Los seres humanos poseen valores morales intrínsecos que rigen parte de su razonamiento y comportamiento. ¿La evolución de nuestros hábitos de consumo sigue esta naturaleza humana o nos dejamos llevar por el contexto económico y corrientes sociales del momento? Mireia Cano, líder de agentes de 11Onze, nos hace reflexionar sobre la relación entre la teoría de la ley natural y el consumo responsable.

Los principios en los cuales se basa la distinción entre un comportamiento correcto e incorrecto, lo bueno y lo malo, son características de conducta en parte regidas por la condición humana. Las normas culturales del momento definen las pautas morales aceptables por la sociedad. Dicho esto, hay valores morales y éticos, conocidos como la ley natural, que han perdurado a lo largo del proceso de evolución del ser humano gracias a la necesidad más elemental de sobrevivir y convivir en sociedad, y en armonía con el entorno natural que nos rodea.

Ahora bien, como consumidores, ¿las decisiones que tomamos en nuestro día a día están en concordancia con esta ley natural? Mireia Cano nos plantea esta pregunta: “Compramos de forma consciente por naturaleza o nos dejamos llevar por las leyes sociales?”, y nos insta a hacer una reflexión sobre en que mundo deseamos vivir “desde un punto de vista medioambiental, económico y pensando en la distribución de la riqueza”.

Consumo consciente y responsable

Consumir de acuerdo con nuestros valores no siempre es fácil o conveniente, y a menudo entramos en contradicciones. La líder de agentes explica que “son cosas que todos sabemos, pero a menudo nos refugiamos en el discurso de que nuestras acciones, como por ejemplo reciclar, son tan pequeñas que no merecen la pena”. Esto es un error porque, como puntualiza Cano, “se trata de todas las decisiones de consumo que tomamos, desde la comida, los suministros o la ropa”.

Es comprensible que en épocas de crisis la preocupación por la economía familiar pese más que la ética. La inflación desbocada y la crisis energética han disparado el precio de muchos productos y castrado el poder adquisitivo de muchos consumidores. Pero Cano señala que quizás la clave está a replantear el sistema en el que vivimos, “nosotros, como consumidores, tenemos el poder de decidir por qué empresas apostamos y, por lo tanto, cuáles queremos que sean las empresas del futuro”.

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