Cuando tu coche habla con tu aseguradora

La monitorización de nuestra conducción ya es ineludible, los coches conectados se han convertido en smartphones con ruedas y son una oportunidad de negocio adicional para todas las marcas, desde poder ofrecer equipación opcional vía suscripciones hasta la venta a terceros de los datos generados por millones de clientes. ¿Debe preocuparnos esta nueva pérdida de privacidad?

 

Con el avance de la tecnología, los coches conectados a internet se están convirtiendo en una realidad cada vez más presente en nuestras vidas. Los fabricantes de coches argumentan que estos vehículos sin botones físicos, con pantallas gigantes y llenos de cámaras y sensores que monitorizan nuestro comportamiento ofrecen una experiencia de conducción más “segura” y cómoda.

Esta capacidad para comunicarse con otros vehículos, dispositivos y servicios a través de internet también abre nuevas oportunidades de negocio para las marcas. Algunos fabricantes de coches ya han puesto a prueba la paciencia de sus clientes con modelos de suscripción mensual por asientos calefactables, mientras otros ofrecen más potencia a cambio de una suscripción anual o se jadean cobrar una suscripción por las opciones más populares.

Además, gracias a esta interconexión los vehículos pueden recopilar y transmitir datos en tiempo real sobre los hábitos de conducción, la ubicación y el estado del vehículo, que ofrecen un potencial de ingresos adicionales para las marcas dispuestas a vender esta información, lo cual puede suponer una amenaza para el derecho a la privacidad de los usuarios.

 

De la teoría a la realidad

Un informe elaborado por la fundación Mozilla alertaba que los coches conectados son “terribles en concepto de privacidad y seguridad” y destacaba que 25 de las marcas de coches más conocidas recopilan sin consentimiento un gran número de datos de sus usuarios, no solo relacionados estrictamente con la conducción, como su lugar de residencia o sus destinos habituales, sino también otros mucho más sensibles, como expresiones faciales, estado de salud e información genética o sobre su vida sexual, todo esto mediante dispositivos conectados, micrófonos y cámaras.

Según el estudio, un 84% de las marcas analizadas comparten o venden los datos de los propietarios y un 92% otorga a los conductores poco o ningún control sobre sus datos personales. A pesar de que todas las marcas suspenden en el tratamiento de datos, Tesla obtiene el peor resultado, mientras que tienen Renault, Dacia y BMW, respectivamente, tienen menos mala puntuación.

Algunos calificaron este informe de alarmista, aun así, pocos meses después, el New York Times informaba que algunas marcas ya están compartiendo datos de los hábitos de conducción de sus clientes con las aseguradoras y que a los “males conductores” ya los habían subido las pólizas hasta un 21%, sin haber tenido ningún accidente.

Kenn Dahl, un informático de Seattle, en los Estados Unidos, que conduce un Chevrolet Bolt eléctrico, consiguió un informe de LexisNexis, una agencia de datos con sede en Nueva York que trabaja con aseguradoras, donde se habían registrado las 640 veces que él o su mujer habían cogido el coche en los últimos seis meses, con todo lujo de detalles, como la hora de inicio y fin del trayecto, las distancias recorridas, y todas las veces que pasó de 130 km/h, o cuando hizo frenazos bruscos o fuertes aceleraciones.

Todos estos datos se recopilaron y, sobre todo, se vendieron sin que el Sr. Dahl lo supiera. En este caso se vendieron a compañías de seguros, pero del mismo modo se podían haber vendido a otras empresas de cualquier ámbito.

 

¿Estamos protegidos por la legislación europea?

La normativa europea sobre el tratamiento de los datos personales aplicada a los coches conectados se basa en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y en la Directiva ePrivacy, que establecen los principios y derechos que tienen que respetarse en el tratamiento de los datos personales.

Entre otras obligaciones, las empresas responsables del tratamiento de datos tienen que informar los interesados sobre el uso de sus datos, obtener su consentimiento cuando sea necesario, garantizar la seguridad y confidencialidad de los datos, minimizar la cantidad y el tiempo de conservación de los datos y permitir el ejercicio de los derechos de acceso, rectificación, supresión, limitación, oposición y portabilidad.

Básicamente, la misma normativa que ya se aplica en cuanto al tratamiento de datos y privacidad de los dispositivos móviles, como por ejemplo los smartphones. Dicho esto, no es ningún secreto que hecha la norma, hecha la trampa, por lo cual los expertos siempre recomiendan revisar minuciosamente los términos y condiciones y solo facilitar los datos o aceptar funcionalidades que realmente aporten un valor real, a la cual cosa estamos acostumbrados cuando usamos el móvil, pero que hasta hace poco era impensable tener que tener en cuenta cada vez que ponemos en marcha el “nuestro” vehículo.

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Equip Editorial Equip Editorial
  1. Mercè ComasMercè Comas says:
    Mercè

    El que exposeu és molt greu, però davant de la «Seguretat», paraula màgica, tot s’ hi val, inclús que amb tants sensors als conductors se’ls atrofiïn els reflexes i siguin incapaços de resoldre una situació de risc imprevista. Com a la vida mateixa, vaja.

    • Jordi CollJordi Coll says:
      Jordi

      Tal qual, Mercè, però no tot s’hi val… Moltes gràcies pel teu comentari!

      Hace 8 meses

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