La distopía transhumanista del tecnocapitalismo

La fusión entre las nuevas tecnologías y el capitalismo moderno está transformando nuestra sociedad a una velocidad vertiginosa. El tecnocapitalismo se caracteriza por la hegemonía de las grandes corporaciones tecnológicas, donde la digitalización de la información y comunicación establecen la base para la creación de riqueza y poder.

 

La revolución tecnológica que hemos experimentado durante las últimas décadas ha hecho evolucionar el capitalismo moderno, generando nuevas maneras de crear riqueza en la era digital. Las grandes tecnológicas como Alphabet, Amazon, Apple y Meta han reconfigurado el modelo socioeconómico, pero, este cambio de paradigma espoleado por el tecnocapitalismo también ha comportado algunos impactos negativos para la sociedad.

 

Control de datos y pérdida de privacidad

Uno de los pilares del tecnocapitalismo es la acumulación masiva de datos personales y de su procesamiento. Compartimos mucha información personal, pública y privada, a veces de manera consciente, otras veces de manera inconsciente. Las empresas tecnológicas utilizan el Big data sobre las búsquedas, conversaciones y preferencias de los usuarios para predecir e influenciar su comportamiento. Esto ha llevado a la monetización de nuestra intimidad, que se vende al mejor postor para fines comerciales.

Algunas de las grandes plataformas digitales justifican la legitimidad de este modelo de negocio argumentando que con la comercialización de la información de los usuarios cubren los costes de sus servicios. Aun así, esta pérdida de privacidad no solo implica que nosotros somos el producto, es decir, que nuestra información personal se convierte en un activo lucrativo para estas empresas, sino que también se puede utilizar para manipularnos.

Estos algoritmos pensados para mantenernos enganchados a las redes sociales no solo están destruyendo vínculos comunitarios y nuestra capacidad de interacción física, sino que también están modelando nuestras preferencias políticas, sociales y económicas –a menudo sin que seamos conscientes– propiciando la desinformación y la polarización social. El escándalo de Cambridge Analytica solo es uno de los numerosos ejemplos de como estas corporaciones pueden hacer un uso indebido de nuestra información personal.

 

Monopolización, deshumanización y precariedad laboral

El éxito de las grandes tecnológicas se ha traducido en la creación de monopolios y oligopolios que dominan completamente el mercado global. Estas empresas tienen un poder desmesurado, no solo económicamente, sino también en términos de control político y social. Esto puede generar enormes desigualdades, tanto entre empresas como entre individuos.

El control hegemónico del mercado que tienen algunas de estas corporaciones elimina la competencia, castra la innovación y concentra la riqueza en un pequeño número de manos. Su poder de influencia en las políticas públicas e internacionales, facilita la promiscua relación entre política y negocios, donde se mezclan los intereses privados y poder político, lo cual debilita la soberanía estatal y la democracia.

Si bien la digitalización y la robotización han creado nuevos sectores económicos, también han llevado a la precarización de algunos trabajos. En el mundo tecnocapitalista, muchos empleados están sujetos a condiciones laborales inestables, contratos temporales o prácticas abusivas, especialmente en sectores como el de la atención al cliente, la logística del e-commerce y el de las plataformas de servicios como Uber o Deliveroo.

Del mismo modo, la sustitución de trabajadores humanos por robots o algoritmos está convirtiéndose en una amenaza tangible. El trabajo físico e intelectual se ve reemplazado por software informático con la promesa de una mayor eficiencia, pero esto ha llevado a la destrucción de puestos de trabajo tradicionales y a una creciente polarización entre los trabajadores cualificados y los no calificados. Otros trabajos que requerían creatividad, hasta no hace mucho considerados seguros frente a los bots digitales, se están viendo amenazados por la evolución de los modelos de inteligencia artificial.

Por otro lado, la inevitabilidad de la transformación digital de nuestra sociedad no se ha distribuido de manera equitativa. El tecnocapitalismo ha acentuado la brecha digital y las desigualdades sociales de aquellos con acceso limitado a internet o con pocos conocimientos de las nuevas tecnologías que se encuentran desaventajados en términos educativos, económicos y sociales.

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