

¿Puedo ser despedido por un algoritmo?
Los sistemas digitales que usan la inteligencia artificial se están implantando poco a poco, y son el eje sobre el cual gira la cuarta revolución industrial. Aun así, estos cambios también modifican nuestra vida laboral y plantean cuestiones éticas. ¿El monitoreo basado en algoritmos puede decidir si la empresa debe despedir a un empleado?
Hace muchos años que las distopías tecnológicas son un género popular en el cine y la literatura de ciencia ficción. En estos escenarios futuros, como los que aparecen en las novelas de Aldous Huxley o en series como ‘Black Mirror’, los humanos somos objeto de un control omnímodo con la ayuda de la inteligencia artificial. Estas distopías han alimentado todo tipo de teorías conspiranoicas, pero, con el éxito del teletrabajo y plataformas como Uber, Glovo y Amazon Flex, corren el riesgo de dejar de ser ficción para convertirse en una triste realidad de nuestro día a día laboral.
¿Es culpa del método o del algoritmo?
No es ningún secreto que plataformas digitales como Amazon hace años que usan algoritmos para gestionar los millones de clientes y comerciantes de su mercado en línea. Se trata de programas informáticos conocidos como “bots” (aféresis de “robots”) que ayudan a evitar el fraude comercial, pero con los cuales no puedes dialogar en caso de disputa.
Esta misma gestión por algoritmo Amazon la ha empleado recientemente con Amazon Flex, una modalidad de trabajo que permite a los trabajadores autónomos ganar ingresos extras gracias a los repartos de paquetería. Aun así, según una investigación de Bloomberg, algunos de estos trabajadores han sido despedidos por correo electrónico automatizado y enviado por un algoritmo. El algoritmo ha decidido, basándose en parámetros más allá del control del empleado, que su productividad no era suficiente para justificar el puesto de trabajo.
Nos encontramos en un caso similar con Xsolla, una fintech rusa que despidió 147 empleados, un 30% de su plantilla, usando un sistema de evaluación por algoritmos. Este despido se hizo viral cuando el fundador de la compañía explicó por correo electrónico a los trabajadores, y de malas formas en las redes sociales, que el sistema de inteligencia artificial (IA) había determinado que los trabajadores estaban poco implicados y eran poco productivos.
Pero sin tener que recurrir a casos extremos, es indudable que el monitoreo del tiempo de trabajo y la recogida masiva de datos sobre tu rendimiento por parte de sistemas de IA son una realidad. Este método se está implantando para cubrir la falta de supervisión humana a causa del teletrabajo. Muchas empresas ya utilizan infinidad de herramientas y aplicaciones informáticas, como Microsoft Productivity Score, Track People, Hubstaff y Asana para espiar o controlar la productividad de sus empleados. Posiblemente, la aplicación de los algoritmos de control, en sí misma, no sea el problema, sino del método de uso de estas herramientas por parte de las empresas, que sí tendrían que ser cuestionadas.
Un mal necesario que se tiene que regular
El uso y abuso de algunos de estos dispositivos de monitoreo puede comportar la vulneración de derechos fundamentales relacionados con la privacidad de los trabajadores. Un hecho que ha provocado que la Unión Europea haya diseñado una nueva regulación, que todavía no se ha aplicado, para minimizar las repercusiones negativas de este rápido aumento en el uso de la robótica y la inteligencia artificial en nuestro entorno socioeconómico y laboral.
La misma legislación española reconoce que las empresas tienen derecho a adoptar las medidas de vigilancia y control que consideren más oportunas para comprobar que el trabajador cumple con sus obligaciones y deberes laborales, siempre que se respete su dignidad. Pero, dentro de la Ley de Protección de Datos, existe una normativa más específica, relacionada con la protección de datos dentro de los entornos digitales, que dice que los trabajadores tienen derecho a la intimidad en el uso de los aparatos digitales puestos a su disposición por la empresa.
La normalización de la convivencia laboral entre personas e inteligencia artificial apenas acaba de empezar, y pasarán años hasta que no se resuelva la incertidumbre jurídica, legislativa y reglamentaría que ocasiona. Pero, sobre todo, requerirá un esfuerzo de transparencia y confianza por ambas partes, trabajadores y empresas, para delimitar las líneas rojas que no se tendrían que cruzar.
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Totalment d’acord el monitoritatge es un mal necessari que cal regular. No deuria utilitzar-se per acomiadar, ni per a espiar ni es deuria enmagatzemar per motius mediambentals, recordem q el funcionament de disc dur emeten escalfor al mediambient, l’ús sols deuria activar-se en casos de seguretat amb protocols Ben definits.
👏
Gràcies, Daniela!!!
Crec que com en tots els sistemes basats en software hi ha el treball humà al principi encara que el resultat final sigui el de una maquina. Els humans tenen errors i diferents interpretacions. Sol passar que les necessitats a tractar eren unes, el programador les va interpretar diferent i el resultat final dista de la realitat amb imperfeccions.
És que no hi haurà mai res que sigui del tot perfecte i que agradi a tothom de la mateixa manera… Moltes gràcies pel teu comentari, Pere!!!
L’ús que se’n fa o se’n faci de la intel·ligència artificial és un handicap però cal no oblidar que el primer obstacle és i serà la creació dels programaris que no són ni seran neutrals. Article molt interessant sobre els reptes que arriben
Un temps d’incertesa fins que es pugui ajustar/regular tot plegat. Gràcies Francesc.
M’esgarrifa….
Doncs sí, Laura, és un perill en males mans…
👌
Moltes gràcies, Joan!!!
Fa una mica d’angunia aquest supercontrol de la IA ,perquè esssent aquesta una eina genial el seu mal us pot acabar essent la tirania d’aquest vers el control
Si es fes un bon ús de tot plegat a un altre lloc estaríem… Moltes gràcies pel teu comentari, Alícia!!!
Falta saber quines són les línies vermelles que no s´haurien de creuar. On és límit. Quan tot s´ha de regular vol dir que de moment guanya la màquina.
Ja deu ser així, ja… Moltes gràcies pel teu comentari, Mercè!!!