Dirección de empresa: entre la confianza ciega y la desconfianza total

El valor de las cosas se encuentra en el justo equilibrio entre dos extremos que normalmente se parecen más de lo que pensamos: la confianza y la desconfianza. Este hecho deviene muy importante en lo referido al primer término, la confianza, ya que es una calidad básica en las relaciones humanas. Teniendo en cuenta este tándem tan complicado de resolver, ¿en qué lugar se sitúa el empresario?

 

Empresarios desconfiados

Son aquellos que las teorías de dirección alimentan como un ser egoísta que solamente busca la propia ganancia personal. Normalmente, los empresarios que se han educado en esta tradición acaban pensando que los trabajadores tienen unos intereses opuestos a los suyos (trabajar lo menos posible), cuando ellos quieren que hagan justo lo contrario (trabajar al máximo, ya que con el mismo “coste” tendrán más dinero en su bolsillo). ¿Y qué piensa el trabajador? Para que gane el empresario, yo ya hago suficiente. Y se lo merece, por mal pensado. Y no sigo, todos tenemos claro cómo sigue la historia.

Llegados a este punto, el empresario se obsesiona en controlar el trabajador egoísta, y habiendo probado todos los sistemas de control posibles, acaba viendo que no hay ninguna que le garantice este control. Conclusión: el empresario inteligente acabará viendo que la teoría del control absoluto basada en la desconfianza es irracional. Y bastante inútil también. Porque no se fundamenta en cómo somos las personas.

Las personas necesitamos confiar y que nos hagan confianza. Y basar la confianza en cómo es el otro: en su competencia profesional, sus ganas de hacer las cosas bien (integridad) y su capacidad para actuar por intereses que no sean exclusivamente los suyos (a pesar de perder a corto plazo). Así pues, partir siempre desde la desconfianza demuestra una absoluta falta de criterio. Estamos dando por buena una teoría que no es válida ni práctica, y que es injusta con el trabajador y el empresario. El otro no es siempre como yo lo veo y tengo que aprender a verlo como es.

Empresarios confiados

Ahora vamos al otro extremo, empresarios confiados. Aquellos que quieren “un lugar mejor”. Padecen el síndrome de la confianza ciega, que justifican, de manera poco profunda, para ellos sentirse bien. Decir a los colaboradores lo que no nos gusta es difícil y el buen rollo superficial desvanece sin piedad. Pero aunque cueste decir lo que a uno no le parece bien, es la manera de conseguir que la relación acabe siendo real.

Es así como la confianza, tan necesaria para que las cosas funcionen, sea auténtica. Y solamente la confianza auténtica genera consecuencias positivas. En una persona manifiestamente incompetente no puedo confiar, y se lo tengo que decir. Así puede mejorar al tiempo que permito que aquellos que lo hacen bien reciban el trato de acuerdo con lo bien que lo hacen. No hay nada más insoportable que un jefe que trata a todos por igual, tanto si trata de hacer las cosas bien como si no. Tratar con un responsable así es una tortura que no deseo a nadie.

Tratar de manera diferente a cada uno

Por lo tanto, seguir una teoría que no funciona es no tener criterio. Choca con la realidad que indica que en las relaciones entre personas es necesaria la confianza. Necesitamos los demás (su experiencia, integridad y las buenas intenciones hacia nosotros). Ahora bien, confiar ciegamente en todo el mundo es no tener criterio al evaluar la relación: genera injusticia y hace que nadie mejore

Las personas debemos tratar de manera diferente a cada uno, en función de qué hace y cómo lo hace. Los extremos se tocan porque generan consecuencias muy similares y se basan en nuestra renuncia como directivos a aprender a tener criterio: mojarnos (con la opción a equivocarnos y tener que rectificar) y no dejarnos llevar por nuestras reacciones a corto plazo (sea el buen rollo de “todo el mundo es bueno” o el mal rollo de “todo el mundo es un vago”). Tenemos que entrenar el criterio para huir de los extremos.

11Onze es la fintech comunitaria de Cataluña. Abre una cuenta descargando la app El Canut para Android o iOS. ¡Únete a la revolución!

Si te ha gustado este artículo, te recomendamos:

Economía

El éxito empresarial, compartir responsabilidades

6min lectura

Hemos escuchado muchas veces que los sueldos de los...

Management

¿Eres emprendedor? Tres consejos para arrancar

5min lectura

Las ideas innovadoras son vitales para hacer evolucionar...

Management

Cómo desarrollar una idea de negocio

3min lectura

Para transformar una idea de negocio en una empresa es...



Equip Editorial Equip Editorial
  1. Daniela SimónDaniela Simón says:
  2. Manel LopezManel Lopez says:
    Manel

    totalment Albert

  3. alicia Coiduras Charlesalicia Coiduras Charles says:
    Alicia

    Qualsevol relació basada amb la confiança creix amb valor ,el coneixement de les parts es el que fa construir aquesta confiança i arrelar-la amb el temps
    Es necessita molta escolta activa i fins i tot escoltar l’intuicio

    • Pere Saus Marin says:

      Saber escoltar i tenir empatia és el que determina les relacions que tindràs des del meu punt de vista.
      Ben dit, Alícia. ^_^

      Hace 3 años
  4. Joan Santacruz CarlúsJoan Santacruz Carlús says:
  5. AlbertAlbert Chic Giménez says:
    Albert

    La confiança és la base de la nostra civilització. Addicionalment, qui mereix confiança és perquè se l’ha guanyat i és quelcom que anem bastint amb cada passa, cada acció i cada interacció.

Deja una respuesta

App Store Google Play