.
Sempre és bo aportar un punt de vista diferent, Francesc! Ens veiem per La Plaça.
Moltes gràcies pel teu comentari!!!
Com m’agrada recordar i aprendre costums que molts cops es van perdent o simplement ens van aparcant per veure si les oblidem. gràcies!!!
Això no ha de passar , no hem de perdre mai les nostres tradicions , les hem de seguir mantenint això forma part de la nostra cultura.
Preciosa historia la de tots sants,explicada com ho heu fet
Gràcies
Moltes gràcies pel teu comentari Alícia!!
👌
Gràcies, Joan. Ens veiem per La Plaça!