Viajar con la comida
La comida es una parte esencial de cualquier viaje, tanto por lo que descubres en el lugar de llegada, como por lo que te llevas de casa. Repasemos lo básico para viajar con comida.
La importancia de la comida, sea por la base cultural o por la necesidad energética, hace que cuando viajamos nos enfrentemos a varios dilemas, como por ejemplo: ¿dónde comer? ¿Qué comer? ¿Comer en un restaurante o llevar la comida en una fiambrera, hecha en casa? ¿Comer antes de salir de casa o hacerlo cuando llegamos al destino?
Lo que hay que saber es que, elijamos la opción que elijamos, lo mejor que podemos hacer es viajar sin hambre. Es necesario que, antes de iniciar un viaje, salgamos de casa con el estómago lleno, puesto que esto nos hará estar optimistas y nos hará encarar cualquier problema que pueda surgir con más energía y positividad.
Me quiero llevar la comida. ¿Cómo lo tengo que hacer?
Una vez he decidido que me quiero llevar la comida, hace falta que sepa que, en función del medio de transporte que use, la tendré que transportar de diferente manera. Por ejemplo, si voy en avión desde un país de la Unión Europea hacia otro, no suelen existir restricciones a la hora de llevar alimentos en el avión. Podemos viajar con productos de origen animal, ya que se supone que los Estados miembros cumplen las normas veterinarias comunitarias. Si el viaje es fuera de la Unión Europea, será necesario consultar la normativa de cada país para saber si nos dejarán introducir o no nuestra comida y cómo hacerlo.
En cambio, si viajamos en coche, lo que nos debe preocupar más es qué alimentos poner en la fiambrera para que una vez cocinados o elaborados mantengan sus propiedades, tanto de conservación como de sabor. Así pues, hay que mantener la fiambrera a la temperatura adecuada, siendo esta de un máximo de 5 ° para los alimentos fríos y de alrededor de 65 ° para los alimentos calientes. En caso de que no se pueda mantener el calor, es mejor refrigerar los alimentos y calentarlos antes de consumirlos. También hay que tener en cuenta recomendaciones como la conveniencia de utilizar preferentemente alimentos higienizados, curados en caso de los lácteos, y evitar preparaciones que contengan huevo crudo.
Somos lo que comemos
Tal como concluye el documento de la Fundació Alícia, La dieta Mediterrània un estil de vida actual, «la necesidad de recuperar la dieta mediterránea se ha convertido desde hace décadas en una reivindicación constante. Las diferentes investigaciones realizadas sobre las pautas alimenticias que caracterizan las sociedades desarrolladas de nuestro tiempo llevan a conclusiones sorprendentes: no nos alimentamos bien, tenemos acceso ilimitado a ciertos productos alimenticios, y en nuestra sociedad se detectan cada vez más estados de malnutrición importantes. Patologías propias de nuestro entorno —sobrepeso y obesidad, anemia, decalcificación y osteoporosis, caries, dolencias cardiovasculares, diabetes, retinopatías y degeneración macular, estreñimiento y trastornos digestivos y dolencias degenerativas como Alzheimer o cáncer— guardan, en muchos casos, relación con la alimentación que el paciente ha seguido a lo largo de su vida. Y la dieta puede ser, si no la causa, sí el detonante que desencadena el mal funcionamiento del organismo […]».
La cultura mediterránea
Los panellets, las castañas y los boniatos que se consumen por las festividades de Todos los Santos y del Día de los Difuntos; los turrones de Navidad; las tortillas y otras preparaciones propias del jueves lardero; los buñuelos de Cuaresma; los roscones de Reyes; la crema de Sant Josep; las cocas de las verbenas de San Juan y San Pedro; las monas de Pascua…
La historia de nuestra tierra va estrechamente ligada a la cultura mediterránea. Los mediterráneos compartimos características similares, una de las cuales es el hecho de disfrutar de la vida social alrededor de una mesa mientras disfrutamos de los platos y guisos que son presentados para ser degustados, cotorreando y haciendo jolgorio.
Nuestra cultura culinaria tiene sus orígenes en la época medieval. En Cataluña tenemos uno de los primeros recetarios y manuales de gastronomía y vinos de Europa, el Llibre de Sent Soví, del siglo XIII, que es un recetario medieval de autor anónimo. También, en palabras de Josep Pla, tenemos el primer best-seller del mundo culinario: es el Llibre del coch del siglo XVI, del maestro Robert de Nola, cocinero del rey Fernando de Nápoles. Hoy en día la cocina catalana es conocida y reconocida internacionalmente.
¿Cuál es el valor energético de un alimento?
El valor energético de un alimento es proporcional a la energía que se libera cuando este alimento se quema, en presencia de oxígeno. Esta energía liberada se mide en calorías.
Una caloría es la cantidad de calor necesaria para elevar un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua. Es una unidad muy pequeña y, por esta razón, para los alimentos se acostumbra a usar un múltiplo, la kilocaloría (1 kcal = 1.000 calorías).
El cuerpo humano, cuando se encuentra en un estado de reposo absoluto y mantiene la temperatura corporal constante, consume una determinada cantidad de energía. Esta cantidad de energía se denomina tasa de metabolismo basal (TMB), y es la necesaria para mantener las constantes vitales. Para calcular la tasa diaria de metabolismo basal se utilizan las siguientes fórmulas:
- Mujeres: TMB = 655 + 9,6 · P + 1,8 · T – 4,7 · E
- Hombres: TMB = 66 + 13,7 · P + 5 · T – 6,8 · E
En estas fórmulas, P es el peso en kilogramos, T es la talla medida en centímetros y E es la edad en años.
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Aquest article m’ha FET reflexionar sobre el que menjo, molt interessant 👍👍
Segur que tu menges prou bé, Joan, però tot així sempre es pot millorar una mica més la nostra alimentació… Celebro que l’hagis trobat interessant.
Es, ben cert lo del flaire, el menjar i la memòria d’on ens porta. Som un país ric amb bons productes i bons menjars, com país mediterrani tenim moltes coses similars a d’altres països mediterranis
Gràcies per aquest video i per l’article
Gràcies a tu Alícia per seguir-nos. Ens veiem a La Plaça!
Jo, quan menjo mongetes amb botifarra, me’n recordó de CATALUNYA.
Certament és un plat típic de casa nostra, Jordi.
Molt interesant.
Gràcies, Rosa!
Molt bon article!!
Gràcies, Laura, ens veiem a la Plaça!