Hitler desearía que disfrutaras las vacaciones

Las vacaciones, el descanso y el ocio fueron una de las herramientas más populares utilizadas por el nazismo. Hacían falta trabajadores descansados ​​para que fueran productivos y sobre todo que estuvieran apaciguados. Los nazis combatían el conflicto social con balnearios y actividades lúdicas.

 

Disfrutar de unas merecidas vacaciones es uno de los axiomas más fuertemente grabados en el subconsciente de las sociedades occidentales. No solo se considera una gran conquista de los trabajadores, sino una especie de refugio mental en el que nos escondemos durante todo un año de penurias laborales. Cuando el trabajo es pesado y el cansancio o la inapetencia derrotan el ánimo de los trabajadores, estos se ponen a pensar en qué van a hacer en vacaciones. ¿A dónde ir? ¿Qué hacer? Esta zanahoria que nos ponemos delante ayuda a muchos ciudadanos a pasar un día tras otro, pero ¿cómo contribuye a la perpetuación de un modelo de sociedad que nos hace infelices y dependientes?

Entre 1933 y 1945 en la Alemania nazi existió la organización Kraft durch Freude (KdF) que, literalmente, significa “fuerza a través de la alegría”. El objetivo era muy sencillo: la gente feliz no se subleva. Esto debía garantizar la paz social y, consecuentemente, mantener la vigencia y el empuje del proyecto nazi. Inspirándose en el fascismo italiano (que años antes había lanzado la Opera Nazionale Dopolavoro) los alemanes diseñaron una serie de actividades que, por primera vez, ponían ciertos lujos al alcance de toda la población con precios populares. Por fin, las clases bajas podrían probar los placeres de las clases altas: días de descanso en balnearios o en ciudades residenciales en la costa, o un crucero, o ir al teatro, o al cine, o practicar vela o tenis… Por fin, los 42.000 trabajadores de Siemens, por ejemplo, podrían hacer algo más que irse a remojar a los lagos o pasear por los bosques el fin de semana. Todo ello con el objetivo indisimulado de aumentar la productividad y la cohesión.

El éxito de la KdF: el apaciguamiento

Según Robert Ley, fundador de la KdF, Hitler deseaba que “a cada trabajador se le conceda un período de vacaciones suficiente y que todo se disponga de forma que estas vacaciones y el resto de su tiempo libre sirvan realmente de descanso y recuperación. Lo deseo porque quiero un pueblo con nervios de acero, porque la única manera de hacer política a lo grande es con un pueblo que mantiene la calma”. El éxito de la iniciativa fue sucia y, en 1938, la KdF llegó a superar los 10 millones de clientes en un año. Se hizo tan importante que llegaría a tener 7.000 trabajadores, convirtiéndose en la mayor agencia de viajes del mundo. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, en 1939, 43 millones de alemanes habían viajado con la KdF y habían gastado millones de marcos en una empresa que, finalmente, alimentaría la maquinaria de guerra. El objetivo se había cumplido: la población había sido apaciguada y se había concentrado el dinero en manos de las élites nazis.

El Kdf-Wagen

El asunto de ofrecer lujos inalcanzables hasta entonces a la población impulsó incluso la creación del KdF-Wagen, lanzando lo que después se conocería como Volkswagen (“coche del pueblo”, el escarabajo). La del KdF-Wagen fue, además, una magnífica maniobra financiera para financiar la guerra, porque los ciudadanos compraban el coche a plazos, pagando una cantidad semanal y no recibían el coche hasta que lo habían pagado por completo. Aquello sirvió para que muchos trabajadores felices, en realidad, financiaran la producción de material bélico cuando fue preferible dedicar sus esfuerzos a la guerra antes que fabricar coches para entregar a sus clientes.

La confusión esencial

Durante la Revolución francesa, el jacobino Robespierre aseguraba que “el ser humano ha nacido para la felicidad y la libertad, pero en todas partes es esclavo y desgraciado.” Esta idea, que implica que merecemos ser felices y libres, ha sido inteligentemente utilizada tanto por los nazis, como por los fascistas italianos, los franquistas españoles y actualmente por todas las sociedades de consumo. Las vacaciones, de 15 días, de 23 días por año natural, de un mes o dos, son hoy la herramienta que los nazis pretendían. Una máquina de apaciguar sociedades, llena de ciudadanos que hacen y deshacen maletas mientras revisan con una sonrisa las fotos de sus momentos de supuesta libertad.

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Toni Mata Toni Mata
  1. Mercè ComasMercè Comas says:
  2. Tomàs Torrent PalouTomàs Torrent Palou says:
    Tomàs

    Molt bon article. Gràcies

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