A pesar de que nos gusta mucho ir a pasar el día en la playa, bañarnos y disfrutar de un buen rato cerca del mar, nunca está de más recordar unos cuantos consejos para no sufrir más de la cuenta bajo el fuerte y caluroso sol del verano.

El sol no es perjudicial para nuestra piel, al contrario: la radiación solar es fundamental para que nuestro cuerpo pueda sintetizar la vitamina D, una vitamina esencial que ayuda a absorber el calcio y a fortalecer nuestro sistema inmunitario.

De hecho, hay países que, durante el invierno o algunas épocas del año, casi no pueden disfrutar de la luz del sol (como, por ejemplo, algunos lugares del círculo polar ártico), y se recomienda a quién viaje durante estas épocas y se tenga que quedar durante un tiempo relativamente largo, que tome vitamina D en cápsulas para no sufrir efectos nocivos para el cuerpo. 

El sol, ni tanto ni tan poco

Ahora bien, se calcula que, teniendo en cuenta la potencia del sol en verano, no harían falta más de 10 o 15 minutos de exposición diaria al sol para recibir la cantidad de vitamina D necesaria al día. A partir de aquí, una exposición continuada y sin protección puede ocasionar efectos muy perjudiciales para nuestra piel. 

Por eso es muy importante no subestimar los efectos de pasar demasiadas horas en la playa, y adoptar suficientes medidas de protección para poder disfrutar de unas buenas vacaciones sin tener que sufrir después las consecuencias negativas que implica un exceso de exposición solar.

Evitamos el mediodía

Para empezar, es fundamental tener en cuenta el horario. Todos sabemos que por la mañana, cuando está saliendo el sol, hace menos calor. Pasa lo mismo al final del día, durante la puesta de sol. Esto se debe al hecho de que, a causa de la rotación de la Tierra, hay momentos del día en que los rayos del sol inciden más directamente sobre nosotros: es lo que se conoce popularmente como «el sol pica más».

Estas horas de máxima potencia solar son normalmente alrededor del mediodía, de las 12 a las 16 horas, y son los momentos en los que debemos evitar la exposición solar indiscriminada: debemos ponernos a la sombra, beber o volver a casa a comer. 

La crema solar, ¡todo el año!

Pero, aunque evitemos las horas de más peligro, el astro rey sigue estando allí arriba, así que tenemos que protegernos la piel igualmente. Debemos utilizar una buena crema solar que nos ayude a soportar los efectos nocivos del exceso de rayos ultravioleta.

Lo más recomendable es utilizar una crema con factor de protección +50 en las zonas expuestas del cuerpo, y repetir el proceso al menos cada dos horas. También debemos tener en cuenta que si vamos al agua a refrescarnos, muy posiblemente el efecto protector de la crema durará menos y nos tendremos que volver a poner más.

Es importante no olvidar algunas partes del cuerpo, como las orejas o los pies, que muchas veces no recordamos que también están expuestas, para no encontrarnos el día siguiente con una desagradable sorpresa en forma de quemadura.

El sombrero como complemento

Sin embargo, la crema solar tiene un problema, y es que hay zonas a las cuales no resulta del todo accesible. Se trata, evidentemente, del cabello. Aunque creamos que este ya protege nuestra zona capilar, lo cierto es que una exposición continuada puede ocasionarnos problemas futuros.

Entonces, cómo podemos evitarlo? A pesar de que últimamente se están volviendo más populares los protectores solares en spray para ponerse en el cabello, la solución más lógica y también más tradicional es muy fácil: utilizar una gorra o un sombrero. De este modo podemos protegernos la zona capilar sin ningún problema.

Si seguimos todos estos consejos y además nos hidratamos bien cada pocas horas, nada nos impedirá disfrutar de un gran verano en la playa, en la montaña o en el lugar que nosotros elijamos!

¡Buenas vacaciones!

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