La Revolución de los Claveles: Celeste Caeiro
Esta semana ha muerto en Portugal Saraiva de Carvalho, el militar que lideró el golpe que hizo caer la dictadura de Salazar. Pero su historia habría sido muy diferente si no fuera por la trabajadora de una cafetería que con su gesto cambió la historia de su país. Ella es Celeste Caeiro.
El 25 de abril de 1974 parecía un día como cualquier otro en Portugal, un país que no celebraba elecciones desde 1925. Pero el régimen dictatorial de Salazar, sucedido por Marcello Caetano, estaba a punto de derrumbarse gracias a los claveles de Celeste Caeiro, humilde trabajadora de una cafetería de Lisboa.
Al llegar a su puesto de trabajo Celeste descubrió que aquel día era de todo menos normal: durante la noche anterior se había producido un levantamiento militar contra el régimen dictatorial portugués; los soldados habían ocupado los puntos estratégicos del país, como puertos y aeropuertos, y habían pedido a la población que se quedara en casa. La operación la lideraba el capitán Otelo Saraiva de Carvalho.
Viendo que la situación podía ponerse crítica, el gerente del local mandó a casa a todos sus trabajadores con una petición: puesto que la situación hacía imposible celebrar el cumpleaños del local que tenían planeado, pidió a sus empleados que se llevaran a sus domicilios los claveles que habían adquirido para la celebración.
Pero Caeiro no hizo caso de la advertencia de su jefe y de sus amigas y, en lugar de dirigirse a su casa, decidió coger el metro en dirección al centro de Lisboa, a la conocida Plaza de Rossío, para poder observar cómo iban evolucionando los acontecimientos.
El día que las flores sustituyeron a las armas
Llena de curiosidad, se aproximó a un soldado para preguntarle qué estaba pasando y este le pidió un cigarrillo. Desgraciadamente, ella no tenía ninguno, así que pensó en comprarle algo para comer, pero, a causa del golpe de estado, todas las tiendas y restaurantes próximos estaban cerrados. Así pues, le dio la única cosa de la que disponía en aquel momento: un clavel.
El militar no dudó en colocar el clavel en el agujero del fusil que llevaba, simbolizando la nula voluntad de disparar su arma. A continuación, el resto de soldados del pelotón siguieron el ejemplo del primer soldado y, a medida que Caeiro repartía los claveles de que disponía, ellos se los iban colocando del mismo modo.
Irónicamente, este gesto corrió como la pólvora por la plaza y por toda la ciudad, haciendo visible la intención de los revolucionarios de no disparar sus armas. Una vez el gobierno del régimen se rindió, los claveles acabaron convirtiéndose en el símbolo de la revolución y el porqué de su nombre.
La ausencia de reconocimiento para Celeste Caeiro
Muchas veces tendemos a fijarnos en las partes más bonitas y positivas de las historias, pero merece la pena también reconocer las negativas. En este caso, la ausencia de reconocimientos que ha sufrido Caeiro a lo largo de su vida.
A pesar de haber dado nombre a la revolución que cambió el rumbo de su país, Caeiro es todavía desconocida por muchos de sus compatriotas y, en lugar de recibir homenajes, sobrevive todavía ahora con la pensión mínima de 370 euros, la cual destina en gran parte a pagar el alquiler de su apartamento, una situación que nos tendría que hacer reflexionar sobre el trato que a veces damos a quien lo da todo sin pedir nada a cambio.
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Gràcies, Joan! Ens veiem per La Plaça!
M ha agradat molt. No coneixia el. Nom d aquesta heroina
Perfecte, Carme. La cosa important és aportar valor a La Plaça. Ens veiem allí!
“Molts cops oblidem rette el tracte adient a qui ho dona tot sense rebre res” això ho resumeix tot
💛
Pensions……….
Molt be l’explicacio 👍
Moltes gràcies Josep 🙂